Kay Nolan, inspectora del cuerpo de policía de Nueva York, hace un último intento para no perder la batalla contra Ken Strasser, un millonario sospechoso de asesinato al que no puede detener porque no ha encontrado pruebas incriminatorias definitivas y que está a punto de tomar un avión con rumbo a un país con el que los Estados Unidos no tienen tratado de extradición.

Si Kay creía que las cosas no podían ir a peor, se equivocaba. Al mismo tiempo que pierde a Strasser, Danna Frost, la nueva asesora legal, llega a la comisaría dispuesta a poner orden en el trabajo policial de los agentes y también, al parecer, a hacerle la vida imposible a Kay.

Dos personalidades femeninas frente a frente, observándose con desconfianza y vigilándose estrechamente. Mientras tanto, Kay no se da por vencida y Strasser, a quien creía simplemente un asesino, resultará ser mucho más: alguien en quien el propio gobierno de los Estados Unidos parece tener demasiado interés, y Kay, pese a la supervisión a la que la somete Danna, está dispuesta a averiguar por qué