La draconiana fuerza de la ley de inmigración separa a Pepca y Martine, pero encuentran una manera de estar juntas, no importa donde sea.

La detención y el encarcelamiento de Martine la sumerge en circunstancias sombrías con un futuro incierto mientras espera su deportación. Ella se encuentra con este reto al continuar pensando en sí misma, no como una víctima, sino como una bailarina. Martine baila en cada oportunidad que recibe, incluso si es sólo moviendo sus pies mientras está sentada en un banco o moviendo sus manos en el aire mientras se pasea por el patio. Sus cartas a Pepca se ilustran con dibujos y notas donde comparten la danza que sigue creando.

Mientras Martine se cobija en la danza para sobrevivir, la reacción de Pepca a su separación es separarse de la danza y lentamente perder su deseo de "despertar". Su pasión por Martine y el baile sólo se revela a través de los sueños, donde se imagina que ella y Martine se reúnen y danzan juntas de nuevo.