Estos son cuatro casos de ejemplos en el que se consiguieron algunos resultados positivos:

Amina Lawal y Safiya Husaini. Amina, mujer nigeriana de 31 años, fue declarada culpable por un tribunal de la Sharia en marzo de 2002, acusada de tener un hijo fuera del matrimonio, una vez divorciada. Bajo la nueva legislación de la Sharia, en vigor en 12 estados del norte de Nigeria desde 1999, este hecho es suficiente para ser declarado culpable de un crimen de adulterio y puede tener como castigo la pena de muerte por lapidación.
La vista de apelación del caso de Amina se aplazó en numerosas ocasiones hasta que por fin se celebró el pasado 27 de agosto de 2004.
Los cinco jueces del Tribunal Islámico de Apelación del Estado de Katsina consideran que Amina Lawal no tuvo la oportunidad de defenderse y, por tanto, su confesión no tuvo validez, por lo que decidieron su absolución.

Safiya, mujer nigeriana de 35 años y madre de cinco hijos, fue absuelta por un tribunal islámico nigeriano de apelación de una condena impuesta en octubre de 2001 por un supuesto delito de adulterio. El 26 de marzo de 2002 la corte anuló la condena por los errores procesales registrados en el juicio.

Amnistía Internacional puso en marcha una campaña de recogida de firmas para erradicar la pena de muerte y otros castigos crueles, inhumanos y degradantes de Nigeria, recogiendo más de 13 millones de firmas en todo el mundo.

Leyla Mafi. Cuando Leyla Mafi tenía ocho años su madre la obligó a ejercer la prostitución y desde entonces fue violada reiteradamente.
La detuvieron a principios de 2004 y la acusaron de actos contra la castidad por regentar un burdel, mantener relaciones sexuales con parientes consanguíneos y dar a luz a un hijo ilegítimo.
Unas pruebas realizadas por trabajadores sociales demostraron, según informes, que tenía una edad mental de ocho años, pero a pesar de ello le impusieron una pena de flagelación y una pena de muerte que se ejecutaría a continuación.
En respuesta a los llamamientos urgentes de defensores y defensoras de los derechos humanos de Irán, de Amnistía Internacional y de gobiernos extranjeros, las autoridades de Irán tomaron la inaudita medida de hacer unos comentarios públicos sobre el caso en una conferencia de prensa el 26 de diciembre de 2004. Refutó la información que había proporcionado Amnistía Internacional sobre el caso, pero anunció, no obstante, que se revisaría.
El 27 de marzo de 2005, el Tribunal Supremo anuló la condena de muerte, pero confirmó la de flagelación: recibir 99 latigazos. La condenaron también a tres años y medio de cárcel por dar facilidades para la corrupción y la prostitución estando disponible para actos sexuales. El juez ordenó también que, una vez cumplida la condena de cárcel, fuera internada durante ocho meses en un centro de rehabilitación de mujeres.
Se sabe ya que Leyla Mafi sufrió su condena de 99 latigazos en febrero en la sede del Departamento de Justicia de la ciudad de Arak. Posteriormente fue trasladada a un centro de rehabilitación de mujeres de Teherán, donde tiene que estar ocho meses.
Su abogado ha expresado su agradecimiento a todos los activistas de dentro y fuera de Irán que han hecho campaña para salvar a Leyla de la pena de muerte y ha dicho que, a pesar del trauma por el que ha pasado, está muy contenta de seguir viva. La sección española de Amnistía Internacional recogió 117.476 firmas.

Ashraf Kolhari. Ashraf Kalhori fue condenada a morir lapidada por adulterio en Irán, en aplicación de legislación relativa a las mujeres casadas. Se le impuso también una pena de 15 años de prisión por su presunta participación en el asesinato de su esposo, muerto en abril de 2002 tras una pelea con un vecino. Amnistía Internacional lanzó una acción mundial sobre este caso.

Por ley, Ashraf Kalhori debe cumplir los 15 años de prisión antes de ser ejecutada. Sin embargo, hacia principios de julio de 2006 se dictó la orden de ejecución de la sentencia de muerte, que quedó, fijada, según informes, para el final del mes.

La abogada de Ashraf Kalhori, la defensora de los derechos humanos de las mujeres Shadi Sadr -que dirige una campaña contra la lapidación en Irán- presentó una petición al ayatolá Shahroudi solicitando la suspensión de la ejecución. Firmaron la petición más de cuatro mil personas, incluidas más de un centenar de activistas de los derechos de las mujeres iraníes.

Alrededor del 10 de agosto, el presidente de la Magistratura anunció que había suspendido temporalmente la ejecución de Ashraf Kalhori. El caso se ha remitido a la Oficina de Vigilancia y Seguimiento (Daftar-e Nezarat a Paygiri) para su revisión.

Ashraf Kalhori se encuentra recluida en la prisión de Evin de Teherán desde que fue detenida en 2002. No ha visto a sus cuatro hijos (de entre 9 y 19 años) en todo este tiempo.

Ashraf Kalhori había pedido el divorcio, pero su solicitud fue rechazada por el juez por considerar que debía seguir viviendo con su esposo, ya que tenía hijos. Mahmoud Mirzaei fue declarado culpable de adulterio, pero lo condenaron a recibir 100 latigazos, en vez de a muerte por lapidación, por ser soltero. Sin embargo, fue declarado también culpable del asesinato del esposo de Ashraf Kalhori y condenado por ello a muerte. Su condena no puede ejecutarse durante otros 9 años, cuando el hijo menor de la víctima cumpla 18 años y esté en condiciones de decidir si renunciar al derecho de represalia y aceptar a cambio el pago de diyeh (dinero de sangre).