¿De qué se ríe la hiena? Isabel Franc, la visibilidad y el humor
Barcelonesa, escritora -cómica de la pluma se denomina- autora de trilogías como 'Con pedrigee', 'Plumas de doble filo' y 'La mansión de las tribadas' o la más reciente de 'Cuentos y fábulas de Lola Van Guardia', finalista del premio La Sonrisa Vertical en 1992, y revisionista de la segunda parte de 'Mujercitas' en su 'Las razones de Jo', Isabel Franc aterrizó ayer en los Cursos de Verano con la artillería puesta, cargada de humor y de una reivindicación del lesbianismo.
- El nombre de su conferencia en el curso 'Las mujeres y el humor en las artes escénicas' ha sido '¿De qué se ríe la hiena?'
- Viene de un chiste. Un profesor habla en el aula de la hiena. Dice que vive en el África septentrional, que come carroña y que se aparea una vez al año. Una alumna se levanta y dice: «Perdone pero hay algo que no entiendo. ¿Viviendo tan lejos, comiendo mierda y copulando sólo una vez al año, de qué se ríe la hiena?» Ahí comenzó mi divagación.
- Ha hablado de un director de cine...
- Sí, de nombre irreproducible. Leí un día una frase suya que decía: «Amo la sublime imperfección de la vida. No puedo salir de este melodrama si no es gracias al humor». Ahí entendí muchas cosas.
- ¿ Y qué es el humor?
- Uff... Bueno, hay unos componentes físicos que son las hormonas -dopamina, adrenalina, serotina...- que influyen. Luego no hay que olvidar que es una práctica muy positiva, pues ayuda a eliminar células cancerígenas, es por eso que también es ecológica, pues ahorra gastos en medicinas y supone además un acto de generosidad. Un perro cuando está contento mueve la cola y con ese gesto indica que está feliz, que se alegra de verte y sobre todo que quiere compartir contigo esa felicidad. Por ahí camina el humor.
- Dice que nos ayuda a superar las tristezas y los sufrimientos.
- Eso es de Freud. Pero quiero recalcar que lo más importante es la autoaceptación de lo que eres y de lo que haces. Algo que cuesta más en la adolescencia. Yo he sido profesora y había una alumna -no muy agraciada- con la que me llevaba muy bien. Un día , como una tontería sin importancia le dije: «¡Hola, fea!». «Yo no soy fea», me respondió muy dolida, y me di cuenta de que había metido la pata. Y es que cuando algo duele mucho es muy difícil hacer humor. El 'top' es llegarte a reír de ti mismo. Tienes ya superado el paso por el psicólogo.
- ¿Se aprende a hacer humor?
- Depende. Cuando te encuentras con una persona a la que hay que explicarle un chiste es mala señal. Ahí no hay mucho espacio para el humor. Dos ejemplos. Un día fui a una peluquería no habitual a la que voy. La peluquera me dice: «¿Se te cae mucho el pelo, no? Le contesto: «Es que no me cabe en la cabeza». Me responde muy seria : « Pero eso no puede ser». Tuve que decirle que era una broma. Hay otro. Cuando dices: «Tengo un bonsai así de grande» (y señala hasta una altura de más de dos metros). Hay el que se ríe, el que pregunta y el que te dice que entonces no es un bonsai. Los dos últimos no están preparados para el humor. Con todo vuelvo a hablar de la autoaceptación, de la capacidad de reírse de uno mismo para llegar a entender el humor.
- ¿Por qué se conoce a tan pocas mujeres humoristas?
- Porque la mujer no ha sido educada para el humor, que es transgresor, irreverente, impulsivo y escapa a toda ley. Se nos ha educado para ser recatadas, dulces, respetuosas, mudas. Y la mujer humorista se esconde, como las lesbianas, que existimos pero que no salimos del armario dando portazos. Por eso ante todas las ofensas sufridas por nuestra educación sexual, afectiva y política y cuando el diálogo no funciona, solo nos queda una pincelada de humor. Esto es dar una verdadera bofetada al conservadurismo. Y vuelvo a la hiena: ¿De qué se ríe la hiena? De sí misma.
Comentarios
sophieneveuisa
15 de July de 2008 a las 13:44
cascarita
14 de July de 2008 a las 15:21
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