Algo que me ha enseñado la vida es que hay cosas que, sencillamente, no se pueden colocar bajo la etiqueta de una palabra. Hay sentimientos raros que nos carcomen las tripas y a los que solo podemos definir con un "no sé lo que me pasa", hay personas que no caben bajo la etiqueta de conocida/o, ni de amiga/o, ni de amor, pero qué demonios, para nosotras también significan. Al final, el problema está en que tratamos de encajar el orden del Mundo (del Universo, de esa cosa tan grande y misteriosa o lo que más os guste), en el de las palabras, una invención nuestra enórmemente limitada. Y está claro, no cabe. 

Si definir es nuestra pasión, cuando de lo que se habla es de amor lo de etiquetar se convierte en un juego que nos vuelve locas hasta la imbecilidad más absoluta. En este terreno, definimos más que en ningún otro. Queremos saber qué somos, y hay pocas opciones. Somos amigas/os, somos un rollo, somos amigas/os con derecho a roce, somos ... Puedes poner una etiqueta a eso que tienes con esa persona. Nadie te priva de hacerlo, ¿pero de qué serviría?, ¿por qué la necesitas?Odiamos la indefinición, nos da la continua sensación de que nos enfrentamos a algo de lo que no sabemos qué podemos esperar. Por eso, necesitamos ponerle un nombre.

Creo que el amor se rige por dos verbos básicos que en realidad rigen todas las relaciones. El SER y el ESTAR. ¿Qué somos? Tú y yo, dos personas, con todo lo que conlleva ser persona y estar viva. No hay dos relaciones iguales. No hay dos parejas iguales, ni dos amigas/os iguales. Todos son novias/os, todos son amigas/os, todos son conocidas/os pero la manera en que nuestras almas (o lo que sea eso) se comunican es siempre única y EXCLUSIVA y no tiene nombre. ¿A qué estamos? Estamos. Estamos vivas, estamos abiertas a dar algunos pasos juntas. MIENTRAS EL SER Y EL ESTAR SE CONJUGUEN TODO LO DEMÁS SOBRA. Cualquier intento de definición es un torpe esfuerzo por meter prisa a lo que solo toma forma con tiempo y espacio. Sobre todo espacio.

Ese es el otro problema que genera etiquetar. Una etiqueta siempre va acompañada de una expectativa. Si llamamos a una cosa naranja, lo último que esperamos es pegarle un mordisco y que sepa a pera. Probablemente pensaríamos que esta fruta es una rareza y la tirariamos a la basura. Una pena, pero así son las etiquetas. Acorralan a los sentimientos, intentan darles una forma concreta antes de que la hayan tomado por sí mismos. Muchas personas las utilizan como garantía. Garantía de que eres solo para mi, de que no me vas  a traicionar. Pero son una garantía endeble.

No hay mejor forma de atar que el sentir. Y si no podemos lograrlo de esa manera, no sirve de nada poner una etiqueta para asegurarnos al otro. Sencillamente, no tenía que ser así.

Estoy totalmente de acuerdo contigo Apa... y mas en esto

¨Algo que me ha enseñado la vida es que hay cosas que, sencillamente, no se pueden colocar bajo la etiqueta de una palabra. Hay sentimientos raros que nos carcomen las tripas y a los que solo podemos definir con un "no sé lo que me pasa", hay personas que no caben bajo la etiqueta de conocida/o, ni de amiga/o, ni de amor, pero qué demonios, para nosotras también significan. Al final, el problema está en que tratamos de encajar el orden del Mundo (del Universo, de esa cosa tan grande y misteriosa o lo que más os guste), en el de las palabras, una invención nuestra enórmemente limitada. Y está claro, no cabe. ¨

Me ha gustado mucho Apariencias. Perdona que esté parca en palabras. Un beso.

Muchas gracias Isavera, lo importante es que "signifiquen".

Muchas gracias dancer y nada te tengo que perdonar. Con tu presencia y la huella de tu paso me siento más que halagada pero no escondo que echo de menos tus "transpiraciones" y que insultes al negro sobre el blanco.