Bush quiere prohibir la dramaturgia 'pro-gay'
Proyecto de ley contra libros que "promuevan la homosexualidad". Gerald Allen, representante republicano en la Cámara de Alabama, da sus argumentos a favor del proyecto: "Tenemos que proteger a la gente"
¿Qué deberíamos de hacer con clásicos estadunidenses como Cat on a hot tin roof (Gato sobre el tejado caliente) o The color purple (El color púrpura)? "Excava un hoyo", recomienda Gerald Allen, "y mételos dentro". No se rían. Las opiniones acerca de enterrar libros de Gerald Allen no son una broma.
A principios de semana [el texto fue publicado el pasado jueves 9 de diciembre], Allen recibió una llamada de Washington. Se reunirá con el presidente Bush el lunes [13]. Le pregunté si esta era la primera vez que lo invitaban a la Casa Blanca. "¡Oh, no!", ríe. "Es la quinta vez que me reúno con Bush".
Bush está interesado en las opiniones de Allen porque es representante republicano en la Cámara de Alabama. Es la base de Bush. La semana pasada, Allen presentó un proyecto de ley que aboliría el uso de fondos públicos para adquirir libros u otras materiales que "promuevan la homosexualidad". Allen no quiere que el dinero de los contribuyentes se destine a apoyar "representaciones positivas de la homosexualidad como un estilo de vida alternativo". Por eso Tennessee Williams y Alice Walker se tendrán que ir.
Le pregunté a Allen qué fue lo que impulsó esta iniciativa. ¿Uno de sus hijos estuvo expuesto a algo en la escuela que creyó inapropiado? ¿Vio algún libro descaradamente homosexual en exhibición en una biblioteca pública?
No, nada de eso. "Fue el día de las elecciones", explica. El mes pasado, "14 estados aprobaron referéndums que definen al matrimonio como una relación entre un hombre y una mujer". En las encuestas de salida le preguntaban a la gente qué tema consideraba más importante, y "los valores morales" en este país "encabezaban la lista".
"Los valores familiares tradicionales están bajo ataque", me informó Allen. Han estado bajo ataque "durante los últimos 40 años". El enemigo, esta vez, no es Al Qaeda. El eje del mal es "Hollywood, la industria musical". Tenemos la obligación de "salvar a la sociedad de la destrucción moral". Tenemos que prevenir que los bibliotecarios liberales y los maestros a la moda "rediseñen el tejido de la sociedad en la mente de nuestros niños". Tenemos que "proteger a la población de Alabama".
De nuevo, le pido ejemplos. A pesar de que aparentemente los heterosexuales son una especie en extinción en Alabama, y a pesar de que Allen es un político local que vive a unas dos millas de mi casa, no puede pensar en ejemplos locales. "Métete al Internet", recomienda. "Cuando tengas una semana libre", bromea, "nomás métete al Internet. Ya verás".
De hecho, diario me meto al Internet. Pero obviamente busco cosas distintas. Para Allen, la red es, simplemente, el más grande almacén de mitos urbanos que haya habido en la historia. El Internet es mejor que la Biblia para difundir historias que no se pueden verificar y refutar. Y los mitos urbanos son realidades políticas. Recuerden, fue un mito urbano (un caso en la Corte de una maestra de educación sexual que fue violada tumultuariamente por sus propios alumnos, quienes, cuando ella protestó, se rieron y dijeron: "¡Nomás estamos haciendo lo que nos enseñaste!") el que por poco acaba con la educación sexual en Estados Unidos.
Ya que Allen no me podía dar un solo ejemplo del equivalente homosexual del 9/11, le di algunos. Este otoño, el departamento de Teatro de la Universidad de Alabama montó un brioso reestreno de A chorus line, el cual incluye, además de "tetas y culos", un acto homosexual. La iniciativa de Allen, ¿impediría que los estudiantes universitarios interpretaran A chorus line? No es que esté en contra del teatro, explica Allen. "Pero, ¿por qué no pueden hacer otra cosa?"
Recortar fondos a los departamentos de teatro que escenifican A chorus line o Cat on a hot tin roof quizá huela a censura, pero "no es censura", se apresura a explicar Allen. "Por ejemplo, hay una razón para los semáforos en rojo. Vas manejando, ves un semáforo en rojo y espero que te pares". ¿Quién puede refutar algo tan razonable como los semáforos en rojo? Claro, si eres homosexual este semáforo nunca se va a poner en verde.
No sería la primera vez que Cat on a hot tin roof se tope con censura. Nicholas de Jongh documenta en su entretenidamente terrible historia de la regulación gubernamental del teatro británico, que el establishment británico no estaba más entusiasmado, hace medio siglo, que Allen, en Alabama. "De nuevo, el señor Williams escupe el tema recurrente de su no tan inconsciente" escribió el examinador principal del Lord Chamberlain (el censor inglés encargado de revisar cada obra puesta en escena) en 1955. Finalmente, primero se interpretó en Londres, en el Club New Watergate, "sólo para miembros", y con eso pudo brincarse las leyes de la censura.
Pero más de un dramaturgo está en riesgo aquí. Allen asegura que actúa para "fomentar y proteger nuestra cultura". ¿"Nuestra cultura" incluye a Shakespeare? Le pregunto a Allen si insistiría en que los ejemplares de los sonetos de Shakespeare sean removidos de todas las bibliotecas públicas. Le digo que Romeo y Julieta originalmente fue interpretado por un elenco de puros hombres, y que durante la época de Shakespeare los actores y la audiencia en los teatros públicos eran acusados de "sodomitas". Cuando Romeo deseaba "ser un guante en esa mano", el cachete que fantaseaba con besar era el cachete de un varón. En marzo, el festival de Shakespeare de Alabama planea interpretar una nueva producción de As you like it, con su famosa escena de un hombre cortejando a otro hombre. El festival de Shakespeare de Alabama también es el Teatro Estatal de Alabama. ¿El proyecto de ley de Allen le recortaría fondos a Shakespeare?
"Bueno", comienza tras una pausa, "el actual borrador del proyecto de ley no especifica cómo se va a manejar esto. Supongo que detalles como estos se trabajarán en la comisión. La literatura del estilo de Shakespeare y Hammet [sic] podría dejarse en paz". Podría. No "se dejaría". De cualquier modo, dice, "se le podría bajar de nivel". Para que de esa manera, si no pones mucha atención, hasta un graduado universitario, como el propio Allen, "podría no darse cuenta" de lo que está pasando, de las "sutiles insinuaciones".
Allen considera que su prohibición de libros homosexuales es un trabajo en proceso. Su legislación es "un rayo en la rueda, no resuelve todos los asuntos". Este es sólo el comienzo. "Toma tiempo darle la vuelta a un barco enorme".
Pero no lo duden, el barco se está dando la vuelta. Lo puedes percibir en la cara de Cornelius Carter, un profesor de baile en Alabama y premiado coreógrafo que, no hace tanto tiempo, fue nombrado profesor universitario del año de todo Estados Unidos. Carter es negro. También es homosexual y está cansado de luchar en estas batallas. "No sé", dice, "si todavía pertenezco aquí".
Hace 40 años, los defensores estadunidenses de "nuestra cultura" y "los valores tradicionales" se oponían a la integración racial. Ahora, ningún político se atrevería a atacar a Cornelius Carter por ser negro. Pero es perfectamente aceptable discriminar a la gente por lo que hace en la cama.
"Caven un hoyo", recomienda Gerald Allen, "y aviéntenlos todos ahí".
Claro, Allen hablaba de libros. Sólo hablaba de libros. Nunca mencionó triángulos rosas.
Comentarios
chikita
7 de January de 2005 a las 02:15
merlinaluna
4 de January de 2005 a las 23:12
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