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Poesía

rayman
    rayman

    Emily Dickinson

    Corazón, le olvidaremos
    en esta noche tú y yo.
    Tú, el calor que te prestaba.
    Yo, la luz que a mí me dio.

    Cuando le hayas olvidado
    dímelo, que he de borrar
    aprisa mis pensamientos.
    Y apresura tu labor
    no sea que en tu tardanza
    vuelva a recordarle yo

    alinamar
      alinamar

      Yo no soy yo                       

      soy este

      que va a mi lado sin yo verlo;

      que, a veces, voy a ver,

      y que, a veces, olvido.

      El que calla, sereno, cuando hablo,

      el que perdona, dulce, cuando odio,

      el que pasea por donde no estoy,

      el que quedará en pié cuando yo muera.

      JUAN RAMÓN JIMENEZ

      ¿quienes somos realmente de entre todos los "yo" posibles? ¿hay alguno verdadero? ¿merecemos otra oportunidad, dada esa multiplicidad, o la condena debe ser perpetua?

      saudade
        saudade

        Nada destruye más lo que amamos que su posesión,

        nada perece sino nosotros mismos.

        F. Castaño

        alinamar
          alinamar

          "El que no ama y renuncia

          Que Dios le dé como castigo

           El paso de la cucaracha y de la serpiente 

          El estremecimiento del viento

          El polvo de la tierra".

          Son unos versos desoladores, terribles, escritos por Herta Müller. Así es la poesía en algunas ocasiones: una sonora bofetada, pero como donde hay una persona que dice A, suele haber otra que dice B, dejo aquí estos versos de E.B. Browning  sobre el mismo “asunto” con diferente tratamiento:

          “Ni el amor que te tengo te he de dar

          es para no dañarte que me alejo

          yo sólo te amo, déjame pasar”

          Buen finde a todas :)

          Desconocida
            Desconocida

            ¿QUÉ SE AMA CUANDO SE AMA? ¿Qué se ama cuando se ama, mi Dios: la luz terrible de la vida o la luz de la muerte? ¿Qué se busca, qué se halla, qué es eso: amor? ¿Quién es? ¿La mujer con su hondura, sus rosas, sus volcanes, o este sol colorado que es mi sangre furiosa cuando entro en ella hasta las últimas raíces?

            ¿O todo es un gran juego, Dios mío, y no hay mujer 
            ni hay hombre sino un solo cuerpo: el tuyo, 
            repartido en estrellas de hermosura, en partículas fugaces 
            de eternidad visible?

            Me muero en esto, oh Dios, en esta guerra 
            de ir y venir entre ellas por las calles, de no poder amar 
            trescientas a la vez, porque estoy condenado siempre a una, 
            a esa una, a esa única que me diste en el viejo paraíso.


            Gonzalo Rojas

            alinamar
              alinamar

              Si tú has de amarme, deja que sea por nada

              Excepto por amor al amor mismo. No digas

              "La amo por su sonrisa ― su apariencia ― su manera

              De hablar dulcemente, ― por un giro del pensamiento

              Que se ajusta bien al mío, y sin duda, trajo

              Una sensación de placentero bienestar tal día"―

              Porque estos motivos en sí mismos, Amado, podrían

              Ser cambiados, o cambiar para ti, ― y el amor, así forjado

              Pudiera deshacerse de igual modo. Ni me ames por

              Tu propia amorosa compasión al enjugar mis mejillas, ―

              ¡Una criatura que tenga tu consuelo largo tiempo,

              Pudiera olvidarse de llorar, y perder tu amor por eso!

              Ámame, pues, por amor al amor mismo, para que siempre

              Puedas continuar amando, en la eternidad del amor.

              E. B. BROWNING

              Desconocida
                Desconocida

                Ahora me pregunto qué sería de aquel fuego
                y de su noche, la ceniza.

                II
                El fuego es dios de nada, dijo el poeta, es nada
                aunque a veces sople por las chimeneas
                un aire alemán.

                III
                Ahora me pregunto qué fue de aquellos fuegos
                y de su norte, la ceniza.

                IV
                El fuego es dios de nada -dijo el poeta- es nada
                y jamás se controla por educación
                o cualquier otra
                sino que obra
                y porfía.

                V
                Ahora me pregunto que será de aquel fuego
                y su sepulcro, la ceniza.

                Blanca Andreu

                Desconocida
                  Desconocida

                  PIEDRA NEGRA SOBRE UNA PIEDRA BLANCA

                  Me moriré en París con aguacero,
                  un día del cual tengo ya el recuerdo.
                  Me moriré en París -y no me corro-
                  tal vez un jueves, como es hoy, de otoño.

                  Jueves será, porque hoy, jueves, que proso
                  estos versos, los húmeros me he puesto
                  a la mala y, jamás como hoy, me he vuelto,
                  con todo mi camino, a verme solo.

                  César Vallejo ha muerto, le pegaban
                  todos sin que él les haga nada;
                  le daban duro con un palo y duro

                  también con una soga; son testigos
                  los días jueves y los huesos húmeros,
                  la soledad, la lluvia, los caminos...

                  César Vallejo

                  Desconocida
                    Desconocida

                    La flecha

                             No importa que la flecha no alcance el blanco
                    Mejor así
                             No capturar ninguna presa
                             No hacerle daño a nadie
                    pues lo importante
                    es el vuelo         la trayectoria          el impulso
                             el tramo de aire recorrido en su ascenso
                             la oscuridad que desaloja al clavarse
                    vibrante
                             en la extensión de la nada

                    José Emilio Pacheco

                    alinamar
                      alinamar

                      Como el náufrago metódico que contase las olas

                      que faltan para morir,

                      y las contase, y las volviese a contar, para evitar

                      errores, hasta la última,

                      hasta aquella que tiene la estatura de un niño

                      y le besa y le cubre la frente,

                      así he vivido yo con una vaga prudencia de

                      caballo de cartón en el baño,

                      sabiendo que jamás me he equivocado en nada,

                      sino en las cosas que yo más quería.

                       

                      AUTOBIOGRAFÍA

                      LUIS ROSALES
                      fanfarlo
                        fanfarlo

                        QUE ELLA HABLE DE SUS COSAS. Que cuente sus sueños y también los otros. Que se tropiece y se levante. Que se ensalce y se derribe. Que llore sin que sea glorioso. Que se ria sin que sea la hostia. Que se corra cuando quiera y pensando en lo que quiera. Que sea la novia de sus propios cuentos y que esté sola y loca y harta y gorda y flaca y que me deje en paz y que le cuente lo suyo y que no cuente conmigo. Ray Lorriga, del que estoy casi tan enamorada como de james Dean o de B.

                        Las dos partes de lo que fue una pareja.

                        Desconocida
                          Desconocida
                          bettymary
                            bettymary

                            Inclinado en las tardes tiro mis tristes redes

                            a tus ojos oceánicos.

                            Allí se estira y arde en la más alta hoguera

                            mi soledad que da vueltas los brazos como un náufrago.

                            Hago rojas señales sobre tus ojos ausentes

                            que olean como el mar a la orilla de un faro.

                            Sólo guardas tinieblas, hembra distante y mía,

                            de tu mirada emerge a veces la costa del espanto.

                            Inclinado en las tardes echo mis tristes redes

                            a ese mar que sacude tus ojos oceánicos.

                            Los pájaros nocturnos picotean las primeras estrellas

                            que centellean como mi alma cuando te amo.

                            Galopa la noche en su yegua sombría

                            desparramando espigas azules sobre el campo.

                             

                            Pablo Neruda

                            bettymary
                              bettymary
                              No lo creo todavíaestás llegando a mi ladoy la noche es un puñadode estrellas y de alegríapalpo gusto escucho y veotu rostro de paso largotus manos y sin embargotodavía no lo creotu regreso tiene tantoque ver contigo y conmigoque por cábala lo digoy por las dudas lo cantonadie nunca te reemplazay las cosas más trivialesse vuelven fundamentalesporque estás llegando a casasin embargo todavíadudo de esta buena suerteporque el cielo de tenerteme parece fantasíapero venís y es seguroy venís con tu miraday por eso tu llegadahace mágico el futuroy aunque no siempre he entendidomis culpas y mis fracasosen cambio sé que en tus brazosel mundo tiene sentidoy si beso la osadíay el misterio de tus labiosno habrá dudas ni resabioste querré más todavíaMARIO BENEDETTI
                              ding
                                ding

                                "LA GUITARRA"

                                Hecha de miel y pesares
                                y con espuma de lágrimas.
                                Con besos de luna llena,
                                con sangre de madrugadas.
                                Hecha con lumbre de auroras
                                y rumor de acequias claras.
                                Madura de soledades
                                bajo las estrellas altas.
                                Nace cien veces la música
                                del fondo de la guitarra.

                                Su madera no es madera;
                                Es una selva incendiada.
                                Crisol de todos los cantos.
                                Dolor de todas las ramas.
                                Para volar en la noche
                                usa dos manos por alas.
                                Vuela la música, lejos
                                bajo las estrellas altas.
                                Y siempre nace y renace
                                del fondo de la guitarra.

                                Vino la guerra mordiendo
                                la libertad de la Patria.
                                Crecieron las montoneras,
                                potros, galopes y lanzas.
                                Vinieron tiempos de siembra.
                                nació la semilla clara.
                                Cantó la tierra olorosa.
                                Florecieron las mañanas.
                                Y se llenó de cantares
                                la selva de la guitarra.

                                Pena de los trovadores
                                Es pena dulce y amarga:
                                Dulzura de dar la dicha,
                                amargor de no lograrla.
                                Arquitecto de consuelos,
                                sólo tiene noche larga.
                                Herida que se hace canto
                                bajo las estrellas altas,
                                porque conoce estas cosas
                                tiene penas la guitarra.

                                -

                                ATAHUALPA YUPANQUI

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