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Historia de un Bebé

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    El día de mi nacimiento, al verme, el doctor y la enfermera dijeron:

    ¡Guaoooo... ! Y yo, con mi piel cubierta con una baba blanquecina, con la nariz obstruida con no sé qué extraña sustancia y con la placenta de sombrero sobre mi cabeza, pelé mis enormes ojos y mientras los miraba, pensé con cara de sobrado:


    -Bueno, al fin he llegado.


    En ese momento escuché que alguien decía: ¡Hay que darle una nalgada! Y enérgico volví a pensar: ¡El que me toque el -lo lo mato! Al final, y para evitar problemas, medio lloré antes de que me dieran la nalgada ¡Qué bienvenida tan salvaje! Y después dicen que me quieren.


    La peor parte de mi vida de esta etapa de bebé fue entre los cero y los tres meses, me obstinaba la cargadera, manoseadera y pellizcadera de cachetes de mis tías, abuelas, abuelos, amigos y amigas de mi mamá.


    Día y noche tuve que calarme la maldición de escuchar una y otra vez: "¡Ay, que cocha tan prechocha!" o "¿Y esa cochita tan linda a quién che pareche?" o la ridícula cancioncita esa de: Atunga que tunga tu... ¡No saben cómo la detesto! Eso sin mencionar unas viejas horribles, hediondas a cigarrillo, que me metían el dedo en la boca y me decían: ¡A ve muéllame... muéllame con echa boquita! Si hubiera tenido unos meses más, les arranco el dedo con mis dientes de leche o les caigo a golpes para tumbarle los de ellas llenos de nicotina.


    Nunca he podido entender por qué no me dan comida como a cualquier persona.


    Primero, las tetas de mi mamá ¡Guácatela!Si fueran las de otra mujer pero ¿las de mi mamá? ¡Qué aberración! Después critican el incesto. A mí me daba como cochita succionarle los pezones, pero ¿qué iba a hacer?¡Con lo que me gusta la leche pasteurizada, esa, la que viene en pote de cuarto "e litro! Pero no, tenía que ser la leche de mi mamá. Por eso cada vez que tenía hambre, ella sacaba discretamente mamarra "e tetas, le ponía encima un pañal para pudorosamente taparse de ojos extraños, y a mí me dejaba un huequito ínfimo a través del cual debía chupar con desesperación un infame chorrito de leche que no llegaba ni a un cuarto de onza.


    Me sentí chulo y vago. Mamá me lo hacía todo y en recompensa, le quité el calcio de sus huesos, la dejé osteoporósica, y ahora le decomiso la poca leche que con tanto esfuerzo produce, pero lo peor de alimentarme de mi madre, es que me siento caníbal.


    La otra es que no sé por qué extraña idea, mamá siempre creyó que yo tenía frío y mientras ella usaba franelas delgaditas con refrescantes escotes, a mí me ponía guantes, escarpines, gorros, saquito, medias y cobijitas de lana. Como además estaba perdiendo peso, me llevaron donde un señor llamado pediatra, quien al verme en su consultorio, le dijo a mi mamá:


    -Desvístalo, móntelo en el peso. Agárrele la cabeza y jálele las piernas que lo voy a medir ¡Qué horrible ese peso!Me sentía como muchacho redondo en carnicería.


    Casi inmediatamente me puso una paleta de helado sin helado sobre la lengua y se acercó con una extraña lucecita que le salía de la frente.


    Me puso de espalda y en el trasero me puyó despiadadamente con un objeto punzopenetrante y me inyectó algo que llamó la triple...Por lo menos mi mamá lloró conmigo.


    Me da vergüenza confesarlo, pero el pediatra me revisó todos los huecos. Creo que le dio asco porque se puso guantes para evitar el contacto con ciertas partes de mi esquelético cuerpo.


    De pronto, con voz gruesa y viéndome como a un bicho raro, dijo:


    -Vamos a probar quitarle el pecho. Déle 12 gotas de estos medicamentos cada cuatro horas y si no se lo toma por las buenas, tápele la nariz y empújeselo, luego comenzaremos con la S26.


    ¡El tipo era Nazi! Iba a quitarme el pecho y luego me aplicaría el plan S26, sin contar el hecho de que agarró el termómetro y me lo colocó en el sitio donde la espalda pierde su nombre.


    Después supe que la S26 es una comida que sabe a mondongo revuelto on galletas María y sardinas.


    Otra cosa que ya no soporto son las canciones infantiles ¡Qué vaina más espantosa! Pasé noches atormentado escuchando esa musiquita sin dejar de observar un móvil que también tenía musiquita e incansable daba vueltas sobre mi cuna las veinticuatro horas.


    Cada rato me cago y me hago pipí ¿Pero cómo no hacerlo?

    Si me la paso de susto en susto: Me tiran hacia arriba y me atajan en el aire, la abuela que tiene mal de Parkinson me asoma a la ventana, mi hermanito mayor está empeñado en que acaricie a su doberman y que para que el perro me reconozca por mi olor, y para colmo, mi mamá, en lugar de llevarme a la poceta, me pone pañal, lo que me ha traído como consecuencia que se me pelen las bolitas, razón por la cual me embadurna con un patuque asqueroso llamado Crema Cero.


    Sí, es verdad. De noche lloro ¿Pero cómo no voy a hacerlo? Si mi papá siempre le está diciendo a mamá: En cuanto se duerma le damos.


    Esta vida de bebé ya no la aguanto, sólo espero crecer para algún día convertirme en un bebé verdaderamente feliz, es decir, en un bebe caña.


    Escrito por el humorista Claudio Nazoa
    raiza
      raiza
      jajajajajajajajajajajajajajaja...yo,esta de Nazoa, no la habia leido,lo juro por las Diosas! el.gif

      Querida mia,habra de tener Usted algun defecto,espero,porque si no no seria humana interesante.gif

      Aunque soy mas de Aquiles, me parece muy risible este articulo...Sabias que los Nazoa son unos de mis humoristas preferidos? Aquiles y Groucho hubieran hecho una dupla tremenda (jamas me perdonare haber prestado el Humor y Amor de Aquiles Nazoa)


      Gracias por hacerme reir de buena gana...Una montaña de besos...de chocolate kiss.gifkiss.gifkiss.gif
      sivila
        sivila
        jajajajajajajajaja que risas me he pasado, pobre bebe, jajajajaja y pobre de la familia cuando crezca, si ya asi de pequeño se nos pone chulito, jajajaja. Muy bueno Brfb, me ha encantado.


        Besitos tu profe de castellano, Sivila

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