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Poesía

alinamar
    alinamar

    "No salieton jamás..." pertenece a "Cancionero y romancero de ausencias" (1938-1941)
    "Mis ojos, sin tus ojos, no son ojos..." pertenece a "Imagen de tu huella" (1934).

    La poesía de este hombre me fascina. Crecí con ella.

    Saludos Camil.

    Buen finde

    Dejo otro de Cancionero y romancero de ausencias:

    No puedo olvidar
    que no tengo alas,
    que no tengo mar,
    vereda ni nada
    con que irte a besar.

    MIGUEL HERNÁNDEZ

    alinamar
      alinamar

      Sí; tú eres el amor. Y nadie enfrente...

      Sí; tú eres el amor. Y nadie enfrente.
      No hay nadie al otro lado. Cuando besas
      vas a tus mismos labios, y regresas
      vacía para buscarte inútilmente.

      Está sólo el amor. No de repente.
      En el origen ya, ya en las promesas,
      juntas las manos y las alas presas,
      llora el amor su soledad naciente.

      Porque eres tú el amor. Y nadie ayuda
      a librar la batalla. Surge, muda,
      ciega, una sombra cerca... ¿Es el amante?

      ¿O es el mar del amor, donde se acaba
      todo el caudal que la pasión llevaba,
      bebiendo eternidad en un instante?

      JOSÉ GARCÍA NIETO

      selenna
        selenna

        De este poema ya puse la letra en otra ocasión, pero he encontrado esto. Recitado por el mismo Eduardo Galeano; merece la pena escucharlo de su propia voz. Es maravilloso.

        http://www.youtube.com/watch?v=todj4fK7FFI&feature=related

        alinamar
          alinamar

          No sé si soy así ni si me llamo...

           

          No sé si soy así ni si me llamo

          así como me llaman diariamente;

          sé que de amor me lleno dulcemente

          y en voz a borbotones me derramo.

           Lluvia sin ocasión, huerto sin amo

          donde el fruto se cae sobradamente

          y donde miel y tierra, juntamente,

          suben a mi garganta, tramo a tramo.

           Suben y ya no sé donde coincide

          mi angustia con mi júbilo, ordenando

          esta razón sonora y sucesiva.

           Y estoy condecorado, aunque lo olvide,

          por un antiguo nombre en que cantando

          voy a mi soledad definitiva.

          JOSÉ GARCÍA NIETO

          alinamar
            alinamar

            CASTAÑO

            ¿Es locura —o bien juicio recobrado—

            detener el andar, pararse en medio

            de la acera del día para hablarle

            al árbol retoñado que se encuentra

            delante de nosotros? Para hablarle

            muy de cerca aunque mudos y por dentro,

            sin musitar palabra, pero hablarle

            como lo haríamos ante el amigo

            bueno con quien estamos siempre a gusto.

            Yo me detengo a veces de este modo.

            Me pongo en un rincón, junto al lugar

            que ya se había transformado en casa,

            en seguro recinto de la vida,

            y oigo el temblor de todas esas hojas

            como un pueblo con una sola lengua;

            escucho el agua de ese movimiento

            que es libertad al tiempo que destino,

            y en su verdor iluminado aprendo

            a ser mejor y más el ser que quiero.

            ANTONIO MORENO

            madariaga
              madariaga

              Ahí va otro:

              Me gustaría ser lesbiana para darle a mi novio

              otra excusa mejor que el "me duele la cabeza".

              Me gustaría ser lesbiana porque a los heteros

              no les preguntan sobre su sexualidad.

              Me gustaría ser lesbiana para tener el doble de posibilidades

              de encontrar compresa si me pilla de sobresato la regla.

              Me gustaría ser lesbiana para no gastar

              tanto dinero en preservativos.

              Pero, sobre todo, me gustaría ser lesbiana

              para discutir con mi padre y, por lo menos,

              tener algo sobre lo que hablar con él.

              Saray Pavón Márquez 

              El poemario no mata, la edición es bonita y las circumstancias en las que me topé con él graciosas. 

              alinamar
                alinamar

                CARTA

                El palomar de las cartas

                abre su imposible vuelo

                desde las trémulas mesas

                donde se apoya el recuerdo,

                la gravedad de la ausencia,

                el corazón, el silencio.

                Oigo un latido de cartas

                navegando hacia su centro.

                Donde voy, con las mujeres

                y con los hombres me encuentro,

                malheridos por la ausencia,

                desgastados por el tiempo.

                Cartas, relaciones, cartas:

                tarjetas postales, sueños,

                fragmentos de la ternura,

                proyectados en el cielo,

                lanzados de sangre a sangre

                y de deseo a deseo.

                Aunque bajo la tierra

                mi amante cuerpo esté,

                escríbeme a la tierra

                que yo te escribiré.

                En un rincón enmudecen

                cartas viejas, sobres viejos,

                con el color de la edad

                sobre la escritura puesto.

                Allí perecen las cartas

                llenas de estremecimientos.

                Allí agoniza la tinta

                y desfallecen los pliegos,

                y el papel se agujerea

                como un breve cementerio

                de las pasiones de antes,

                de los amores de luego.

                Aunque bajo la tierra

                mi amante cuerpo esté,

                escríbeme a la tierra,

                que yo te escribiré.

                Cuando te voy a escribir

                se emocionan los tinteros:

                los negros tinteros fríos

                se ponen rojos y trémulos,

                y un claro calor humano

                sube desde el fondo negro.

                Cuando te voy a escribir,

                te van a escribir mis huesos:

                te escribo con la imborrable

                tinta de mi sentimiento.

                Allá va mi carta cálida,

                paloma forjada al fuego,

                con las dos alas plegadas

                y la dirección en medio.

                Ave que sólo persigue,

                para nido y aire y cielo,

                carne, manos, ojos tuyos,

                y el espacio de tu aliento.

                Y te quedarás desnuda

                dentro de tus sentimientos,

                sin ropa, para sentirla

                del todo contra tu pecho.

                Aunque bajo la tierra

                mi amante cuerpo esté,

                escríbeme a la tierra

                que yo te escribiré.

                Ayer se quedó una carta

                abandonada y sin dueño,

                volando sobre los ojos

                de alguien que perdió su cuerpo.

                Cartas que se quedan vivas

                hablando para los muertos:

                papel anhelante, humano,

                sin ojos que puedan serlo.

                Mientras los colmillos crecen,

                cada vez más cerca siento

                la leve voz de tu carta

                igual que un clamor inmenso.

                La recibiré dormido,

                si no es posible despierto.

                Y mis heridas serán

                los derramados tinteros,

                las bocas estremecidas

                de rememorar tus besos,

                y con su inaudita voz

                han de repetir: te quiero.

                MIGUEL HERNÁNDEZ

                alinamar
                  alinamar

                  Tu soledad, Abril, todo lo llena.

                  Colma de luz la espuma y la corriente.

                  Aurora niña con su sol reciente.

                  Toro en golpe de mar como mi pena.

                  La soledad del corazón resuena

                  desierto ya como un reloj viviente,

                  como un reloj que late porque siente

                  la marcha de tu pie sobre la arena.

                  Y así vas caminando sangre adentro,

                  sangre hacia arriba, hacia el primer encuentro,

                  sangre hacia ayer en la memoria mía;

                  ¡ay, corazón, donde me pisas tanto!,

                  ¡qué soledad sin ti, cierva de llanto!

                  qué soledad de luz buscando el día.

                  LARGA ES LA AUSENCIA

                  LUIS ROSALES

                  alinamar
                    alinamar

                    Yo voy soñando caminos
                    de la tarde. ¡Las colinas
                    doradas, los verdes pinos,
                    las polvorientas encinas!...

                    ¿Adónde el camino irá?
                    Yo voy cantando, viajero,
                    a lo largo del sendero...
                    -La tarde, cayendo está.

                    "En el corazón tenía
                    la espina de una pasión;
                    logré arrancarmela un día:
                    ya no siento el corazón".

                    Y todo el campo un momento
                    se queda, mudo y sombrío,
                    meditando. Suena el viento
                    en los álamos del río.

                    La tarde más se oscurece;
                    y el camino serpea
                    y débilmente blanquea,
                    se enturbia y desaparece.

                    Mi cantar vuelve a plañir:
                    "Aguda espina dorada,
                    quién te pudiera sentir
                    en el corazón clavada."

                    ANTONIO MACHADO

                    fanfarlo
                      fanfarlo

                      Para lo que ha pasado estos días por L, un acto de reflexión?

                      Esto es un poema. Aquí está permitido fijar carteles, tirar escombros, hacer aguas y escribir frases como: Marica el que lo lea,

                      Amo a Irma, Muera el… (silencio), Arena gratis, Asesinos, etcétera. Esto es un poema. Mantén sucia la estrofa. Escupe dentro. Responsable la tarde que no acaba, el tedio de este día, la indeformable estolidez del tiempo. ÁNGEL GONZÁLEZ, Palabra sobre palabra
                      alinamar
                        alinamar
                        CHANTAL MAILLARD

                        El desencanto del Quijote

                        1. Memoria del viaje

                        Miré al cielo. Dije

                        un sueño espera ser soñado.

                        Venía de otro sueño.

                        Compartido. Hermoso.

                        Me asfixiaba. Era tan

                        limpio el aire

                        que un grito de dolor hubiese

                        resplandecido.

                        Miré al cielo. Cogí mis armas.

                        Las de ellos eran otras, pero

                        no había diferencia:

                        de una verdad a otra, ¿cuánto dista?

                        ¿Cuánta ignorancia las separa

                        y cuánta las designa?

                        Es la verdad el nombre

                        que damos al impulso

                        con que la vida quiere ser soñada.

                        Cogí mis armas. Atrás quedó

                        el hogar. Abierto, el horizonte.

                        Fue hace mucho tiempo. Ahora…

                        ahora ya no son tiempos de espejismos

                        apariencias
                          apariencias

                          Igual que un torpe actor, cuando pisa la escena,
                          olvida por temor, su papel a decir
                          o tal como el colérico, de rebosante furia,
                          agota con su esfuerzo, su propio corazón.

                          Yo por falta de fe, me olvidé de decir,
                          la exacta ceremonia del rito del amor
                          y al cargar con el peso de mi amor desfallezco,
                          bajo la propia fuerza de mi excesivo amor.

                          ¡Oh! Deja que mis libros, te sirvan de elocuencia
                          y los malos heraldos de mi parlante pecho,
                          imploren por tu amor y esperen recompensa,
                          más, que la mejor lengua, que exprese lo que siento.

                          Aprende a bien leer, lo que el silencio escribe:
                          Oír con la mirada es signo de amor puro.

                           

                          Soneto 23

                          William Shakespeare

                          alinamar
                            alinamar

                            Apilando leña

                            Joan Margarit

                            El hombre suele recoger del bosque

                            troncos caídos con la tempestad.

                            Va apilando la leña tras la casa.

                            De cada uno sabe

                            qué lo hizo caer, dónde lo recogió.

                            En las noches más frías, contemplando las llamas,

                            va quemando los restos de lo que ama.

                            Y el amanecer descubre que el amor renace invencible; su sueño, en sus pensamientos,

                            anhelante, esperanzado; su vida pendiente de la vida.

                            alinamar
                              alinamar

                              TAGORE                 

                                

                              Soñé que estaba ella sentada a mi cabecera,

                              y alborotaba tiernamente mi cabello con sus dedos,

                              suscitando la melodía de su contacto.

                              La miré a la cara, luchando con mis lágrimas,

                              hasta que la angustia de las palabras no dichas

                              quebró mi sueño como una burbuja.

                              Me incorporé. La Vía Láctea se veía arder por mi ventana,

                              como un mundo de silencio inflamado.

                              Y me pregunté si en aquel momento estaría ella soñando

                              un sueño que viniera, bien con el mío.

                              alinamar
                                alinamar

                                JORGE GUILLÉN
                                Amor dormido

                                Dormías, los brazos me tendiste y por sorpresa
                                rodeaste mi insomnio. ¿Apartabas así
                                la noche desvelada, bajo la luna presa?
                                tu soñar me envolvía, soñado me sentí.

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