El movimiento gay celebra 30 años de lucha por su liberación en Cataluña
Comenzaron en 1975 con el lema Trenquem la norma, al que siguió en los años 80 Estima com vulguis. En los 90 privó Gais i Lesbianes guanyen al carrer, y en el 2000, Aturem l´homofòbia. El Front d´Alliberament Gai de Catalunya (FACG) cumple 30 años de lucha por los derechos y libertades de gays, lesbianas y transexuales, y lo celebra -hoy y mañana, en les Cotxeres de Sants- con charlas, talleres y un repaso a su historia, sus espacios liberados y sus conquistas legales y sociales. "En estos 30 años hemos pasado de la semiclandestinidad a la luz pública", afirma Eugeni Rodríguez, del FACG.
Armand de Fluvià, su miembro fundacional y coordinador hasta su legalización a principios de los 80, valora positivamente estas tres décadas. "Hemos pasado de ser unos enfermos mentales, unos peligrosos sociales, casi delincuentes, perversos, pervertidos, los peores pecadores y la escoria de la sociedad... a ser ciudadanos de primera como cualquier otra persona". La asignatura pendiente, añade el presidente honorífico del Casal Lambda, es la homofobia. "Es necesario seguir luchando, no para conseguir derechos pues la ley ya nos los otorga, sino contra la homofobia y para la normalización social del hecho homosexual. Hay que cambiar la mentalidad de gente. Todavía hay mucho que hacer en el sistema educativo y en los medios de comunicación".
Representantes de otras asociaciones como el Col·lectiu Gai de Barcelona, Grup de Lesbianes Feministes o la Coordinadora Gai-Lesbiana participarán en las jornadas de debate que se iniciarán con un taller de radio -la radio obrera fue la primera que les cedió la hora gay a finales de los 70-, y en las que se recordarán momentos clave de su trayectoria, como la derogación de la Ley de Peligrosidad Social (1978).
Otra fecha clave fue 1991, cuando se castigó a los asesinos de la transexual Sònia. "Aquí se vio la cara más fea de la homofobia en democracia, pero también fue la primera vez que la sociedad nos apoyó y la Audiencia condenó a prisión a los responsables", recuerda Rodríguez. El tercer momento histórico tuvo lugar, para el FAGC, en 1996 cuando se descubrió que la policía local y varios grupos del ayuntamiento de Sitges tenían fichados a más de 500 gays. "Hubo una reacción de intolerancia social que nos indicó que era necesario educar en las escuelas", añade. Ahí empezó una última etapa que culmina con la reivindicación, más allá de los derechos binomiales, de los derechos individuales de los homosexuales, y en la que se critica la peseta rosa y que se acepte a los gays por su poder adquisitivo.
El Palau Robert de Barcelona alberga hasta el 8 de noviembre la primera exposición de carteles del movimiento gay en la ciudad. Sin embargo, el que el FAGC ha editado por su aniversario -una pareja practicando aparentemente la sodomía bajo la leyenda 30 anys donant pel cul- no ha sido bien recibido en todas partes. Los que se habían colgado en el barri de Gràcia han desaparecido. En Sants, Ciutat Vella, y el Gaixample aún pueden verse.
Armand de Fluvià, su miembro fundacional y coordinador hasta su legalización a principios de los 80, valora positivamente estas tres décadas. "Hemos pasado de ser unos enfermos mentales, unos peligrosos sociales, casi delincuentes, perversos, pervertidos, los peores pecadores y la escoria de la sociedad... a ser ciudadanos de primera como cualquier otra persona". La asignatura pendiente, añade el presidente honorífico del Casal Lambda, es la homofobia. "Es necesario seguir luchando, no para conseguir derechos pues la ley ya nos los otorga, sino contra la homofobia y para la normalización social del hecho homosexual. Hay que cambiar la mentalidad de gente. Todavía hay mucho que hacer en el sistema educativo y en los medios de comunicación".
Representantes de otras asociaciones como el Col·lectiu Gai de Barcelona, Grup de Lesbianes Feministes o la Coordinadora Gai-Lesbiana participarán en las jornadas de debate que se iniciarán con un taller de radio -la radio obrera fue la primera que les cedió la hora gay a finales de los 70-, y en las que se recordarán momentos clave de su trayectoria, como la derogación de la Ley de Peligrosidad Social (1978).
Otra fecha clave fue 1991, cuando se castigó a los asesinos de la transexual Sònia. "Aquí se vio la cara más fea de la homofobia en democracia, pero también fue la primera vez que la sociedad nos apoyó y la Audiencia condenó a prisión a los responsables", recuerda Rodríguez. El tercer momento histórico tuvo lugar, para el FAGC, en 1996 cuando se descubrió que la policía local y varios grupos del ayuntamiento de Sitges tenían fichados a más de 500 gays. "Hubo una reacción de intolerancia social que nos indicó que era necesario educar en las escuelas", añade. Ahí empezó una última etapa que culmina con la reivindicación, más allá de los derechos binomiales, de los derechos individuales de los homosexuales, y en la que se critica la peseta rosa y que se acepte a los gays por su poder adquisitivo.
El Palau Robert de Barcelona alberga hasta el 8 de noviembre la primera exposición de carteles del movimiento gay en la ciudad. Sin embargo, el que el FAGC ha editado por su aniversario -una pareja practicando aparentemente la sodomía bajo la leyenda 30 anys donant pel cul- no ha sido bien recibido en todas partes. Los que se habían colgado en el barri de Gràcia han desaparecido. En Sants, Ciutat Vella, y el Gaixample aún pueden verse.
Comentarios
vircoph
21 de October de 2005 a las 13:00
Primero, decir que me ha hecho gracia lo del cartel conmemorativo de los "30 años dando por culo". Tengo que buscar a ver si lo encuentro en la red.
Segundo, y citando lo que dicen en el articulo:
"Es necesario seguir luchando, no para conseguir derechos pues la ley ya nos los otorga, sino contra la homofobia y para la normalización social del hecho homosexual."
Añadir que solo cuando las plataformas, colectivos y organizaciones GLBT dejen de tener razón de ser, desaparezcan por obsoletas, solo entonces querrá decir que hemos alcanzado estos objetivos. Y en verdad espero que esto sea pronto, aunque queda mucho trabajo por hacer.
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