Por Luc Arbona

EL DIA QUE ME ENAMORE DE UNA MUJER
Elodie tenía 27 años, estaba casada y era madre. No dudaba de su sexualidad pero, de repente, un día conoció a una mujer que hizo que toda su vida se volviera del revés.

Siempre he sido totalmente heterosexual. En 1992, a los 19 años, conocí a mi marido en Estrasburgo donde ambos estudiábamos la carrera. Sexualmente, hasta entonces, había estado bastante bloqueada. Los chicos, la verdad, no es que me volvieran loca: los veía más como algo por lo que tenía que pasar que como un verdadero deseo. Procedo de una familia muy abierta, donde siempre se ha discutido libremente sobre todo tipo de cuestiones, por lo que esa sensación, esa especie de bloqueo, no tenía nada que ver con mi educación. Simplemente yo era así. Pasé por mi primera relación a los 15 años como una formalidad antes de entrar en el instituto, aunque, lo que más me gustaba del sexo no era precisamente practicarlo, sino contárselo luego a mis amigas. Simulábamos todo lo que hacíamos con ellos, lo que decíamos, lo que decían... era divertidísimo pero, era mi única forma de placer porque con el sexo no lo obtenía. Solamente conseguí liberarme y empezar a disfrutar al conocer a Nicolás. Él hizo que tuviera confianza en mí misma. Hablábamos de todo sin ningún tapujo, experimentábamos cada cosa que se nos ocurría, fuera lo que fuera... Estábamos tan sumamente unidos que jamás me planteé que pudiera interesarme otra persona y menos todavía que pudieran atraerme las mujeres. No obstante, mis primeros acercamientos al sexo tuvieron lugar con algunas de mis amigas.
PRIMEROS INDICIOS Me acuerdo, sobre todo, de una compañera de clase, en el instituto, con la que tenía una complicidad especial: me encantaba cuando nos rozábamos, cuando nos hacíamos cosquillas, aquello hacía que se me aceleraran los latidos del corazón... también recuerdo cuando una conocida me contó que se había acostado con otra chica, ¡estaba totalmente fascinada!, aquello me pareció increíble, pero no concebía la idea de que yo pudiera ser homosexual. La verdad es que no sé por qué pero, a pesar de aquellos indicios, nunca dudé de mi heterosexualidad. Desde el principio, mi marido y yo quisimos tener un hijo. Me quedé embarazada cuatro años después de que iniciáramos nuestra relación y decidimos casarnos.
MADRE Y ESPOSA Después, Nicolás aprobó unas oposiciones y empezó a ejercer como profesor en la región de París, adonde nos trasladamos. Pero comenzó a deprimirse porque no conocíamos a nadie y echaba de menos Alsacia. Desde entonces, no volvimos a entendernos. Fue un período de mi vida en el que me empecé a plantear muchas cosas. Un tiempo después sufrí una septicemia (infección general de la sangre), estuve bastante grave, pero lo superé y, a partir de ese momento, decidí que iba a probarlo todo. Un día estaba en una tienda cuando un anuncio me llamó la atención. Una chica buscaba a otra chica "para mantener una amistad y algo más, si existían afinidades". Necesitaba hacer amigos en París, así que llamé.
UNA RUBIA PARISINA Quedamos en un café. La reconocí: una rubia guapa, delicada, con mucha clase, pero con un aire un tanto andrógino. Al principio la miré como a una amiga potencial. Luego fue surgiendo algo más. Estaba enfrente de una chica que podía interesarse por mí y aquello me hizo pensar en la posibilidad... Fue como si se hubiera despertado un fantasma del pasado. Estaba hecha un lío, no sabía qué hacer pero, al final, me decidí y nos volvimos a ver cuatro días más tarde. Nicolas y nuestra hija estaban pasando el fin de semana en Alsacia. La invité a cenar a casa. Vino, conversamos, teníamos muchísimas cosas en común: la música, los libros, el cine, el mismo sentido del humor... El tiempo pasó sin que nos diéramos cuenta, ya no había metro y le propuse que se quedara a dormir. Seguimos hablando sin parar y, en un momento dado, ella me cogió la mano. Aquello me excito muchísimo, Me sentí como en otra dimensión. Acabamos haciendo el amor y, a partir de aquella noche, no dejé de pensar en ella.
"ME OBSESIONÉ" Desde el principio le conte a mi marido que había conocido a una mujer y que sentía algo muy fuerte por ella. No se puso celoso y decidió no enfadarse conmigo. Nuca habíamos sido posesivos y pensó que se me pasaria perro empecé a tener insomnio. Perdí el apetito.intentaba preocuparme por mi hija y por mi marido, pero pensaba en ella veinticuatro horas al día. No podia hacer otra cosa que vivir a fondo aquella aventura Nicolas y yo llegamos a un acuerdo. Durante seis dormí cada noche en su casa Me levantaba a las seis de la mañana, llegaba a casa a las siete, mi marido se marchaba media hora más tarde, yo despertaba a mi hija, le preparaba el desayuno, la llevaba al colegio y me iba a trabajar. A las cuatro recogía a la niña, íbamos a la compra, al parque, a merendar por ahí... y volvíamos a casa. Cuando llegaba Nicolas, hablábamos de todo y de nada, él estaba muy sensible y no quería hacerle daño contándole lo que estaba viviendo. Cenábamos, acostaba a la niña y cogía el metro. Cuando llegaba a casa de mi novia hacíamos el amor durante toda la noche. Al día siguiente, vuelta a empezar. Necesité todo ese tiempo para darme cuenta de que no solamente estaba enamorada sino que era lesbiana. Fue entonces cuando decidí llamar a mis padres para contárselo. Respiraron tranquilos: últimamente no me habían visto prácticamente nada, había adelgazado muchísimo, tenía ojeras, ellos pensaban que me había metido en drogas. Se lo tomaron como si no fuera nada grave, pensando que se me pasaría... Con el tiempo, Nicolás y mi novia terminaron por exigirme que eligiera. Con él tenía amor, estabilidad; con ella había descubierto la pasión. He elegido: me he quedado con ella. El mayor roce con Nicolás se produjo al tener que decidir cómo nos repartiríamos la custodia de la niña. Finalmente la obtuvo él. Mi hija tenía dos años cuando nos separamos y le conté lo que pasaba. Ella conoce a mi novia. Le dije que estaba enamorada de ella y que nos íbamos a vivir juntas, pero que ella vendría a vernos con frecuencia. Lo que ha sido realmente doloroso para ella ha sido que abandonara a su padre, el más genial del mundo. La separación no fue fácil, me derrumbé psicológicamente, pero tenía que hacerlo, era algo que había deseado secretamente desde siempre. Por suerte, mi marido es un buenazo y ahora tenemos la custodia compartida. Es ideal. Actualmente mi hija tiene ocho años y ha aceptado, aparentemente, que su madre esté enamorada de otra mujer. Espero que realmente sea así y que en ningún momento esto pueda afectarle negativamente, sobre todo, espero que nadie la ataque, ni la insulte por tener una familia un tanto peculiar. Parece increíble que todavía sucedan esas cosas, ¿verdad?pero, por desgracia, sigue habiendo gente muy intransigente en el mundo.
"NO ME COMPRENDEN" Tras nuestra separación muchos amigos se han puesto en mi contra. Piensan que formábamos la pareja ideal y no comprenden que haya dejado a mi marido, consideran que he perdido el norte Además, yo creo que el hecho de que sea lesbiana les hace sentirse incómodos. Un día, una amiga me comento que su novio no queria me viera, ¡tenía miedo de que influyera sobre ella ~ Sin embargo, yo, desde que vivo con mi novia he ganado mucho, soy yo misma, me he redescubierto y me gusta. Llevamos ya cuatro años juntas y quien sabe cuánto durará.