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diandra
    diandra
    Yo acabo de terminar "El Señor de las Moscas" y me ha entusiasmado :)
    nara
      nara
      La historia del loco de John Katzenbach... de momento está interesante jeje icon_cool.gif
      meike
        meike
        wee_ko Wrote:Yo estoy leyendo (o mejor dicho, releyendo) Lucifer Rising, de Sharon Bowers. Es un über de Xena, ambientado en el presente y el libro con el que más he disfrutado últimamente.


        Wee_ko, ¿podrías decirnos si existe este libro en español?

        ¡Gracias guapa!
        inocent_butterfly
          inocent_butterfly
          Marionetas de sangre icon_biggrin.gif
          wee_ko
            wee_ko
            Pues Meike, hasta donde yo sé, aún no lo han traducido ¬¬ Aunque yo estoy traduciéndolo por mi cuenta, aunque entre el calor y el perfeccionismo voy bastante lenta. Pero si interesa, puedo pasar un poco por aquí, a ver si gusta o no icon_wink.gif
            fallen_angels_never_cry
              fallen_angels_never_cry
              wee_ko Wrote:Pues Meike, hasta donde yo sé, aún no lo han traducido ¬¬ Aunque yo estoy traduciéndolo por mi cuenta, aunque entre el calor y el perfeccionismo voy bastante lenta. Pero si interesa, puedo pasar un poco por aquí, a ver si gusta o no icon_wink.gif

              Sería genial :)
              meike
                meike
                Wee, sería genial que si pudieras poner un cachito para abrir boca...al menos, así podríamos hacernos una idea y aunque sea, con diccionario en mano, empezar una aventurilla con el otro idioma...
                wee_ko
                  wee_ko
                  Uff... yo recomiendo mucho muchísimo lanzarse al inglés con este libro! Más que entretenido, y oscuro y über Xena... Pero por supuesto que os puedo dejar un teaser icon_smile.gif

                  Así dijo Dios: Fuiste el sello de la perfección, lleno de sabiduría y perfecto en tu belleza. Estuviste en el Edén, el jardín de Dios Eras el querubín elegido; te establecí; estuviste en la montaña sagrada de Dios; marchaste y regresaste en medio de rocas ardientes. Fuiste perfecto en todos los sentidos desde el día en que fuiste creado hasta que la perdición fue descubierta en ti Te llenaste de violencia, y pecaste; por lo tanto te desterré de la montaña de Dios; y te destruí Ezequiel, 28:12
                  Chapter 1

                  Había una ventaja en llevar el sombrero negro en los trajes que constituían la versión moderna de los vaqueros y los Indios, pensaba Jude Lucien mientras reducía la marcha de su nuevo Porsche Boxster y se deslizaba fácilmente fuera del congestionado tráfico de Miami. Te llevas todos los juguetes guays. El coche acababa de salir del concesionario, pagado con los dólares duramente ganados de unos colombianos traficantes de droga a los que ella había conocido hacía unas pocas semanas. Ellos eran novatos, de todas formas, un grupo de palurdos recién bajados del avión, intentando abrirse hueco a empujones en el negocio con unos pocos kilos de coca y varias Glock 9 mms. Obviamente no entendieron la parte organizada del crimen organizado. Jude resopló recordando a los hombres que primero habían pensado seguir su camino a base de airadas protestas en un encuentro con ella, después cuando aquello no funcionó intentaron acosarla para que hiciera un trato con ellos mientras agitaban sus armas. Uno de ellos se ahogó después que ella le aplastara la laringe con un puñetazo bien situado, y el otro había caído de rodillas entre súplicas al ver el destino de su compañero. Una rápida bala a su cabeza había terminado con sus ruegos de compasión. Afortunadamente para él, el proveedor de los colombianos era un hombre de más amplias miras que había transferido sin problemas su fidelidad y su producto al manejo de Jude.
                  Es una extraña mutación Darwiniana, pensó ella mientras avistaba la estrecha porción del océano desde la autopista que la conducía a casa. La supervivencia del más despiadado El valor ya no tiene sitio todo se reduce a la capacidad para hacer lo que tiene que hacerse. Y esos cabrones no fueron capaces. Sus irritados pensamientos desentonaban con la panorámica que tenía a su derecha largas hileras de casas exóticas bordeando un océano de un azul imposible y más de acuerdo con el sangriento desaparecer del sol a su izquierda. Jirones de rojo dorado jalonaban el cielo crepuscular, cediendo el paso del paisaje de la tarde a la innatural vibración de la Ciudad de Neón. Su Miami sólo cobraba vida de verdad cuando la noche había ascendido, cuando la gente parecía, equivocadamente, creer que sus transgresiones eran, si no inválidas, al menos invisibles. En cierto modo, Jude era la guardiana de todo aquel libertinaje. Ciertamente, cada vez que entraba en algún sitio, su presencia conjuraba pensamientos de los siete pecados capitales lujuria y envidia en particular en aquellos que la observaban.
                  Jude Lucien apenas había pasado su trigésimo cumpleaños, pero había un sentido atemporal de confianza en su modo de moverse. Era alta y elegante con una pulida apariencia de civismo que aún era incapaz de ocultar la truculenta energía que era su esencia. La mayoría de las personas solían olvidar lo que estaban haciendo tras echar un vistazo a los duros planos de sus pómulos, la oscura plenitud de su cabello, y el seductor índigo de sus ojos. Los inteligentes, sin embargo, no olvidaban nunca la astuta mente que zumbaba incesablemente tras aquellos baby blues.
                  La presentación lo es todo Jude recordaba vagamente a su madre diciéndolo una vez. Aunque el tiempo había demostrado que tanto su madre como la mayoría de sus pronunciamientos carecían de significado, cada vez que Jude olía el perfume Shalimar, recordaba inevitablemente las débiles briznas de la esencia que siempre llevaba su madre. Shalimar, incienso y el implacable sonido de la voz de su madre elevada con ira o con una oración eran prácticamente lo único que le quedaba a Jude. Eran las mismas cosas que ella dejó atrás cuando salió por última vez de la pocilga destartalada que su madre llamaba hogar. Quince años después, los sermones sobre buenos modales y apariencia que su madre creía que caían en oídos sordos servían bien a la oscura mujer. Ahora Jude podía sentarse a una mesa con elegancia real, hablar con conocimiento sobre arte y literatura, y vestir trajes de gala tan bien que haría llorar de envidia a una modelo y todo era al servicio de un sangriento y oscuro negocio que habría estremecido el ignorante alma de su madre.
                  Llamar a Jude sólo una traficante de drogas sería tan acertado como llamar a da Vinci sólo un pintor. Sus largos dedos llegaban a todo el mundo, y no sólo mojaban en los tarros de miel del tráfico de drogas, sino también en el comercio de armas y apuestas, además de otros variados negocios legítimos. Por razones incomprensibles para sus competidores, Jude trazaba la línea en la trata de carne humana. No desprecio a nadie por sus placeres, decía refiriéndose a este asunto. Pero sinceramente, la idea de mi gente proporcionándole una chica a un viejo gordo para que él pueda meterle la po**a en el culo no me va.
                  Una vez el oscuro prodigio dorado de la Drug Enforcement Agency, Jude mordía ahora en venganza la mano que solía alimentarla. La habían arrancado de las calles, cuando era una violenta niña que rápidamente se estaba haciendo un nombre en mugrientos callejones, y la habían sumergido en un mundo de líquida decadencia y polvorientas cimas. Cambiaron su nombre y le dieron una insignia que carecía de significado en los círculos en que ella se movía. Sin embargo, las habilidades únicas que Jude trajo a su nueva vida no podrían haber sido enseñadas en ninguna academia. Algo en ella siempre había respondido las maléficas llamadas de aquellos que supuestamente eran los chicos malos, y eso le hizo ser la perfecta agente clandestina. Había prosperado en aquel mundo donde un paso en falso suponía una retribución instantánea e irreversible consiguiendo premios cada vez más grandes y entregándoselos obedientemente a sus jefes de la DEA. Pero algo fue completa, horriblemente mal.
                  ________________________________________
                  ¿El querubín de la muerte? Jack Lucas observaba incrédulamente a la pequeña mujer de pelo dorado que estaba sentada frente a él. ¿Qué coño es un querubín?- se pasó una mano por el desgreñado y grasiento pelo gris. ¿Es alguna nueva variedad del SIDA?
                  La mujer dio unos golpecitos impacientes ante su irritante discurso y esperó a que su editor se tranquilizara. Un querubín es un ángel, Lucas. Eso es todo.
                  ¿Entonces por qué coño no dices El Ángel de la Muerte? Esto es el Miami Herald, Liz, la mitad de tus lectores no hablan inglés demasiado bien, ni mucho menos saben lo que es un puto querubín.
                  Liz Gardener hacía una mueca de dolor cada vez que Lucas decía coño lo cual era frecuente. Tanto como para que ella pensara que el Editor del área de Noticias tenía algún tipo de tic.
                  No puedo llamarla el Ángel de la Muerte porque eso la haría parecer un cómplice mal dibujado de Jack Kervokian. Querubín suena más amenazador, ¿no crees? los ojos verde claro relucieron de emoción ante el asunto. Liz llevaba en el trabajo un año más o menos, y aún no había perdido su entusiasmo. También tenía un verdadero don para el lenguaje que hacía que alguien como Lucas que había sido un reportero muy de quién, qué, cuándo, dónde se retorciera entre el orgullo y la envidia.
                  Lucas se dejó caer dramáticamente en su silla y evaluó a su pupila estrella.
                  ¿Amenazador? Sí, nena, es amenazador. Pero lee el puto artículo. Alegaron esto alegaron lo otro repitiendo el juicio que fue hace más de un año. ¡Y ella fue jodidamente absuelta! Todo lo que tú tienes es amenazador. ¿Dónde están tus fuentes? Sé que las tienes, porque no has estado correteando este último mes inventándote una mierda de historia.
                  Liz se retorció con incomodidad en la silla. Sabía que el artículo era flojo, pero sus manos habían estado atadas.
                  Mis fuentes no hablarán ante una grabadora, y los archivos de la DEA están sellados. Asunto de seguridad, dicenella resopló. Tendríamos que ir al juzgado para que los abran, y eso dinamitaría mi plan, de todas formas.
                  Whoa ¡espera ahí! Lucas extendió una mano. Uno: ¿quieres que saque una historia como ésta sin al menos dos fuentes identificadas y creíbles? Deberías saber que no lo haré. Dos: ¿a qué te refieres con tu plan?
                  Liz sonrió brillantemente a su jefe. La historia había sido un señuelo para llamar la atención del editor. Ella sabía que había mucho más que un simple artículo en aquello, y estaba resuelta a cogerlo todo. Lucas, sabes tan bien como yo que hay algo gordo aquí. Lo tiene todo drogas, asesinato, y fuerzas de la ley corruptas. Y una hermosa mujer en el centro de todo ello.
                  La historia fue el año pasado, Liz él se cruzó de brazos, pero Liz podría decir, por el modo en que sus ojos nunca se apartaron de los suyos, que estaba enganchado. Normalmente, cuando Lucas tomaba una decisión, despedía a su solicitante volviendo a los fajos de papeles de su escritorio. Liz estaba adscrita a la teoría de que había dos formas principales de organización archivos y montones. Lucas Dios bendiga su irascible y pequeño corazón era un amontonador. Ella observó las montañas de papeles que la rodeaban y reprimió un suspiro. La era electrónica aún tenía que llegar hasta su jefe.
                  El juicio sí, claro. Pero
                  Detente.
                  Pero
                  Lucas emitió un gruñido y sacó una mano. Cogió su taza de café, la rellenó con una jarra que Liz sabía que tenía que debía llevar allí más de seis horas, y se volvió a sentar.
                  Ahora empieza desde el principio. Véndemelo, Liz y quizá podamos arreglar algo.
                  Liz sonrió de nuevo y pasó sus pequeñas manos por su propio pelo color miel. Estaba más cerca de los treinta que de los veinte, pero aún le pedían el carnet en discotecas y licorerías. Su ágil cuerpo tenía un buen tipo que era mantenido a base de sesiones regulares de ejercicio, y se había convertido en una muy competente kickboxer. En su línea de trabajo, eso le había sido muy útil en un par de ocasiones. Su fácil sonrisa y sus penetrantes ojos verdes parecían adentrarse en el alma de una persona y hacerle desear contarle su historia. Aquello era también algo útil en su campo de trabajo.
                  Llevaba en el Herald cosa de un año, habiendo llegado allí desde un pequeño periódico de Arlington, Virginia. Hija de un diplomático, había rehuido las ventajas de su apellido y había recorrido su propio camino hacia la facultad, escribiendo novelas románticas para pagar su instrucción en la Universidad George Washington. Había admitido de buena gana que ésa no era una forma corriente de trabajar durante sus estudios, pero llevaba contando historias desde antes de lo que ella podía recordar. Su madre siempre había sonreído ante sus garabateos como su padre se había referido, con sorna, a ellos y simplemente dijo que escribir era tradición en su familia.
                  Había estudiado ciencias políticas y relaciones internacionales, pensando que quizás tendría un futuro como ayudante de un congresista o en un lobby. Liz era buena en lo relacionado con la gente y a raíz de una juventud pasada asistiendo a cenas y cócteles en las embajadas sabía que a menudo, las personas más poderosas de una habitación eran aquellas que trabajaban en la sombra. Ella no deseaba detentar ese poder, pero le fascinaban quienes sí lo hacían. De ese modo acabó en el periodismo. No era el qué lo que la intrigaba, sino más bien el quién y, por encima de todo, el por qué. Aquella, en dos palabras, era la razón de que hubiera sido hipnotizada por la historia de la alta caída en desgracia de Jude Lucien.
                  Acababa de llegar al Herald cuando la ex agente de la DEA había sido llevada a juicio acusada de asesinato, conspiración para asesinato, y varias otras maldades relacionadas con las drogas. Liz había sido una jinete de escritorio en la Newsroom y sólo pudo seguir el juicio desde la distancia, pero fue hipnotizada por la mujer que silenciosamente devolvía la mirada a las cámaras que habían invadido su vida. Ni las granuladas fotografías de los periódicos que estaban esparcidas por la primera página del Herald podían ocultar la surrealista belleza de la acusada o su calma sobrenatural.
                  Liz no podía explicarlo, pero la temeraria indiferencia de Jude Lucien ante los límites legales y morales la fascinaba. Más que nada, se encontró casi necesitando conocer a esa mujer traspasar su enigmática media sonrisa y sus penetrantes ojos de forma que ella pudiera comprender la oscuridad que parecía emanar incluso de su mera imagen.
                  Observó desde la banda cómo, pedazo a pedazo, el argumento del estado se iba desmoronando alrededor de las enrojecidas orejas del Fiscal del Estado Mark Brugetti. Testigos que misteriosamente se echaron atrás en sus declaraciones, archivos que desaparecieron, y para rematar todo aquello la DEA se volvió totalmente no cooperativa, declarando que abrir sus expedientes al estado pondría en peligro otras operaciones que estaban siendo llevadas a cabo. Los argumentos del estado dependían ahora del testimonio de un delincuente convicto que presenció la escena territorio dudoso, por decir poco. Pero lo que dio el golpe de gracia al caso contra Jude, fue la declaración de la ex agente en sí misma. Le había costado a Liz una semana de cenas soportando a un insufrible hombre que tenía enchufe en el tribunal por no mencionar la lucha de cada noche con él en la puerta a continuación, pero ella había conseguido hacerse con un pase de prensa del Herald para los días de la declaración de Jude.
                  Había una atmósfera de caos controlado en la sala del tribunal. Los abogados de Lucien habían afirmado repetidas veces durante el transcurso del juicio que Jude tenía toda la intención de defenderse en el estrado, pero la sabiduría popular había despreciado aquello como una pose ante el tribunal. Ningún abogado en su sano juicio dejaría a su defendida subir al estrado, con tantas acusaciones en su contra. Mientras los fundamentos del juicio se habían ido viniendo abajo lentamente, había parecido que dejar a Jude testificar era un suicidio, porque eso la expondría a preguntas que nadie más se había ni siquiera acercado a contestar.
                  Ella había subido al estrado de todos modos, agradablemente regia en un elegante traje que Liz identificó inmediatamente como un Armani nada de diseñadores improvisados para Lucien y la reportera se maravilló ante el ardiente aura que envolvía a la ex agente. La oscura mujer juró tranquilamente decir la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad, así que ayúdala, Dios. Su abogado principal, una fotogénica joven que aun así palidecía en comparación con su cliente, empezó una serie de preguntas rutinarias que de ninguna forma sorprendieron a nadie.
                  El fiscal había esperado impacientemente a que llegara su turno durante el interrogatorio de la defensa, y tan pronto como la abogada de Lucien dijo Su testigo, Brugetti se puso en pie de un salto y dio unos pasos hacia el lugar desde el que Lucien le miraba silenciosamente.
                  Ese era también el momento que las demás personas presentes habían estado esperando, y todos los que había a su alrededor, Liz podía oír sus respiraciones incluida la suya propia se aceleraron con expectación.
                  Brugetti se ahorró los formalismos y miró a la acusada con hostilidad descubierta.
                  Usted tenía una carrera bastante larga con la DEA, Sra. Lucien. Más larga que la de la mayoría de agentes comenzó inocuamente. Se detuvo un instante y Liz pudo ver que estaba esperando por si la oscura mujer mordía el cebo. Claramente, sin embargo, Lucien no pretendía contestar a nada que no fuera una pregunta directa. Finalmente, él aceleró-, ¿No es así?
                  -Creo que tiene los papeles delante suyo, señor Brugetti. Pero sí, tuve una carrera bastante larga con la agencia.
                  Usted era una agente secreta, ¿correcto?
                  Lucien se movió en su silla y volvió a cruzar sus largas piernas, recostándose en el respaldo. El conservador y bien cortado conjunto no hacía nada por ocultar la tensión de los músculos de su cuerpo mientras ella se movía, y Liz vio la ligera sonrisa que atravesaba los labios de la ex agente mientras observaba a los demás, mirándola a ella. Lucien parecía al resto del mundo un perezoso gato de la jungla, tomando el sol en un árbol, y ciertamente no una mujer en un juicio por su vida. Sí, contestó al fiscal, ausentemente.
                  Lo que significa que usted se relacionó repetidamente y por largos periodos de tiempo con traficantes de droga y sus socios, y tuvo bastante éxito en convencer a esa gente de que usted era uno de ellos. ¿Correcto?
                  Esa parecería ser la definición de agente secreto.
                  Dígame, señora Lucien, ¿cómo se las ingenió para ser tan convincente? Por ejemplo, ¿tomó usted en alguna ocasión drogas con aquellos hombres?
                  Liz gimió para sus adentros. Aquel tío era demasiado estúpido para decirlo en palabras. Estaba atrayendo la atención sobre todas las cosas que Jude había hecho en nombre del gobierno, siguiendo sus instrucciones, en lugar de lo que la agente había hecho una vez que hubo dejado la organización.
                  Si me está preguntando si inhalé, señor Brugetti, la respuesta es sí una fina sonrisa iluminó sus facciones, dejando que las demás personas presentes en el tribunal participaran de la broma. Pero eso fue cuando yo tenía 16 años, a escondidas en el patio trasero de la casa de Eddie Manzini. Sus padres se habían ido de fin de semana, y él asaltó el alijo de su hermano Tommy. Desafortunadamente, Tommy nos pilló y nos dio una paliza. Así que creo que ya he pagado mi deuda con la sociedad a ese respecto. Una breve oleada de risas atravesó al público, incluyendo notó Liz al jurado. Estos días, el alcohol es la droga de mi elección finalizó.
                  ¿Así que está usted diciendo que nunca ha tomado drogas, ni desde su capacidad como agente de la DEA, ni como ciudadana? él la miraba escépticamente.
                  El alcohol es una droga le corrigió ella. Pero cuando estás en una habitación llena de traficantes colocados y paranoicos, tener un vaso de bourbon en la mano es bastante mejor que una raya de coca en tu nariz. Llámelo el menor de dos demonios.
                  La dureza de su tono llamó la atención de todo el mundo sobre el peligro en que Jude se había puesto repetidamente a instancias del gobierno. Liz miró a Brugetti y casi sintió pena por el desgarbado hombre. Estaba descubriendo su propia yugular para la matanza, y ella sabía que Jude Lucien no dejaría pasar la oportunidad.
                  Brugetti, no obstante, prosiguió resueltamente.
                  Jack Taylor declaró haberla visto esnifar cocaína con los miembros de lo que entonces era conocido como el Cártel Massala y que después vio a hombres que siguiendo sus instrucciones tendieron una emboscada y asesinaron a aquellas personas. Y que usted personalmente asesinó a Enrico Massala, aunque él estaba trabajando para la DEA en aquél tiempo.
                  Conozco las alegaciones, señor Brugetti. Estaba en el tribunal en ese momento.
                  ¿Y cómo abordaría usted esas acusaciones, señora Lucien? ¿De que usted fue la responsable de aquella carnicería? preguntó él, sombríamente.
                  El breve destello de fastidio fue claramente visible mientras éste aguijoneaba las facciones de la oscura mujer. Lucien arqueó una cuestionadora ceja en dirección a Brugetti y afirmó:
                  Estoy considerando su fuente. Déjeme ser sincera. Serví a la DEA durante más años de los que me molesto en recordar. Y durante ese tiempo, participé en más de 200 detenciones que resultaron en más de 150 condenas y la retirada de circulación de cientos de kilos de cocaína y otras sustancias con un valor estimado en el mercado de varios millones. Mi trabajo de cada día era sacar drogas de las calles y meter a los chicos malos en la cárcel. Lo que usted o el señor Taylor no consiguieron sacar a relucir durante su declaración de testigo presencial, fue que él era uno de esos chicos malos. Así que sería mejor que le llame de vuelta aquí y le pregunte si recordó haber sido testigo de esa carnicería antes o después de que yo arrastrara su arrepentida carroña a prisión. ¿Me entiende?
                  La galería de los periodistas había estallado junto con el resto del tribunal. Y aunque Brugetti había seguido petardeando durante el resto de su interrogatorio, la lucha había sido eficazmente arrebatada de sus manos. El juicio continuó, pero la conclusión ya había sido alcanzada en las cabezas de la mayoría de la gente. Jude Lucien sería absuelta.
                  Sin embargo, lo que Liz siempre recordó con más claridad fue que la acusada nunca negó ni uno solo de los cargos.

                  Bueno, disculpad por lor errores de formato, pero el Word y el phpBB no se LLevan demasiado bien icon_wink.gif El libro está muy bien, así que ya sabéis: una nueva razón para aprender inglés icon_razz.gif

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                  raiza
                    raiza
                    Diosas, wee...eres mi idola!!! (reverencias y genuflexiones) icono5.gif
                    Desconocida
                      Desconocida
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                      fashiongirl
                        fashiongirl
                        Yo ahora mismo estoy leyendo "El inventor de espejos" de Philipp Vandenberg y me está gustando muchísimo, es un libro muy interesante y que engancha
                        noctambula
                          noctambula
                          "Un calor tan cercano" de Maruja Torres...
                          angelina
                            angelina
                            OooOoo me encantó esa novela...
                            has leido el poema de donde saca el título de Emily Dickinson...es precioso!!!
                            Verla es un cuadro
                            oirla una poesía
                            escucharla una intemperancia inocente como junio
                            tenerla de amiga...un calor tan cercano como si el sol brillara en la mano
                            (no tengo aquí el libro y no se si lo he escrito bien)
                            ánimo te encantará la deseobiografía de Maruja icon_wink.gif
                            noctambula
                              noctambula
                              pues para no tener el libro a mano... lo has escrito palabra por palabra exactamente igual icon_biggrin.gif angelina.. estoy leyendolo y disfrutando.. me gusta como escribe esta mujer. icon_wink.gif
                              cascarita
                                cascarita
                                Acabo de cerrar "El Libro de las ilusiones" de Auster. Que zozobra, que congoja, que desasosiego, que ganas de empezarlo de nuevo...

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