La derrota del "papable" español
El estilo autoritario y la cercanía con el Gobierno de Aznar han dañado el crédito de Rouco Varela Las iniciativas atribuidas a su portavoz también le han perjudicado
La inesperada caída del cardenal Antonio María Rouco Varela de la presidencia de La Conferencia Espicopal ha sido propiciada por un cúmulo de factores, entre los que sobresalen el estilo personalista y autoritario del purpurado, que llegó a ser presentado como uno de los candidatos que tenía opciones para suceder a Juan Pablo II, y su excesiva proximidad con el Gobierno del PP. El futuro del arzobispo de Madrid podría pasar ahora por alguno de los ministerios del Vaticano.
En noviembre del 2002, pocos meses después de que la asamblea plenaria le renovase la confianza por tres años más, el arzobispo de Madrid protagonizó un episodio que más tarde, en una u otra medida, le pasaría factura. Rouco reunió a los obispos para darles a conocer la pastoral sobre terrorismo que había cocinado uno de sus auxiliares, el obispo Eugenio Romero Pose, y les hizo creer que, tras su debate, iba incorporar al texto el mayor número de observaciones posible.
El presidente del episcopado condujo el debate con mano de hierro y se comportó caprichosamente a la hora de conceder la palabra o aceptar enmiendas, según relataron después diferentes prelados, hasta el punto que uno de ellos, en privado, concluyó: "Con una dictadura no se puede conducir una conferencia de obispos". La pastoral, que calificaba de "moralmente inaceptable" la autodeterminación del País Vasco, no logró la aprobación de 15 miembros de la asamblea, pero los modos de Rouco lograron encrespar incluso a un sector de los que dieron su beneplácito al texto en aras de preservar la comunión eclesial.
El purpurado se aproximó tanto al Gobierno de José María Aznar durante la última etapa de la legislatura, prestándose, por ejemplo, a desautorizar el criterio de los obispos vascos en cuestiones que afectaban a Euskadi en las que hasta entonces sentaban magisterio, que aquella identificación con el PP llegó a causar cierta inquietud en algunos sectores del Vaticano. La alarma saltó cuando José Luis Rodríguez Zapatero ganó las elecciones y anunció una batería de reformas sociales, como la revisión del rango de la materia de Religión previsto en la ley de calidad o la legalización de los matrimonios homosexuales. El papel de Rouco como interlocutor de la Iglesia ante el Gobierno estaba seriamente hipotecado y reconducir la situación no iba a ser una tarea fácil.
En las últimas semanas se registraron dos episodios que han ido en detrimento del crédito electoral de Rouco y que han afectado al secretario general y portavoz del episcopado, el jesuita Juan Antonio Martínez Camino. Primero hubo un comunicado de condena al Plan Ibarretxe que, ante las protestas de algunos obispos que dijeron que se había emitido sin que hubieran sido consultados, Rouco atribuyó a la oficina de prensa. Después, Martínez Camino afirmó que "el preservativo tiene su papel en el contexto de la lucha contra el sida", y el revuelo que se armó forzó a la Conferencia Episcopal a desautorizarle ante la creciente preocupación de los obispos.
Comentarios
ronaldinha
14 de March de 2005 a las 01:15
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