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Arde París

ariane
    ariane
    Octubre de 1999, por aquella época, mi vida iba cuesta abajo y sin frenos y sobrevivía ( que no vivía ), en Bilbao ejerciendo por cuenta propia la profesión más antigua e ilegal que existe, y que según muchos es la única reservada a las mujeres ( bien como autónoma o bien en sagrado matrimonio ).

    Estando en una situación en la que ya no tenía nada que perder, acepté la invitación de Laloucha, una amiga argelina ex compañera de fatigas, para pasar unos días con su familia en Marsella, después de coger dos trenes y estar sentada durante un montón de horas en un vagón claustrofóbico, llegué por fin a mi destino, allí estaba mi amiga esperándome, nos montamos en un taxi, y el taxista, no sin cierta cara de preocupación, aceptó llevarnos.

    Yo pensaba ver la típica ciudad portuaria mediterránea, un poco al estilo de Barcelona, pero no, según ibamos recorriendo la ciudad y saliendo del centro, todo se iba volviendo descuidado y decadente, al cruzar una calle me encontré con un mundo totalmente aparte, un espectáculo suburbial donde la suciedad y el abandono campaban por doquier, manzanas y manzanas de casas estilo años 60 pero que tenían el peso del abandono sobre ellas, gente sentada en la calle, fachadas llenas de grafittis, tipos con barba y aspecto de santones malencarados, mujeres con jiyab, locutorios desvencijados, abandono y pobreza, mucha pobreza....

    El taxista paró, nos cobró y salió de allí rápidamente, como el alma que lleva el diablo, yo subí con mi amiga a su casa, era un 5º piso cuyo ascensor hacía mucho tiempo que dejó de funcionar, olor a cochambre en la escalera...y por fin la que sería mi casa durante un tiempo, un apartamento de 2 habitaciones y apenas 40 metros ocupado por 6 personas, ahora conmigo 7, tuve suerte, me destinaron el sofá del salón y me dijeron que podía quedarme allí hasta que me concedieran una ayuda social, que a mí, por ser española, me darían enseguida, cenamos y me tumbé en aquel catafalco con la esperanza de dormir algo.

    La noche en aquel barrio era oscura, densa, de un ciber cercano salían chicos que después de jugar al counter entre ellos, decidían pasar a la acción y zurrarse la badana de verdad, por el patio se oía gritar a una mujer, música de Cheb Bilal a tope y alguna sirena sería alguna ambulancia, la policía aquí no viene nunca.

    Por la mañana salí a buscar alguna tienda donde vendiesen ropa árabe, que a mí siempre me ha privado, en la calle quedaban los restos de la batalla, cristales rotos, alguna jeringa, vomitona, entramos a una tienda donde el dueño de quejaba amargamente que en una semana le habían robado dos veces y que la policía directamente pasaba del tema, le pregunté a mi amiga como un día laborable estaba la calle llena de chicos nadie va a clase, me dijo y los profesores lo prefieren, así sobreviven un año más, aquella noche pregunté a mis anfitriones si les importaba que me diese un paseo por la calle hazlo si quieres suicidarte, me dijeron.

    Aquella noche fue de las peores de mi vida, me daba la sensación de que en aquellos barrios se había metido toda la pobreza, toda la marginación que nadie quiere ver, se sabe que está pero es más cómodo mirar al otro lado.

    A la mañana siguiente hice mi bolsa, salí corriendo a la estación de autobuses y compré un billete para el primer autobús que saliera hacía Barcelona, cuando entramos en la autopista suspiré de alivio, ya no me hacía falta conocer el infierno, era el ghetto de Marsella.

    Llegué a Barcelona a las 5 de la tarde, igual de desesperada que como salí, pero no importaba, las mujeres tenemos siempre un patrimonio que podemos explotar en cualquier circunstancia dando igual el lugar.....total la dignidad es un lujo burgués.

    Han pasado los años y veo esa etapa de mi vida como algo difuso, pero cuando leo en los periódicos que arde París, me pregunto cuantos de aquellos desesperados estarán ahora quemando coches, golpeando y matando para desahogar una frustración de generaciones, un abandono y un desprecio seculares, cuando se intenta tapar un problema siempre termina saltando con más fuerza, pero es más fácil huir hacia delante y pretender que el tiempo por sí solo arregle las cosas, que intentar poner soluciones.
    lirio
      lirio
      Tu texto me ha gustado mucho. No por las tristes imágenes que algunas partes de la crónica genera, sino por la manera de narrarlo.


      El problema se expuso a la vista del mundo a través de un inesperado brote de violencia que ha puesto de cabeza al gobierno francés y en alerta a toda Europa. No es para menos si consideramos, entre otras cosas, que esta situación está lejos de ser desconocida o ajena aún en nuestros propios entornos: los nucleos de miseria y marginación existen en todo lugar, a toda escala, y en la mayor parte de los casos encuentran pocas oportunidades de mejoría tanto en la sociedad que les rechaza como en su misma idiosoncracia.


      La chispa que provoca la explosión es, como tal, solo la ignición de una materia inflamable e inestable, alimentada durante décadas del círculo vicioso generado por la intolerancia y odio. La integración de los grupos marginados encuentra renuencias en varios sectores de la sociedad, factor que a su vez genera resentimientos cada vez más marcados en los primeros. Poco a poco se llega al absurdo donde los protagonistas de confrontaciones han heredado las más viles pasiones e idealismos ortodoxos sin conocer los motivos que los han llevado ahí. Para aquellos que consideran tener nada por perder, la situación se reduce a "Odialo porque es "diferente" a ti", "quema los autos de una sociedad que te desprecia", "déjalo en su ghetto, el no quiere salir", "no te integres a ellos, porque te volverás igualmente despreciable".


      La solución no parece sencilla de formular ni mucho menos de realizar, pues se deben enfrentar problemas que ya apestan a podrido debido al tiempo que han existido. Es triste que el precio de estas situaciones sea pagado por varios ciudadanos exentos de responsabilidad directa o indirecta y que muchas personas se integren a la ola de violencia por el mero hecho de resultarles "cool". En fin, si se aplicara aquello de que para cambiar el mundo deberíamos empezar por un@ mismo, este mundo sería muy distinto...

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