Que la palabra matrimonio sea la apropiada o no para las uniones entre homosexuales es lo de menos. Ya se inventará otra o se ampliará el sentido de ésta. Lo que subyace tras la polémica sobre el anteproyecto de ley que permitirá la unión legal, con todos sus derechos y obligaciones, entre personas del mismo sexo es la homofobia.
No hay que arañar mucho, hagan la prueba en su entorno cotidiano, para que tras los reparos legales aflore la consideración de la atracción por personas del mismo sexo como una aberración, un vicio, una perversión o una desviación. A partir de ese convencimiento, los más avanzados pueden llegar hasta a tolerar que la homosexualidad exista que eso no han podido evitarlo, precisamente porque forma parte de la naturaleza humana, quemándolos, apedreándolos, encarcelándolos, deportándolos a campos de concentración o mofándose de ellos y que se manifieste con cierta discreción. Pero de ahí a considerarla normal media un abismo que no pueden ni quieren saltar. Porque todo, llamemos a las cosas por su nombre, viene de este convencimiento primero: si son anormales, ¿cómo aspiran a los mismos derechos que los normales?

Cuando del matrimonio se pasa a la adopción, la cuestión se hace más virulenta por más compleja (sabido es que a cierto tipo de conservador le irrita tanto como le asusta lo complejo porque no puede entenderlo). Una vez más, todo nace de lo mismo: si el homosexual es un anormal, ¿cómo podrá ser buen padre o madre?, ¿cómo se podrá evitar que, preso de su depravación, no acabe abusando del niño o la niña? Recuerden esa gran película de William Wyler, basada en una obra teatral de Lillian Hellman (The Children"s Hour) que Hollywood obligó a dulcificar, en la que Audrey Hepburn y Shirley MacLaine eran atacadas por su simultánea condición de educadoras y lesbianas (en la película sólo una sospecha moralizada por el título español, en la obra una evidencia).

Como pocos se atreven a decir abiertamente que los homosexuales no pueden adoptar porque son anormales y por ello con tendencias depravadas, se recurre al argumento de la difícil situación de un niño que tenga dos papás o dos mamás. Tiene una base cierta, pero que se vuelve fácilmente contra quien la esgrime: cuanto antes se normalice socialmente la situación de las parejas homosexuales, antes los niños dejarán de sentirse raros o de ser acosados por sus amiguitos homófobos.

Tampoco era fácil ser hijo de un negro y una blanca en Alabama, y no por ello habrían de apoyarse las leyes que prohibían el matrimonio entre personas de distinta raza u oponerse a las que desde la administración Kennedy lucharon contra ellas. Es una cuestión difícil y delicada, sin duda. Pero también un gran paso hacia una sociedad más humana.

Jyri Wrote:

Una amiga y yo ya tenemos decidido para nuestra proxima clase de religion escribir en la pizarra Viva el matrimonio gay, a ver que pasa Pues eso... jeje



Grabalo en video, me muero por verlo!!!!


Ademas que se joda la iglesia!!!

Jyri Wrote:Asi que de paso planteo una pregunta.. no se, creen que se puede ser homosexual/bisexual y estar en contra del matrimonio gay o de la adopcion?? Es que yo no le veo sentido... pero bueno.

Pues claro que si,querida Jyri...si algo caracteriza a los seres humanos es precisamente la diversidad de formas de pensar. Y,aunque parezca contradictorio,si hay homosexuales para quienes la adopcion y el matrimonio son cargas tradicionalistas y conservadoras y opinan que estos logros no son mas que lastres y que dañan mas que benefician. El todo esta en ser respetuos@s con las personas aunque tengan diferentes formas de pensar. Me pregunto,si se aprueba al matrimonio homosexual y la adopcion en igualdad de condiciones que para los heterosexuales (vamos,que se hable de personas),acaso estaran obligad@s l@s homosexuales reacios a ello a hacerlo? porque de otra manera,no entiendo tanta alharaca

Si hay igualdad de obligaciones,lo mas logico y justo es que haya igualdad de derechos tambien...creo