Primera lesbiana a la que un juez concede en España la pensión de viudedad
No hay punto final. El último párrafo escrito (por un juez) ha quedado redondo, pero ella es consciente de que alguien -el Instituto Nacional de la Seguridad Social, en este caso- querrá añadir algún renglón más; alguna línea en la que la Justicia acabe congraciándose con la Administración. María Rosa Hernández (o Rosana, así la llama todo el mundo) lleva un año exigiendo una pensión de viudedad. Es lesbiana. Y nunca estuvo casada. Pero ayer consiguió que un juez de Palma de Mallorca, Juan Gabriel Álvarez Rodríguez, le reconociese este derecho.
El magistrado admitió que ella no pudo celebrar una boda porque su novia y pareja de hecho, Laura Galante, murió antes de que la ley de matrimonios homosexuales se aprobase. Pero hasta que un magistrado ha dado por bueno este supuesto, María Rosa ha pasado 365 días dando tumbos, intentando demostrar que su relación de pareja -de la que había constancia sólo en un registro- era como las demás: «Logramos la estabilidad; llevábamos juntas desde 1992. Compartíamos todo: amigos, cuestiones económicas, casa, problemas... Nos dimos de alta como pareja de hecho en 2001. Además, íbamos a casarnos. Pero ella murió en 2002. Juro que esperábamos con ansia la ley. Pero no pudo ser, ella sucumbió al cáncer».
Aunque su pareja sucumbiera, ella ha seguido con su cruzada, la de las dos: el reconocimiento de los derechos de los homosexuales. La consecución de su pensión de viudedad; ayuda que le habría correspondido por derecho si la secuencia de los hechos se hubiera retrasado unos años, porque ya sería viuda de....
«Iré hasta donde sea». María Rosa, que vive en Palma de Mallorca, está al teléfono. Su voz suena firme: «Llegaré hasta el final. Sé que van a intentar quitarme lo que es mío. Mi abogada me lo ha advertido. Pero no cesaré en mi empeño e iré hasta dónde sea. ¿Por qué? Porque ella me lo pidió. La noche antes de morir Laura me dijo: “Lucha; pelea por tus derechos”. Lo he hecho y lo seguiré haciendo si la Seguridad Social, que ha recurrido la sentencia, me obliga».
Aunque no puede ocultar la alegría, su tono se «achubasca» y se torna melancólico. Confiesa tener una foto de su pareja en la mano. Y admite que ha sido ella la que le ha dado fuerzas. «Nunca creí que un caso así pudiera alcanzar tanta repercusión mediática. El juez me ha dado la razón e inmediatamente después estaba dando una rueda de prensa, preparada por Arcoiris, el grupo de lesbianas de Palma. Pero yo no estaba sola. También estaba ella. Ha sido Laura la que me ha inspirado».
Laura, que enfermó de cáncer en 1994 y vivió y lo padeció durante ocho años, «hubiera estado orgullosa» -reconoce María Rosa. «Con esta sentencia se sienta un precedente legal de primera instancia. Muchas parejas que hayan vivido una situación similar a la nuestra podrán utilizarnos como ejemplo. Si el juez ha podido demostrar que entre Laura y yo existía un vínculo similar (igual) que el matrimonial, también podrán demostrarlo otros jueces con otros homosexuales». Se trata, como bien atina a decir la protagonista, de demostrar que en el momento en el que se desarrolló la historia de amor existía un vacío legal que impedía a las parejas del mismo sexo contraer matrimonio.
«Él (el magistrado Juan Gabriel Álvarez) no ve ningún indicio de que le haga dudar que así iba a ocurrir. Él cree que es un hecho probado que, en el momento en el que la ley saliera adelante, nuestra boda se materializaría; se celebraría». La resolución del juzgado de lo Social número 3 de Palma de Mallorca es, a juicio de María Rosa, «creativa y justa». «No fue fácil». «Me lo merezco. Creo que tengo todo el derecho a recibir la prestación social. Éramos una pareja más. Yo la estuve cuidando todo el tiempo que duró su enfermedad. Mantuvimos nuestras complicidades 10 años; ocho de ellos, ella estuvo enferma. No fue fácil, te lo aseguro. Fue un cáncer muy agresivo».
Aparte de a Laura, María Rosa ha tenido, en todo momento, el apoyo de Marisa Ardila, presidenta del Grupo de Lesbianas de Palma de Mallorca, que fue quien le recomendó acudir en busca de la ayuda de Francisca Mas Buquets, la abogada que ha conseguido revocar la generalidad. María Rosa, con tono pausado, concluye: «Lo he conseguido. Ella (Laura) era una mujer muy querida, no sólo por mí. Me pidió que hiciera esto. Y yo lo he hecho». Rosana sí ha puesto punto y final.
Comentarios
carmenpoli
24 de February de 2006 a las 20:32
Envía tu comentario