Bullying
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naitska | Publicado el 05-03-2004 20:03:48 |
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EL BULLYING EN EL MARCO DE LAS CONDUCTAS DE ACOSO El bullying es una más de las conductas que el fenómeno del acoso tiene y que se expresa entre iguales, en el marco espacial y temporal de los contextos escolares. Otras conductas de acoso tienen sus ámbitos específicos, como en el caso del mobbing, que es el ámbito laboral, o los casos del maltrato a las mujeres y a los menores que ocurren en el ámbito familiar o, incluso, el acoso que se da en organizaciones muy institucionalizadas, que sirven de marco, como en el caso del ejército, las instituciones religiosas, los ámbitos universitarios o las instituciones penitenciarias. Sin embargo, cualquier conducta de agresión no es una conducta de acoso. Las conductas de acoso tienen una serie de puntos en común que les hacen compartir un imaginarium común: a. Por una parte, en toda conducta de acoso hay un/os personaje/s que ejercen el acoso y que son los/as agresores/as. También están los/las destinatarios/as del acoso, la/s víctima/s. Además, quienes contemplamos los hechos de acoso participamos en ellos, aunque sea como espectadores/as. b. Las conductas de acoso se manifiestas a través del ejercicio de acciones negativas sobre la/s víctima/s. Estas acciones negativas pueden tomar formas físicas, psicológicas, sociales o verbales. Lo más frecuente es que combines varias o todas estas formas. c. Las conductas de acoso suelen repetirse en el tiempo de forma reiterativa para que sean consideradas tales. Además, su mantenimiento en el tiempo las consolida y las hace más dañinas. d. En las conductas de acoso suelen ocurrir díadas reiterativas. Los/as que ejercen la agresión suelen emparejarse de manera enfermiza con sus víctimas. e. Entre las víctimas y los agresores del acoso suele darse siempre un desequilibrio de poder, bien sea físico, psicológico, de status social, de otro rango. f. Los participantes en el acoso suelen compartir espacios relativamente cerrados en los que están abocados a desenvolverse y de los que difícilmente pueden salir por múltiples motivos. g. Todas las conductas de acoso producen efectos de victimización muy dañina a corto, medio y largo plazo en quien la sufre y consecuencias negativas en el resto de participantes en ellas. MANIFESTACIONES DEL ACOSO. EL CÍRCULO DEL ACOSO. Creemos que todavía no se ha puesto suficientemente de manifiesto las relaciones que globalmente tienen todas las conductas de acoso, independientemente del ámbito en que se desenvuelvan. En la figura 1 pretendemos ejemplificar diferentes formas que adquiere el acoso en los distintos ámbitos en que se manifiesta. Diferentes investigadores (Olweus, 1993) han puesto de manifiesto la importancia de las vivencias primeras en el ámbito familiar como condicionantes en el surgimiento de conductas agresoras en un futuro y más concretamente en el caso del acoso en la escuela. VIOLENCIA DE GÉNERO, MOBBING Y BULLYING Indudablemente el presente foro se refiere a conductas de acoso y violencia psicológica en distintos campos, en el ámbito familiar, en el laboral (mobbing) y otros. Sin embargo, independiente del perfil profesional que cada uno y una tengamos, nadie está exento de presenciar y participar de esa violencia ya en lo doméstico, lo laboral, en incluso algunos de nosotros también de la violencia psicológica que se produce en el ámbito educativo, en la escuela, escenario, por otra parte, de conductas de acoso (bullying). En nuestra cancha laboral, los contextos escolares, también existen conductas de acoso que afectan a los y las trabajadores/as de la escuela (mobbing) y otras conductas de acoso que nosotros/as contemplamos y que se dan entre iguales, entre los escolares (bullying). Se trata, por tanto, de cuestiones de salud laboral y de salud escolar y sobre las que los y las trabajadores/as de la enseñanza podemos y debemos actuar (salud social). En el caso del mobbing, denunciando y defendiéndonos de ese acoso y en el caso del bullying, desde la posición de poder que ocupamos como profesorado, combatiéndolo y erradicándolo para conseguir evitar que los contextos educativos se conviertan en escenarios y escuelas de acoso que luego trasladen comportamientos de acoso a otros ámbitos como los del trabajo, los grupos, la sociedad o la familia. EL FENÓMENO DEL BULLYING Tradicionalmente, al hablar de situaciones violentas en los contextos escolares se han entendido hechos como los robos, las peleas o los destrozos sobre el material y las instalaciones de los centros. Sin embargo las situaciones violentas abarcan otros hechos que no siempre se hacen explícitos, se habla de ellos e incluso se abordan intencionalmente como situaciones de conflicto que puedan mejorar el clima social y la convivencia escolar. Esto sucede con el bullying, término inglés utilizado para denominar aproximadamente la intimidación entre iguales (Fernández, 1996) El bullying sería como un subtipo de agresión. Olweus considera que el bullying es una subcategoría de la conducta agresiva. Aunque reconoce que la conducta agresiva es una conducta intencional para infringir lesiones y perjuicios a otro individuo (Olweus, 1999) señala determinadas características específicas del bullying que lo diferencian de otras conductas agresivas. Así no reconoce como bullying los conflictos que pueden surgir entre dos individuos de similares características físicas o mentales. También señala que violencia o conducta violenta sería, según Olweus, una subcategoría de la conducta agresiva pero con sus propias características que incluye actos como el asesinato, homicidio, asalto con agravante, asalto, robo y rapto. Las relaciones entre el bullying y la violencia que pueden verse expresadas en el gráfico de la figura 2. Tanto bullying como violencia son subcategorías de la conducta agresiva. Además comparten un área común que sería la intersección de ambas y que serían las situaciones en las que bullying toma formas de conductas físicas o de contacto expresadas de diferentes maneras como pegar, dar patadas, empujar, etc. En este diagrama también se expresa gráficamente aquél bullying que no tiene partes en común con la violencia como es el verbal, gestual, la exclusión social del grupo de pertenencia, etc. También el otro lado del gráfico hay una gran parte de violencia que no puede ser tratada como bullying como por ejemplo el juego turbulento y las riñas ocasionales, conflictos y broncas entre desconocidos, otras situaciones violentas fuera del contexto escolar, etc. ¿ES EL BULLYING OTRA PALABRA DE MODA MÁS? Es bien cierta la frase de que los pueblos que olvidan su historia están condenados a repetirla. Este dicho me apoya en una idea similar, pero referida a las lenguas. Las lenguas que no tienen términos únicos y precisos para definir fenómenos tienden a no hacerlos visibles y presentes. Con el fenómeno del bullying pasa algo así. La intimidación y el maltrato entre escolares de forma repetida y mantenida en el tiempo, siempre lejos de la mirada de los adultos/as, con la intención de humillar y someter abusivamente a una víctima indefensa por parte de un abusón o grupo de matones a través de agresiones físicas, verbales y/o sociales con resultados de victimización psicológica y rechazo grupal, es el fenómeno al que una lengua como el inglés denomina bullying. Otras lenguas emplean otros términos para denominar aspectos parciales del fenómeno y varios términos o varias palabras y frases para definir en su complejidad y extensión el fenómeno. Por esto, somos partidarios de emplear el anglicismo bullying para saber de qué estamos hablando en toda su extensión. Pero, en realidad ¿de qué estamos hablando? Cuando hablamos de bullying nos referimos a esos casos que vivimos a diario en nuestros centros en los que un chico/a falta a clase e indagamos y descubrimos que su familia nos dice que no quiere ir al colegio sin motivo aparente. Que se inventa todo tipo de dolencias que sirven de justificación ante sus padres para no asistir a clase antes que declarar que está siendo víctima de un agresor/a o grupo de compañeros/as que se están metiendo con él/ella y le hacen la vida imposible. Es también bullying el caso del adolescente que sobrelleva el papel que le ha asignado el líder o el grupo de matones dominante en la clase y que sistemáticamente es mofado/a, insultado/a, agredido, humillado/a y puesto/a en ridículo delante de todos/as sus compañeros/as y con su consentimiento tácito. Y además, apoyándose en suspuestos defectos como su peso, su altura, su color de piel, su nivel económico, su étnia, su capacidad intelectual o su orientación sexual declarada o asignada. Nos estamos refiriendo a adolescentes que son objeto de continuados chantajes económicos por parte de un grupo de compañeros/as que les obligan a actuar así bajo amenazas de males mayores. El bullying también se ejerce en situaciones de convención tácita para hacer el vacío y aislar a un/a compañero/a de forma implacable, continuada, rotunda y severa. Igualmente consideramos como bullying conductas reiteradas de insultos, agresiones físicas recurrentes, humillaciones públicas, tareas forzadas, rechazos explícitos a que son sometidos algunos de nuestros escolares por parte de alguno/a o algunos/as de sus compañeros/as y de quienes no pueden defenderse por sus propios medios. No consideramos que sea bullying las faltas de indisciplina, las riñas esporádicas, los conflictos interpersonales, los robos, los enfrentamientos entre bandas, el juego turbulento, los enfados entre iguales, las bromas no aceptadas, los actos disruptivos o los asaltos y ataques puntuales aunque puedan tener consecuencias graves para quien los sufre. Sin embargo alguno de estos hechos se puede utilizar por parte de los agresores como estrategia que alimente y ayude a perpetrar y mantener la continua agresión que supone el bullying. ¿POR QUÉ PREOCUPARNOS AHORA DEL BULLYING CUANDO ES ALGO QUE HEMOS VIVIDO TODOS Y TODAS EN NUESTRA VIDA ESCOLAR? Es cierto, toda la vida han existido víctimas que recibían los ataques abusivos por parte de los agresores de turno y de quien todo el mundo en la clase se reía. Si recordamos nuestra escolarización no sólo podemos ponerles cara sino que recordamos hasta su nombre. Eran los compañeros/as que no valían nada dentro del grupo y que como recientemente en un curso un asistente me explicitó: a quien todos y todas podíamos pegar sin que pasara nada. Tan interiorizados tenemos estos hechos que quién no recuerda algunos dichos que seguro que todos y todas hemos oído alguna vez en nuestra escuela, familia, el grupo de vecinos o amigas o conocidos: El bullying es parte de la vida y hay que aceptarlo. Nosotros también lo sufrimos y aquí estamos. El bullying te hace más fuerte, así espabilarás. Son cosas de chicos/as. Aprende a defenderte por ti mismo. Tú no les hagas caso. Sólo estábamos jugando. La violencia en TV hace a los chicos/as violentos/as. En mi centro no existe bullying, eso pasa en centros de barrios conflictivos.... Estas expresiones denotan una indudable minimización del fenómeno tanto escolar como socialmente: Desde el punto de vista social, aunque cada vez menos, todavía es habitual oír expresiones como las anteriores, que no hacen más que señalar que se trata de algo inevitable, que sucede sin remedio y que en todos los grupos tiene que haber una víctima que como chivo expiatorio recoja las agresiones de los otros, cual válvula de escape higiénica que mantenga saludable el clima del grupo. Desde el punto de vista escolar, la prueba es que apenas hay planes reales y efectivos para combatir el fenómeno explícitamente. La gran mayoría de las Administraciones no incluyen en sus agendas la prevención ni el tratamiento de este problema quizás porque no produce sangre o no sale suficientemente en los periódicos. El profesorado, en general, carece de una formación específica sobre cómo abordar estas situaciones y en los centros no se articulan planes estables antibullying. ¿ES EL BULLYING UN FENÓMENO POR EL QUE TENGAMOS QUE PREOCUPARNOS EL PROFESORADO? El bullying, como otras formas de maltrato, tiene un contenido grupal importante. En muchas ocasiones surge del grupo y casi siempre lo mantiene y alimenta el grupo, por acción o por omisión. La ley del silencio que impone el grupo es su mayor nutriente, lo que hace que en muchas ocasiones suceda lejos de los ojos del profesorado y de las personas adultas en general. Como fenómeno grupal, por tanto, afecta a todos/as los componentes del grupo, sean estos víctimas, agresores/as o espectadores/as. Porque una agresión gratuita y mantenida en el tiempo tiene secuelas decisivas para las víctimas en su vida futura, respecto a cómo se perciben a sí mismas, cuánto se valoran y qué capacidad se atribuyen para tener éxito en sus relaciones interpersonales. Por esto debemos preocuparnos y ocuparnos de las víctimas del bullying en nuestros centros. Porque el ejercicio abusivo de poder físico, social, psicológico con la intención de humillar que ejerce el agresor con éxito y sin coste, le está enseñando a relacionarse con los otros de esa forma. Entiende la agresión como otra forma más de relación y de consecución de objetivos en la vida. Por esto debemos preocuparnos y ocuparnos de los/as agresores/as del bullying en nuestros centros. Porque contemplar cómo se ejerce la violencia gratuita sobre un compañero/a y no tomar partido o no hacer nada, tiene consecuencias sobre nuestro alumnado o hijos/as espectadores/as del maltrato. Primero legitima la acción de los agresores/as y luego tiene consecuencias sobre quien se queda al margen. Se ven afectados en su desarrollo moral sobre lo bueno y lo malo y cómo intervenir; su umbral de tolerancia ante la injusticia se difumina y en definitiva, aprenden a mirar para otro lado cuando alguien sufre injustamente ante ellos/as. ¿Cómo luego pretendemos educarles en la solidaridad y la cooperación? Por esto debemos preocuparnos y ocuparnos de los/as espectadores/as del bullying en nuestros centros. Porque si estamos en contra del maltrato a mujeres en el ámbito familiar, o no admitimos el mobbing o acoso psicológico en el trabajo como práctica de poder o salimos a la calle para protestar por los ataques preventivos de los países abusones sobre poblaciones indefensas, el bullying en el ámbito escolar no es más que un escenario donde actúan algunos de los actores que después ejercerán el maltrato en otros espacios. Pero con una particularidad, en ese teatro escolar actúan ante nosotros, el profesorado, que tenemos un estatus distinto que nos permite y obliga a intervenir. Por esto debemos preocuparnos y ocuparnos de hechos como el bullying en nuestros centros. ¿ES EL BULLYING UN PROBLEMA REAL EN NUESTROS CENTROS EDUCATIVOS? El Informe del Defensor del Pueblo (1999) afirmaba que en nuestros centros se producían de manera constante y reiterada actitudes y comportamientos violentos, mayoritariamente entre el alumnado que era preciso erradicar. En nuestra investigación (Avilés, 2002) al preguntar a nuestro alumnado a través del CIMEI, Cuestionario sobre Intimidación y Maltrato entre Iguales (Avilés, 1999) encontramos que un 5,9% de nuestro alumnado reconoce que agrede sistemáticamente a sus compañeros/as (con cierta frecuencia y casi todos los días): Intimidación sistemática. Un 5,6% nos dice que es víctima frecuente de sus iguales (bastantes veces y casi todos los días, casi siempre): Victimización sistemática. Cuando analizamos la victimización y la intimidación más ocasionales (a veces) estos porcentajes suben en ambos casos en torno al 30% del alumnado. Otros datos significativos que se despenden de nuestra investigación y que nos informan de lo que está pasando en nuestros centros son: · Las formas más frecuentes a intimidación son la verbal, la psicológica, física y social. La física es considerada más grave, pero en frecuencia se da menos que las anteriores. Conforme avanzamos en edad disminuye la agresión física y aumentan las formas más elaboradas: exclusión social, ridiculización grupal. · Los actos de intimidación se producen en su mayoría lejos del alcance de los adultos y más dentro que fuera del recinto escolar. · Los lugares preferentes de ocurrencia dentro del centro son la clase sin profesor/a, los recreos sin vigilancia, los pasillos y la clase con profesorado, por este orden. · En cuanto al género: encontramos más chicos que chicas tanto como agresores como víctimas, pero sólo en el caso de las víctimas esta diferencia es significativa. En cuanto a la preferencia del tipo de intimidación en nuestra investigación los sexos no presentan diferencias. ¿ES POSIBLE DIFERENCIAR Y SEPARAR EL BULLYING DE OTRAS FORMAS DE VIOLENCIA INTERPERSONAL ENTRE NUESTRO ALUMNADO? No menos cierto es que el trabajo encomendado al profesorado en los centros educativos es arduo y en muchas ocasiones muy difícil de abordar dados los recursos y los apoyos disponibles por quien tiene responsabilidad en facilitarlos. En el caso del bullying, las dificultades de discriminación de estas conductas por parte del profesorado son evidentes. En primer lugar, porque suele suceder lejos de los ojos del profesorado y además, las víctimas nos eligen a los docentes los últimos como destinatarios cuando se deciden a contarlo y cada vez se alejan más de nosotros como confidentes conforme avanzan en edad en la Educación Secundaria Obligatoria (Avilés, 2002). Si a esto unimos el hecho de que bullying sucede simultáneamente a otros como las interrupciones de clase, las agresiones esporádicas, otros hechos violentos, conflictos interpersonales, etc. hace mucho más difícil su identificación y diferenciación, sin hablar aún sobre cómo intervenir. |
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chana | Publicado el 05-03-2004 22:03:20 |
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Un artículo muy interesante, Naitska. Precisamente yo estoy asistiendo a un curso de mediación en conflictos escolares que contempla, especialmente, el "bullyng". Es muy importante crear conciencia de que existe y de que no hay que transigir con ello, considerando que es algo propio de la edad. Hay chavales que sufren mucho. Y si hay alguien que sufre... | |
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