La visión esférica
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| anouk | Publicado el 28-04-2004 23:04:37 |
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Hola. bueno, la verdad es que esto me da muchísima vergüenza. resulta que en mis ratos libres a mi tb me gusta escribir un pokillo. hoy en madrid ha caído una tromba de agua bastante considerable que me ha pillado en plena siesta. me he despertado sobresaltada porque me había dejado la ventana abierta y el agua me estaba saplicando en la cara. sin darme cuenta he saldado al ordenador y he escrito esto. Trinuvie dice que tengo que subir algún cuento y, como los otros que tengo son más largos, he decidido subiros estas palabras, aún húmedas por la lluvia. espero que me deis vuestra opinión. reclamaciones e improperios a Triunvie xfavor: el ha sido el instigador de la subida de los párrafos. un saludo: LA VISIÓN ESFÉRICA Comencé este viaje con la intención de ampliar mi visión del mundo, de adquirir una nueva forma de comprender las cosas. Me quería capaz de todo cuando, realmente, no sabía hacer nada. Deseé ser otra persona sin dejar nunca de ser yo mismo. Busqué entre las palabras y las cosas la esencia de un yo cercano pero desconocido, de un compañero inseparable con el que nunca había tenido ocasión de charlar. Creía que mi viaje cambiaría también eso; pensaba que mi hermano perdido estaba escondido en algún lugar entre Nepal y la India, entre los árboles que bañan sus raíces en una de las márgenes del Amazonas, encaramado e inmóvil sobre una duna viajera del Sáhara. Adopté esta creencia después de haberle buscado entre las páginas de todas las épocas, lugares, credos y culturas. No hubo ?ismo? que no probara en mi desesperada esperanza de encontrarle, no hubo epopeya ni cántico; soneto o lira que no inspeccionara coma a coma en su busca. Ya sólo me quedaba el viaje: la última esperanza de adquirir una visión del mundo distinta de la que poseía. A pesar de haberlo recorrido ampliamente en mis investigaciones, todas estas se habían realizado sobre plano, sobre papel: mi visión del mundo era bidimensional, meramente descriptiva y dependiente del mayor o menor acierto de los que había convertido cúpulas, ríos, cimas y pirámides en meros planos encerrados entre tapas de diversos colores y tamaños. Bien es cierto que para cuando tomé la determinación de abandonar mi planeta plano para descubrirlo esférico, poco recordaba ya de los motivos que me habían incitado a comenzar esta búsqueda, que se había vuelto obsesiva y, como todas las obsesiones, había pasado a ser una mera acción que no responde a motivo ni causa por no reconocerlos la como propios. Una tormenta de primavera bañaba mis labios mientras oía la música lejana que se filtraba por mi ventana procedente del cercano teatro de ópera de la ciudad. En eso había consistido mi vida: en percibir las cosas lejana pero apasionadamente. Esta vez me empapaba mientras cerraba los ojos y sacaba la cabeza por la ventana para oír mejor. Las calles estaban desiertas y los aplausos del apasionado público resonaban en toda ella. Las ventanas estaban cerradas mientras yo extendía los brazos y me sentía volar. Así comenzó mi viaje. Un ruido me sorprendió, dentro de la casa. Como si algo se hubiera caído. Comprendí entonces que nada, salvo mis libros, me quedaba allí: los últimos compases de la propina regalada por la orquesta filarmónica de alguna lejana ciudad europea al distinguido público del que yo formaba parte clandestinamente sonaban mientras cerraba el resto de las ventanas de la casa, que daban a otra calle sin música. La maleta me esperaba en la cama sin que yo la hubiera preparado antes: sólo la ventana musical quedó abierta cuando me fui. Mientras bajaba las escaleras podía oír los relámpagos mezclándose con los nuevos aplausos y, todo esto, acallado por el rugido de los cristales que estallaban histéricamente allí donde yo los había dejado. No había llegado aún a la plaza del teatro cuando ya noté el agua calándome la espalda, chorreando del ala de mi sombrero, como si de una descuidada fuente florentina se tratara. Un rayo. Un, dos, tres, cua? El relámpago. Del mundo sólo sabía lo que los libros me habían contado: había memorizado planos y nombres a lo largo de mi vida; ¿cuánto tiempo me había llevado eso?. Lo único que sabía era que no sabía nada. Sin darme mucha cuenta me supe absorbido por una especie de remolino, arrastrado por las olas de un mar que desconocía. Palpé mi bolsillo: no olvidaba nada de lo necesario. Voluntaria o involuntariamente dejé caer la maleta en medio de una plaza y seguí mi camino sin verlo. No sabía por qué me mojaba, no recordaba nada sobre mi yo escondido o sobre esa tan ansiada ampliación de miras que me enloquecía. Eché a correr queriendo comprobar que el mundo era redondo avanzando sin parar en línea recta para volver irremediablemente al punto de partida. Miré mi propia ciudad con ojos extraños: esa que tanto había conocido sin pasear, sin saborear y ni descubrir. Corría por una callejuela con los brazos extendidos, rozando suavemente una pared con los dedos de la mano derecha por miedo a salir volando y no saber cómo bajar. Entonces volé, bajo la lluvia, sin darme cuenta. Sentí claramente como mi cuerpo se hacía inexplicablemente ligero y mis pies se despegaban irremediablemente del cielo. No me importaba no saber volver al suelo porque no quería hacerlo. Desde la altura veía caer los rayos sobre las agujas que coronaban los tejados de la ciudad. Por los conocimientos que había adquirido sabía que era un blanco fácil para ellos: en una altura justo en el corazón de una tormenta. De igual modo sabía que atravesar las nubes sería mortal, y que Newton no me permitiría volar alegremente bajo ellas. Me dejé caer. La caída fue larga: ella fue mi viaje. Desde el momento en el que comenzó, lo ví todo con claridad. Subí a siete colinas, madres del mundo; nadé hasta encontrarme con tres gigantes faraónicos, veinte mezquitas y un río inmenso sobre cuyas aguas corrí hasta descubrir su nacimiento. Divisé la nieve sobre un monte del desierto, corrí entre cebras y leones hasta llegar a una ciudad santa que era en realidad tres ciudades. Seguí corriendo sobre arena hasta llegar a las aguas de un océano sin encontrar montaña o muralla que pudiera detenerme. Divisé islas que se extendían sobre el mar como si de granos de arroz esparcidos sobre el suelo se trataran. Otros gigantes de cinco caras me esperaban al otro lado del azul, señalándome los pasos de una selva interminable dividida por un río que no cesa. El mundo era un mero dibujo bajo mis pies mientras yo me sabía caer sin importarme. Mis ojos estaban abiertos de par en par para contemplar las maravillas que la vida no me había regalado hasta entonces. Amé a hombres y mujeres: mi viaje era eterno, las despedidas no eran amargas, las noches, luminosas y los días siempre eran el mismo. Fui todos los hombres después de no haber sido ninguno. Me supe poseedor del más grande de los conocimientos. No sólo viajaba en el espacio, sino en el tiempo: contemplé tres barcos que llegaban incrédulos a unos mares cálidos mientras yo saboreaba una revolución largamente esperada en los labios de una antigua esclava que acababa de obtener su libertad. Los hechos, las épocas y los lugares comenzaban a mezclarse. Ya no era lluvia lo que bañaba mi rostro: el sol lo iluminaba y me obligaba a cerrar los ojos. Ya sabía por qué había partido, ya recordaba el motivo que me había movido a volar. Había encontrado en cada hombre, en cada mujer, en cada ladrillo de cada ciudad y en todos los árboles de las selvas lo que tanto me había desesperado. Supe entonces que me estaba buscando a mí mismo. Para ese momento, ya me habían encontrado empapado en un charco de sangre, lluvia y sudor, junto a la maleta que había tirado los distinguidos ciudadanos que salían del teatro operístico con sus vestidos de noche. Mis ojos, aunque cerrados y atados a mi cabeza en el suelo, los veían desde todos los lugares posibles. Había conseguido acceder a mi tan esperada visión esférica. |
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| raiza | Publicado el 29-04-2004 18:04:08 |
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Reclamacion: a ver,señorita,¿podria usted decirme por que no nos habia hecho participes de la lectura de sus escritos hasta ahora? He leido todo,anouk,y no tengo palabras para describir las diversas sensaciones que he ido experimentando a medida que iba progresando en la lectura. Me ha gustado tanto que te pido permiso para guardarlo (por supuesto,con respeto al copyright  )Gracias,querida anouk...si es que no me equivoco al decir que LL es un refugio pleno de talento  (lastima que no se me contagie,pero igual seguire disfrutando)Montaña de besos para ti  y ,por favor,sigue escribiendo aqui.p.s.: Trinu,gracias por convencerla,puedes pedir premio 
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| mad | Publicado el 29-04-2004 21:04:56 |
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 Así me he quedado, no he podido ni pestañear hasta no terminar de leer. Me ha encantado, me has hecho sentir como si volara de verdad. Y me has dejado con ganas de más.Yo me uno a la petición de Raiza, por favor sigue escribiendo y que nosotras lo veamos , claro.Un besazo, guapa. |
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| trinuvie | Publicado el 29-04-2004 22:04:49 |
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Si ya lo dije yo!!! Y esperad esperad!! Esta tia es la p*** ama!! Me a pasao ya 3 relatos y me e kedao flipando , asi ke anouk, ya as leido a sita Rai y a mad, asi ke ya estas subiendo todo lo ke tengas por ahi  . jijiji .1 besazo P.D: Rai ... ke mejor premio puedo pedir, ke el de ver como animais a esta chica a compartir su talento con nosotrs, y ver (porke lo vamos a ver ¬¬) ke lo conseguimos?
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| jyri | Publicado el 30-04-2004 00:04:26 |
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Ufff a mi tambien me ha encantado, quiero mas!
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| sonfo | Publicado el 30-04-2004 14:04:23 |
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That"s my girl ;);) Eso sí, ahora no te doy permiso para escribir nada nuevo hasta que termines lo que tu ya sabes, que quiero saber el final weeeeeeeeeeeeeeee 
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| char | Publicado el 06-05-2004 00:05:13 |
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me ha encantado...... por que no lo lei antes? queremos mas!!!!!!!!!!
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