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Relato: La mirada de las mascaras venecianas

sara85
    sara85
    Cap 8. Cinco años después. La mirada de las mascaras venecianas.


    Ahora vivo en Venecia, no en la residencia, en un piso con ella, con la chica de los ojos azules, entre mis manos sostengo una caja, a veces me gusta recordar aquello que paso hace cinco años, lo recuerdo como si fuera hoy, ni mis labios ni los suyos han besado desde entonces a otros labios, cada día el amor dentro de mí crece, y ella me demuestra con cada mirada que el suyo tampoco cesa en su crecer. En una mano sostengo unas notas doradas, en la otra unos pañuelos dorados, mientras mis ojos no dejan de mirar una mascara veneciana, la misma que ocultó su rostro aquella primera vez que nuestras vidas se cruzaron para no separarse más, aquella que se quito una noche en lo alto de un puente veneciano, descubriéndose para mi.

    - ¿Te gusta mirar eso?

    - ¿A ti no?- Pregunto besando a la chica de ojos azules que se ha sentado a mi lado, en nuestra cama, mia y suya.

    - Mucho, deberíamos colgar esa mascara en la cabecera de la cama.

    - Sí.

    - Pero no sola.- La miro y veo en su mano otra mascara, la misma que llevaba yo la noche en que vi aquel ángel mirándome.

    Entre besos y caricias colgamos las mascaras, una al lado de la otra, las miramos mientras nuestras manos se acarician, la miro, me mira.

    - Te amo, Alex.

    - Te amo, Sofía.

    Y una vez más nos besamos, allí en nuestra casa, en nuestra cama, esta vez bajo la mirada vacía de dos mascaras, y se que verán amor muchas veces, se que nos verán a Sofía, la chica de los ojos azules y a mi muchas veces. Y un día tras otro nos amamos más, bajo esa mirada. La mirada de las mascaras venecianas.



    Fin



    icon_biggrin.gif Prometo no dar más el coñazo icon_biggrin.gif
    Si alguien ha llegado hasta aquí, gracias por la paciencia, jeje
    sara85
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      Cap 7. ¿Sofía o la chica de los ojos azules?


      Los días pasan, igual que las noches, los días hablando y paseando con Sofía, sintiéndola cada vez más cerca, cada vez más adentro de mí, a pesar de tener solo su amistad, aunque la deseo, no me engaños, deseo besar sus labios, deseo sentir su piel, y de noche leyendo, notas de la chica de los ojos azules que pasan a largas cartas, cartas llenas de sentimiento, llenas de amor, cartas que no se a quien responder, cartas que respondo en papeles que guardo, esperando que tal vez algún día pueda leerlos ella.

      ¿Cómo se puede amar a dos personas? ¿Cómo amar a una conocida y a una desconocida? Deseando tener a Sofía viéndola todos los días, deseando ver a la chica de ojos azules teniéndola en sus cartas todas las noches. ¿Sofía me ama? Lo dudo, mucho tiempo juntas pero sin pasar nada, ¿Y la chica de ojos azules? ¿Me ama? Se ve en sus cartas, me ama, y yo a ella, pero Sofía.

      Una noche como otra, vuelvo a la residencia después de estudiar en la biblioteca, al subir las escaleras noto que me observan, miro a mi alrededor, pero no veo a nadie, subo a mi habitación y entro, me tumbo en la cama y cierro los ojos, noto que alguien se sienta a mi lado, voy a abrir los ojos, pero los tapa con un pañuelo, con cuidado lo ata en mi nuca, mientras besa mis labios, yo no respondo sus besos, pienso en Sofía, en que estará durmiendo en su cama y se me clava algo en el pecho, en el corazón, deja de besarme, noto su mirada a través del pañuelo, acaricia mi rostro, mis hombros, se separa de mi, dejando algo en mi pecho y desaparece. Me quito la venda y abro los ojos, siento cerrarse la puerta, miro lo que hay en mi pecho, un sobre, lo abro y leo la nota oculta en su interior.

      Esta es la ultima nota, Alex, mañana, si me amas, nos veremos, quiero tenerte, pero esta vez que tu me veas, quiero hacerte el amor por segunda vez, y que tu me lo hagas a mi por primera vez, te estaré esperando mañana, en el Rialto, a las cinco de la tarde, si me amas ven, bésame, mírame, si no, prefiero esperarte toda la tarde sin que vengas. La chica de los ojos azules.

      Algo se rompe en mi interior, tengo que ir, verla, pero Sofía, su recuerdo, no me deja, no puedo siquiera respirar, pero se que la necesito, necesito poner un rostro a sus labios, poner un marco a sus ojos azules, verla, una vez, despedirme, amo a Sofía, ¿Más que a ella?, no lo se, pero no me imagino a Sofía lejos de mí, ¿Me imagino a la chica de ojos azules y misteriosos mensajes lejos de mí? Tampoco, no se que hacer, mi mente no puede tomar la decisión, debo dejarlo una vez más en manos de mi corazón, pero parece estar tan confundido como yo. Voy a apagar el móvil, necesito escuchar a mi corazón, concentrarme en lo que quiero, veo que en la pantalla parpadea la señal de mensajes. No se porque pero lo leo, Sofía me pide que nos veamos mañana, lejos de la residencia, en una cafetería en San Marcos, a las cinco de la tarde. Mi alma, mi corazón, mis pensamientos, se parten en dos, solo necesito saber cual de las dos partes es más grande, si la que me grita ir a San Marcos o la que me pide ir al Rialto.

      Paso la noche en vela, intentando escuchar a un corazón que me atormenta con su silencio, me sorprende el sol en medio de un huracán de sentimientos, irónico que salga el sol cuando en mi hay una tormenta, quizás sea un presagio, no, hace mucho que deje de creer en la suerte, en el destino y en las señales.

      Cada segundo que paso escuchando a mi corazón, es un segundo menos en mi tiempo, tiempo para saber si amo a Sofía o a la chica de ojos azules, quizás sea a las dos, si es así, no tendré a ninguna, no estaré con una pensando en la otra, seria cruel, no podré hacerlo. Llegan las dos, luego las tres y las cuatro me asaltan en la calle, deambulando por Venecia, paso mil veces por San Marcos, otras mil por el Rialto, no he visto a Sofía en todo el día y eso me atormenta aún más.

      Son las cinco, estoy parada allí, mirando el agua, viendo a la gente pasar, miro a mi alrededor, no veo a nadie conocido, vuelvo a mirar el agua, noto que alguien me tapa los ojos con las manos, toco esas manos, y me las quito de los ojos, me giro, me mira, no hay sonrisa en sus labios, pero si inquietud en sus ojos, me acaricia con una mano la cara, me da un beso en la mejilla y la abrazo, acerco su cuerpo al mío y sonrío.

      - Has venido.

      - Sí.

      - Tengo algo que decirte.- Se separa un poco de mi, tan solo un poco, lo suficiente para que nuestros ojos se miren, sin que nuestros cuerpos se vean obligados a separarse.- Ti amo, Alex.

      La abrazo fuerte, apoyando mi cabeza en su hombro, besando su cuello, acariciando su espalda. La voy a besar, pero recuerdo a la otra, la miro y sonrío, beso su frente.

      - Te amo.- se acerca para besarme, pero pongo uno de mis dedos sobre sus labios, sellándolos.- Pero antes debo saber algo, mañana cuando despiertes estaré a tu lado, pero hay tengo que pensar en algo. ¿Me esperaras?

      - Llevo toda la vida esperándote, no importa un día más.

      Nos despedimos con un beso en la mejilla y me voy hacia la residencia, subo a mi habitación, no hay nada en ella, desilusionada por una parte ilusionada por otra me voy a ducharme, estoy un buen rato allí, sintiendo caer el agua por mi piel, pensando en ella y en la otra. Salgo de la ducha y al ver una nota sobre mi almohada me estremezco, me acerco dudando si abrirla o no, la abro.


      He estado en el Rialto, mirando el agua, mientras tu mirabas otras, te he visto con otra, pero mi corazón me pide una segunda oportunidad, te estaré esperando esta noche a las doce en el mismo lugar, necesito escuchar que no me amas, aunque quiero escuchar que si lo haces. La chica de los ojos azules.


      Me tumbo en la cama, puedo esperar unas horas, unas horas y despedirme, y decir adiós a esos labios son rostro y volver junto a ella, y verla despertar en un nuevo día.


      A las doce me acerco al Rialto, en lo alto del puente veo aquél vestido dorado, aquel de hace casi un mes, aquel del baile, me acerco a ella, con un nudo en mi garganta y otro en mi corazón. Cojo su mano, la apreta con fuerza, sabiendo que soy yo, se gira, una mascara veneciana tapa su rostro, dejándome ver solo unos ojos azules, llenos de lagrimas, me mira, quiere saberlo.

      - Te he amado.- veo su desilusión.- Aún te amo, pero- Suelta mi mano.- Amo a otra, más que a ti, lo siento, no quiero hacerte daño, pero no puede hacer oídos sordos a lo que me dice mi corazón.

      Pasa algo, no veo tristeza en sus ojos, solo un brillo, no de sus lagrimas, un brillo como el que se ve en los ojos de alguien que es feliz, comienza a quitarse la mascara sin dejar de mirarme, veo su sonrisa, su rostro, tantas veces soñado ante mi, por fin, un marco para esos ojos azules, no puedo evitarlo, mis labios buscan los suyos.
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        Cap 2. El baile de mascaras


        Los días pasan volando, y el baile de bienvenida se nos echa encima, por la tarde vamos a comprar los disfraces, tienen que ser vestidos de época con una mascara que cubra la cara, luego nos arreglamos en nuestras habitaciones y a las diez ya estamos en el hall de la residencia. La fiesta es dentro de una de las salas de reuniones, hay mascarás colgadas en las columnas y del techo abovedado, cintas doradas y rojas atraviesen el techo de un extremo al otro en una telaraña. Elisa lleva un vestido verde esmeralda con bordes dorados y una mascara también dorada, Miriam un vestido azul noche con bordes plateados, yo uno rojo oscuro y dorado con una mascara también dorado y unas plumas del mismo color que el vestido, entramos en la sala. Es enorme y en las paredes hay mesas con sillas para sentarse y mesas alargadas con comida italiana, en el centro una gran plataforma sirve como escenario para bailar y la música, un vals italiano suena por todas partes, hay mucha gente bailando, al final de la sala hay unas escaleras que llevan a una terraza con vistas al canal. Es allí, donde la veo por primera vez, con un vestido de color dorado y encajes plateados, una mascara blanca que le cubre tan solo los ojos, el pelo moreno recogido en un moño del que cuelgan traviesos tirabuzones, sonriendo a sus amigas, que están a su lado conversando y mirando hacia la pista de baile. Me quedo paralizada en la puerta, observando cada gesto, cada sonrisa, Miriam me saca de un empujón de mi visión y me arrastra hasta una de las mesas, Elisa ya esta sentada allí.

        - Chica te has quedado medio tonta. ¿Qué ha pasado?

        - Un ángel.- Respondo mirando hacia la terraza.- Pero ya se ha ido.

        No consigo ver por ninguna parte al ángel de la terraza, así que me intento divertir con mis amigas, pero solo puedo pensar en una cosa, sus tirabuzones moviéndose a cada gesto, sus manos jugueteando con ellos, su sonrisa, su vestido moviéndose al compás de la música. Sigo bailando, con mis amigas, con otras que conozco en la fiesta, con chicos que se acercan para intentar algo con nosotras. La noche se hace corta, y el tiempo pasa rápidamente, las canciones parecen breves notas, pronto los rayos del sol entran por los ventanales de la sala, esta amaneciendo y la fiesta va a acabar. Subimos riendo y jugando por las escaleras para ver el amanecer del canal, conversando con Françoise, una chica francesa, sobre París, con Juliet de Roma, con Lorenzo de Montecatini, con muchos y muchas que hemos conocido mientras nos dejábamos llevar por la música. Llegamos a la terraza y veo un vestido dorado y una mascara blanca, esta subiendo por las escalera, llega a donde estamos nosotras y nuestras miradas se cruzan en un instante, azules, tiene los ojos azules, de un azul intenso, sigue andando hacia la baranda de la terraza. Nos ponemos a escasos metros del ángel. Yo la miro de reojo, no se quita la mascara, percibe que la están observando y se gira, mirando a todos, sus ojos se detienen en mi, me miran, un instante que me parece eterno, me sonríe y agacha la cabeza, se gira para hablar con sus amigas, no veo como sus amigas se giran y me miran, solo veo su espalda, su pelo, su nuca.

        - Alex, te esta perdiendo un amanecer precioso.- dice Françoise cogiéndome del brazo y mirando al horizonte.

        - No, amaneció anoche.

        - ¿Cómo?

        - Nada, que no me lo estoy perdiendo.- La miro y sonrío.

        El paisaje es de una belleza que incluso duele, el cielo en un tono anaranjado cubriendo la ciudad, pintando las cúpulas de tonos dorados, rojos y naranjas, las aguas de los canales reflejando el cielo anaranjado, un mar naranja salteado por pequeñas embarcaciones, en la entrada del canal se ven algunas góndolas atadas al muelle, en palos a rayas verdes y amarillas, como los que hay cerca del Rialto. En la orilla del canal se puede ver a gente, una pocas personas que van a abrir sus tiendas, algunos van con cajas, otros esperan en el muelle a que alguna barca les venga a buscar para ir a trabajar o estudiar fuera de Venecia, son pocos los que eligen este transporte, la mayoría toma el tren o el autobús para salir de Venecia, pero siempre hay románticos que prefieren amanecer el día en una barquita cruzando el gran canal.

        - Alex, acompáñame al lavabo, anda.- Elisa me coge del brazo y me arrastra fuera de la terraza, me giro un momento para ver a la chica, pero no la veo.

        Bajamos las escaleras y salimos de la sala al hall, giramos a la izquierda y entramos en los lavabos, Elisa se mete a toda prisa en uno de los lavabos, yo me quedo en la salita, me miro al espejo, me quito la mascara y me mojo la cara con agua, cuando estoy mojándome la cara noto una mano en mi espalda.

        - Bon jorno.

        Me giro y solo logro ver la cola de un vestido dorado, salgo de la salita al hall, miro alrededor pero no hay nadie, me vuelvo a meter en la salita y me seco la cara. Elisa sale del lavabo y vamos a buscar a Miriam a la terraza, no hay ni rastro del vestido dorado.

        Después de un rato charlando con la gente que hemos conocido bajamos a la sala, al pasar por una de las mesas cojo un vaso y me echo un poco de agua, cuando voy a beberlo la veo, enfrente de mía, al otro lado de la mesa, mirándome con esos ojos azules a través de la mascara veneciana, me sonríe y hago lo mismo.

        - Il mio nome è Alex.- Asiente con la cabeza sin dejar de mirarme y su sonrisa se ensancha.

        Abre la boca, como para contestarme, pero la vuelve a cerrar, sonríe y se va, voy a ir a buscarla pero Françoise me agarra del brazo y me dice que vaya a cambiarme, que vamos a ir todos a dar un paseo por Venecia. Nos entretenemos en las escaleras que van al primer piso, decidiendo a donde ir, al cabo de un rato y cuando ya nos hemos tenido que apartar unas diez veces de las escaleras porque la gente de la fiesta se va a dormir, pensamos en ir al Rialto, desayunar cerca, y esperar a que habrán las tiendecitas del puente.

        Entro en mi habitación y veo a Itziar sentada en su cama intentando ponerse las botas.

        - Buenos días, Itziar, no te he visto en la fiesta ¿No has ido?

        - Si, si que he ido, pero me han tenido los nuevos de un lado a otro, y encima ahora tengo que ir a hablar con el decano.

        - ¿Tan temprano? Acaba de amanecer.

        - Si, pero hace menos de veinte minutos a alguno se le ha ocurrido que era buena idea empapelar el despacho del decano, y ha venido a ver si ya había acabado la fiesta, y cuando entra a su despacho: SORPRESA.

        - Bueno, ten cuidado, no vaya a ser que te coma.

        - Bueno, por la cara que tenía cuando me ha dicho que fuera a verle, seguramente me comerá, y lo que sobre os lo pondrá de desayuno.

        - Si te sirve de algo, yo no te voy a comer, nos vamos a dar una vuelta y a desayunar a algún café.

        - La verdad es que no, no me consuela, pero gracias por intentarlo.- Se va hacia la puerta y la abre, se gira un momento.- Si no he vuelto cuando tu vuelvas, llama a mi madre y dile que la quería.

        - No te preocupes lo haré.- Nos miramos a los ojos un momento y nos echamos a reír a carcajadas.- suerte.

        - Gracias, hasta luego.- se va cerrando la puerta tras de si.

        Me voy a mi cama y saco la ropa del armario, me quito el vestido y la mascara arrojándolos encima de la cama, miro a la otra cama y veo un bulto, nuestra nueva compañera debe haber llegado por fin, ya pensábamos que nos íbamos a quedar las dos solas, me visto en un momento después de una buena ducha y salgo de la habitación. En el rellano veo a Miriam, Françoise, Juliet y Lorenzo esperando, a medio camino Elisa me alcanza en dos pasos y salimos de la residencia.
        sara85
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          Cap 3. Cafetería


          Al cabo de un rato paramos en una cafetería cerca del Rialto., nos sentamos en una mesa y pedimos para desayunar.

          - Bueno.- Comienza Françoise.- ¿Qué os ha parecido el baile de mascaras venecianas?

          - Yo creo que me he enamorado.- Contesta Elisa.- Sí, no se su nombre, pero he bailado con el una canción, y le he gustado, porque me ha metido mano.

          - Te ha metido mano media residencia, eras la única que no se quejaba.- Salta Lorenzo riéndose.

          - También es verdad.- Se ríe Elisa.

          - Pues yo creo que Alex si se ha enamorado.- Me mira Françoise.

          - A mi no me metáis en eso.

          - Bueno, eso es que si, Alex es tan orgullosa que no lo reconocería.- Le dice Miriam.

          - Eso es mentira y no voy a decir nada si no esta mi abogada delante.- Todos nos echamos a reír.

          - Pues yo, me he enrollado con una, se llama Isabela, fuimos a su habitación y

          - Dios, ¿Isabela Jeannette?- pregunta Miriam.

          - Si, y no veas, es una pasionatta.

          - Es lesbiana.- Comenta Elisa.

          - Bisexual.- Digo yo.

          - ¿Cómo lo sabes?- Pregunta él.

          - Alex salio con ella.

          - Mentira, ella se metió en mi habitación hace un año, en un campamento en Francia.

          - Sí, pero no la echaste, es más se quedo hasta que nos fuimos.- Recuerda Miriam.

          - Uo, mira, ya viene el desayuno.- señalo al camarero.

          Nos pone las cosas en la mesa, Elisa le guiña un ojo coqueta y luego se pone colorada, siempre igual, nunca cambiará, por la puerta entran un grupo de chicas y chicos, Isabela entre ellos, se acerca a Lorenzo y le da un chapetón en el cuello.

          - Bon jorno Lorenzo.

          - Bon jorno pasionatta...Isabela nos mira a las demás sonriendo satisfecha, se fija en mí.

          - ¿Alex?

          - Buenos días, Isa, ¿Has pasado buena noche?

          - Bravísima

          - Me alegro.- Sonríe y se marcha con su grupo.

          Vuelve al rato, con su grupo y pregunta si pueden sentarse con nosotros. Nos empieza a presentar a la gente.

          - Questi sono Miriam, Elisa, preso la cura con di lei, ed Alex, una vecchia amica, Françoise, Juliet, ed il mio Lorenzo. Y ellas son Gabriela, Sofía, Marcela y Giovanna, Lucas, Marcos y Felipe. Giovanna y Sofía saben español muy bien, pero los demás solo lo chapurrean.- Dice señalando al resto, se sienta al lado de Lorenzo y comienza a besarle.

          Gabriela es una chica pequeña, muy delgada, con el pelo pelirrojo cayéndole por una cara lisa y blanca, Sofía, Sofía tiene los ojos azules, y el pelo moreno recogido en una cola, esos ojos azules No, no creo que sea ella, apenas sonríe. Marcela es rubia y ojos marrón claro, se toca la oreja constantemente, Giovanna es una chica de piel dorada y ojos azules. Marcos y Felipe se parecen mucho, quizás sean hermanos, los dos pelo negro y rizado con los ojos marrón oscuro, cejas juntas y muy altos, Lucas siempre con la sonrisa en la boca y un brillo en sus ojos verdes.

          Giovanna y Sofía se sientan una a cada lado de Miriam, Lucas al lado de Elisa y Marcos y Felipe se sientan apartados hablando en italiano.

          - Alex, ¿Qué te pasaba anoche?- Me susurra Françoise al oído. Miriam nos mira y me hace un gesto interrogativo.

          - Nada.- respondo mirando a las dos.

          - ¿Sois españolas?- Nos pregunta Giovanna.

          - Yo si, Alex y Elisa también, bueno Alex no exactamente.

          - ¿No exactamente?

          - No, verás es que Alex es

          - Miriam, no creo que eso les interese.- Corto a Miriam.

          - Es verdad.- Dice en voz alta Elisa y luego vuelve a susurrar en italiano a Lucas.

          - Yo estuve en España, de vacaciones, en los pirineos catalanes, son preciosos.- Comenta Giovanna.

          - Sí, sobre todo las pistas de esquí. ¿Verdad Alex?

          - Bueno, prefiero las de Sierra Nevada, pero las catalanas son buenas.

          No puedo evitar mirar a Sofía, intentando ver si sonríe, pero siempre esta con la cabeza agachada, mirando el suelo, Giovanna la mira, a ella y a mí. Están hablando de cómo será el curso, me echo la cabeza hacia atrás y veo a aquel ángel en la escalera, en la terraza, aquel trozo de vestido yéndose por la puerta del lavabo, aquella voz Bon jorno, aquellos labios, aquel

          - Vamos a pagar y a dar una vuelta, anda.- Dice Elisa al cabo de un buen rato.

          - Si venga.

          Salimos a la calle después de pagar, y nos ponemos a andar hacia el Rialto, las tiendas ya están abiertas, miro el reloj y son las nueve, nos acercamos y compramos alguna cosa. Vamos hablando por el camino de muchas cosas, de donde vivimos, de cómo es, nos hacemos preguntas los unos a los otros. Al cabo de un rato ya se algunas cosas, como que Giovanna es de Brasil, pero que con cinco años su padre la trajo a Venecia donde se ha criado, que Lucas creció en el campo y se vino a la ciudad para ser modelo pero acabo de gondolero y lo dejo para ir a la universidad, que Felipe y Marcos son hermanos y vienen de una familia muy rica de Milán, y que un día tenemos que ir a verles allí, que Sofía (según cuenta Marcela) es de Roma, y sus padres la mandaron a Venecia, no consigo saber porque, Marcela es colombiana, pero solo porque sus padres italianos se fueron de vacaciones allí cuando se madre estaba embarazada y no pudo esperar a salir, Gabriela tampoco habla, de nada en general, pero siempre ha estado en Venecia, de echo no ha salido de la ciudad. Andando no dirigimos a la residencia, me giro y veo a Sofía por detrás sola, me acerco a ella, muy disimuladamente.

          - ¿Eres muda?- No me mira, de echo sigue igual.

          - ¿Sorda?- Me parece que esta sonriendo.

          - ¿Muda y sorda?- Se echa a reír.

          - No.

          - Menos mal, ya creía que no sabías hablar.

          - Si que se.

          - ¿Te puedo hacer una pregunta?

          - ¿Cuál?

          - ¿Qué vestido llevabas en el baile?- Mira a los demás y sonríe.

          - ¿Por qué?

          - Curiosidad sana.

          - Alex, venga que ya hemos llegado.- Interrumpe Elisa.- vamos a las habitaciones, ya nos veremos luego, esta tarde es la presentación de inicio ¿No?

          - Sí, pero antes hay una comida en el comedor de bienvenida.

          Subimos a las habitaciones, me dejo caer sobre la cama, muerta de cansancio, se me cierran los ojos, llevo demasiadas horas sin dormir.

          Noto que alguien me venda los ojos, voy a abrir la boca, pero noto algo que se posa dulcemente en mis labios haciéndome callar, sus labios me besan suavemente el cuello, la mejilla, un poco más cerca de mi boca, sus labios besan los míos, intento quitarme la venda.

          - No.- Me susurra a la oreja.

          - ¿Isabela? ¿Ya estas haciendo de las tuyas?- Desaparece.

          Me quito la venda y miro a la habitación, no hay nadie, la puerta esta abierta, siento la ducha.

          - ¿Itziar?

          - ¿Qué?

          - ¿Has estado todo el rato ahí?

          - ¿Eh?- El agua deja de caer y sale del lavabo envuelta en una toalla.

          - Nada, ¿no has oído a nadie entrar?

          - No.- Confundida mira alrededor.- ¿Dónde se ha metido nuestra compañera?

          - ¿Qué compañera?

          - La chica que había cuando me he ido a duchar en la habitación, la que estaba cuando tu ya estabas durmiendo en la cama ¿No la has visto?

          - No.

          - Es raro, la chica de esta mañana era rubia y ella era morena, tenia unos ojazos.- Dice mientras se seca con la toalla.

          - ¿De que color?

          - Azules, o quizás verde-azulado, pero eran preciosos.- Dice metiéndose de nuevo al lavabo con un bote de crema hidratante en la mano.- ¿No vas a bajar a comer?

          - ¿Qué hora es?

          - Las dos, hace un rato se ha pasado Elisa, que cuando te despertaras bajaras.

          - OK, nos vemos luego.- Me fijo en el pañuelo que hay sobre la cama, la venda, dorada.
          sara85
            sara85
            Cap 4. Comienzan las clases


            Después de comer quedamos con Françoise, Giovanna, Marcela y Sofía en la pequeña terraza del final del pasillo, nos sentamos en las sillas alrededor de la mesa.

            - Pues yo, mi primer amor fue un chico de mi clase, era tan mono, teníamos como 12 añitos o así, mira, nos tomábamos de la mano y paseábamos por el patio, era muy bonito.- Alguien ha sacado el tema de primeros amores, y Elisa cuenta el suyo.

            - El mío era un chico que trabajaba en el bar donde desayunaba, tenía 15 años, y el unos 20, no me atreví a decirle nada, solo me sentaba allí y le miraba.- Françoise nos cuenta su amor platónico.

            - El mío fue una chica, un verano que fui a la costa dorada, estaba en el apartamento de enfrente, y siempre me ponía en la ventana para ver si la veía, la noche que me iba bajó a la calle y me beso en la mejilla, me dio su numero de teléfono y salimos un tiempo, pero luego se fue con un chico.- comenta Miriam.

            - ¿Eres lesbiana?- Pregunta Giovanna.

            - Alex ¿Cómo era aquello?

            - Oscila y no deja pasar una.

            - Eso.

            - ¡Yo también soy un péndulo!- Dice entre risas Giovanna.- Mi primer amor fue mi profesora, un amor imposible, que pena, estaba buenísima.- Nos echamos todas a reír.

            - El mío fue mi marido.- Dice Marcela.

            - ¿Estas casada?

            - Sí, tengo dos hijas, una de un añito y otra de tres, son mis ojitos.

            - Alex, te toca.- Me dice Giovanna.

            - Primero Sofía.- Contesto para ahorrarme explicarlo.

            - No lo pienso decir aquí.

            - Venga, dilo.- Ruega Elisa.

            - Si ella se niega yo también.- Digo sonriendo de oreja a oreja y guiñando un ojo a Sofía.

            - Solo lo haces para librarte, lo contare yo.- Provoca Miriam.

            - Ni se te ocurra.

            - Anda que no, vas a ver.- Dice sonriendo y levantándose.

            - Miriam, no.

            - ¿Qué me vas a hacer?- Salta mirándome con una sonrisa maliciosa.

            - Comerte.- Respondo levantándome y agarrándola por la cintura.

            - No, Alex, no, cosquillas no ¿Eh?- se echa reír cuando mis dedos tocan su barriga.- Ay, no, no, Alex, compórtate, jaja.

            - ¡A por ellas!- Grita Miriam echándose encima nuestro. Acabamos todas por el suelo haciéndonos cosquillas las unas a las otras.

            - Ejem, ejem.-Nos giramos hacia la puerta, Lorenzo esta allí parado.- Muy bonito, cuando puedas, Alex, quiero hablar contigo.

            - Vale.

            - Seguid, seguid.- Dice con la cara aun de sorprendido, se va, nos miramos todas y nos echamos a reír.

            Me levanto y entro en el pasillo, veo a Lorenzo apoyado en la pared, me mira y me hace un gesto para que le siga. Subimos al segundo piso, es donde tienen las habitaciones los chicos, entramos en la suya y me hace sentarme en la cama.

            - Háblame de Isabela.

            - ¿Algo en especial?

            - Lo que sepas de ella.

            - Creo que eso te lo debería decir ella.

            - Bueno, al menos dame la explicación a porque se ha dado el lote con Lucas y luego con una chica que ha conocido en la calle.

            - Isabela es así, siempre lo ha sido, el mayor error que puedes cometer es enamorarte de ella.

            - ¿Y si ya es tarde para eso?- Pregunta mirando al suelo.

            - Si ya es tarde no puedes hacer nada, solo dos cosas, déjala o sal con ella, pero ten por seguro que no vas a ser la única persona a la que ella bese.

            - ¿Por qué?

            - No lo se, Lorenzo. Solo se que cuando la conocí ya era así.

            - ¿Cómo hago para que se enamore?

            - No lo se.- Es verdad no recuerdo haber visto a Isabela enamorada en mi vida.- Tendrás que averiguarlo tu solo.

            Bajo con Lorenzo y Lucas a la sala de actos, es el discurso de bienvenida, en la puerta me encuentro con el resto y entramos en la sala. Me siento entre Sofía y Giovanna. El decano, un hombre de unos 50 años y porte orgulloso entra y sube al escenario, cierran las persianas y nos dejan a oscuras, un foco le ilumina.

            -Bienvenidos y bienvenidas.- Comienza en un italiano perfecto.- Antes de deciros como va a ir esto, me gustaría que conocierais la universidad, se que algunos lleváis aquí unos días, pero otros habéis llegado hoy o ayer para el baile, así que os pondremos unas diapositivas.- En ese momento se apaga el foco y nos quedamos completamente a oscuras, la gente empieza a ponerse nerviosa.- Tranquilos, no os mováis de vuestros sitios, tenemos un pequeño problema técnico.

            Muchos no hacen caso, algunos se levantan y empiezan a hacer bromas alrededor, noto que alguien me coge la mano y deja un trozo de tela, cuando voy a preguntar noto unos labios sobre los míos, me quedo helado, los mismos labios que en mi habitación, le agarro la mano pero se suelta rápidamente. Las luces vuelven, miro a mi alrededor pero ya esta casi todo el mundo sentado, miro a Giovanna, esta escuchando música con un discman, miro a Sofía, esta apoyada en el respaldo con los ojos cerrados, parece dormida, me miro la mano y allí esta, otra vez, un pañuelo dorado.

            Cuando acaba la reunión subimos a las habitaciones, compruebo que tengo todos los libros que necesito, mañana empiezan las clases y quiero tenerlo todo.


            El despertador retumba en la habitación, lo apago de un manotazo, miro a mi alrededor, Itziar ya esta vistiéndose y suena la ducha. Al cabo de un rato sale una chica envuelta en la toalla, sonríe y se pone a vestirse. Debe ser nuestra compañera, me fijo en sus ojos, Itziar tenía razón, no son azules, pro entonces ¿Quién entró en la habitación? Me voy a darme una ducha rápida y en diez minutos ya estoy fuera de la residencia, Françoise y Giovanna me esperan en la puerta, también hacen Química, vamos hacia la facultad de Ciencias, que esta en la misma calle, como todas las demás facultades. Las clases son bastante aburridas, al menos ese día, presentaciones de los profesores, de los alumnos, hasta del personal de limpieza. A las 10 tenemos un descanso, así que salimos de clase.

            - ¿Vamos a la cafetería de aquí enfrente?- Pregunta Françoise.

            - Si, voy a dejar esto en la taquilla.- Señalo mis libros.- No se para que los he traído hoy.

            - Vale te esperamos allí, así cogemos mesa.

            - No tardo mucho.

            - Yo tengo que ir a buscar una cosa a la residencia, no vemos en la cafetería.- Dice Giovanna desapareciendo por las escaleras.

            Françoise baja, miro el pasillo, todo el mundo se va a desayunar, camino hasta donde esta mi taquilla, al pasar por la puerta del cuarto de limpieza me doy cuenta que esta abierta, pero no le doy importancia, abro mi taquilla y dejo los libros, me doy la vuelta para volver por donde he venido. Noto un brazo que me coje y me arrastra al cuarto de la limpieza, escucho como se cierra la puerta, voy a encender la luz, pero noto que alguien me abraza y comienza a besarme, primero muy dulce, me pone una venda en los ojos.

            -¿Otra vez?- Al preguntarlo escucho una risa muy dulce.- Esta bien, no me la quitare.- Digo sonriendo y buscando sus labios.

            Comenzamos a besarnos, noto su piel en la mías, me quita la camisa y yo hago lo mismo, con mis manos acaricio su vientre, voy subiendo poco a poco, mientras nuestras lenguas se entrelazan en un beso apasionado y sus brazos me acarician la espalda, llego a su pecho, y lo acaricio sobre la tela del sujetador, ella quita sus manos de mi espalda y se desabrocha el sujetador, beso su cuello, una y otra vez, mis manos juegan con sus pezones, erguidos y duros, mis labios bajan por su cuello y se encuentran con mis manos, solo se escuchan sus gemidos, al apretar sus pezones con mis dedos, al acariciarlos con mi lengua, al acariciar su sexo por encima de la ropa con una de mis manos, al desabrochar su pantalón y meter la mano dentro

            Bajo las escalera pensando en mil cosas, mil cosas que solo tienen que ver con una única cosa, con ella, con sus ojos azules, se que es ella, la de siempre, la del vestido dorado, el pelo moreno, los ojos azules, los, tiene que ser ella, no puede ser nadie más, pienso en sus labios sobre los míos, en sus manos acariciando mi piel, en su calor, en su respiración en mi cuello, en su dulzura, en su pasión, en ella, solo en ella. Pero una vez más, me deja con la incertidumbre de saber su nombre, de saber quien es, un instante depuse de la ultima caricia ha desaparecido, como aquel día en mi habitación, una vez más la he buscado por los pasillos, sin llegar a encontrarla, ni un solo rastro, solo otro pañuelo dorado, tan solo eso, y pienso que tal vez no exista, que tal vez no estuvo en la fiesta, que tal vez el ángel que vi en la terraza no existe, no es real, solo un producto de mi imaginación, pero entonces recuerdo sus labios, sus besos, sus caricias, tan reales, tan llenos de todo, tan físicos, y entonces no cabe en mi pensamiento la idea que sea una ilusión, un deseo, algo irreal, no, solo puede ser real, pero entonces me asaltan mil preguntas que aun no se contestar. Intento sacar de mi cabeza esos pensamientos, y me voy hacia la cafetería, Françoise esta sentado junto con Elisa, en una mesa, me acerco y me siento, con la mirada perdida, perdida en recuerdos, al cabo de un rato llega Giovanna, poco después Sofía y Miriam.

            Desayunamos tranquilamente y luego de vuelta a clase, al pasar por aquella puerta y verla cerrada, me invade una sensación de soledad, a pesar de estar rodeada de gente, una sensación que se que jamás sabré expresar con palabras, igual que se que el amor no se expresa con palabras, ni la felicidad, ni el dolor, porque al expresarlos en palabras empequeñecen, y pierden su sentido, su emoción, su inmensidad.
            sara85
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              Cap 5. Sofía


              Los días transcurren, lentos, cansados, pero llegan los primeros exámenes y el nerviosismo se apodera de la residencia, a pesar de ser solo unos parciales, que no cuentan prácticamente para la nota, pero las ganas de impresionar a los profesores en las primeras semana son muy grandes. Desde aquel día no he vuelto a besar aquellos labios, tampoco tengo más pañuelos dorados, han pasado dos semanas, y no he vuelto a sentirla cerca, y el dolor, pasó a tristeza, la tristeza a resignación y la resignación a aceptación, aceptación que quizás solo fuera una ilusión, tal vez un sueño o tal vez existió, pero no era un ángel, no. Los lazos que nos unían se han hecho mucho más fuertes, y a ahora somos todos inseparables, Lorenzo, Lucas, Marcos, Felipe, Giovanna, Sofía, Marcela, Françoise, Miriam, Elisa y yo. Pasamos horas en la biblioteca estudiando, y al cerrar esta, en las habitaciones o en la pequeña terraza del primer piso, a veces Marcos, Isabela, Gabriela y Juliet se acercan y estudian con nosotras, pero normalmente se van a otro sitio.

              Hoy es una de esas noches, una de esas que pasamos en la habitación de alguien hasta entrada la madrugada, cada uno estudiando lo suyo. Estamos en la habitación de Elisa, Giovanna, Françoise y yo estamos en una cama con los apuntes de Química esparcidos a nuestro alrededor, Lorenzo, Miriam, Sofía y Lucas en otra estudiando la historia del arte o algo parecido, y Elisa, Marcela, Marcos y Felipe en la que queda con un montón de hojas sobre geología y ciencias naturales. Son cerca de las cuatro y los descansos cada vez son más, cualquier cosa sirve de excusa, que si una se va al lavabo no podemos seguir, porque sino se pierde cosas, etc. En una de esas aprovecho para salir a la terraza a fumarme un cigarrillo, Lucas se viene conmigo.

              -¿Cómo va?- Pregunta él encendiendo un cigarrillo.

              - Digamos que hay pocas posibilidades, es que ya no me entra nada, llevo un cuarto de hora leyendo la misma frase.

              -Pues estamos todos igual.- Se abre la puerta y entran Sofía y Giovanna, se sientan en unas sillas. Asoma la cabeza Felipe.

              - Lucas vamos a aprovechar e ir a buscar los libros que nos hemos dejado.

              - Ni un cigarrillo en paz.- Lo apaga y va refunfuñando por el pasillo.

              Me pongo a mirar la ciudad, de noche es preciosa, se ven algunas luces encendidas, pero son pocas, el gran canal refleja la luna, voy fumándome mi cigarrillo.

              - Quiero irme a casa.- Dice Giovanna mirando el cielo desde la silla.

              - Venga Giovanna, son los primeros exámenes, hasta que no nos acostumbremos.- Intento animarla.- Luego ya veras como iremos más tranquilas.

              - No lo sé, Alex, creo que no voy a poder.- Dice levantándose y viniendo hacia mi, se pone apoyada en la baranda justo al lado mio.

              - Ya verás como si, solo hemos notando el cambio, hace unas semanas no teníamos que hacer nada y ahora estudiando como locos, también es que lo hemos dejado para el ultimo día, ya verás, en los próximos empezamos un mes antes.

              - Alex, no te lo crees ni tu.

              - Que si, te lo prometo, pero no te vuelvas a casa.

              - ¿No quieres que me vaya?

              - Emmm- Hago como que lo pienso, pero en realidad ya se la respuesta.- No, no quiero.- Cada vez que escucho a alguien del grupo que se quiere ir lo intento evita, quizás porque se que si alguien del grupo se va, me rendiré, me iré a mi casa, a mi Barcelona. Noto que unos brazos me estrechan.

              - Gracias.- Me susurra al oído.

              - De nada.- Me separo y le sonrío.

              - Bien, entonces, ¡a estudiar!- se mete hacia dentro.- ¿No vienes?

              - Me lo termino y voy.

              - ¿Sofía vienes?

              - Solo cinco minutitos más.- Contesta Sofía desde una silla, casi se me había olvidado que estaba allí, Giovanna se va hacia dentro, me siento en una silla al lado de Sofía y la miro.

              Con los ojos cerrados, la cabeza apoyada en la pared, hace días que esta cansada, como todos, pero por alguna razón el que lo este ella me molesta más, a pesar de tener las ojeras reflejo de noches de estudio, y el pelo despeinado, sigue estando preciosa, abre los ojos y gira un poco la cabeza, nos sonreímos. Se levanta de la silla y se pone encima mio, me coge las manos y se rodea con mis brazos, apoya su cabeza en mi hombro y miramos el gran canal, sus barcas atadas en los muelles, el baile del agua con la luna. Al cabo de un rato de estar en silencio, nos levantamos y vamos hacia la habitación, todo el mundo ha dejado de estudiar, están tirados por el suelo, suena un móvil, el de Lorenzo, Felipe y Lucas no van a bajar, que ya irán a buscar sus cosas, se caen de sueño. Lorenzo no tiene ganas de subir a su habitación, así que se estira en la cama de Isabela, ella no volverá hasta la mañana, como siempre, más sabiendo que él esta allí, Miriam me mira y me dice que se viene conmigo, que su habitación esta llena, al final, Françoise, Elisa, Sofía y Giovanna se vienen, como Itziar esta en no se donde preparando el no se que para algo de la universidad y no volverá hasta dentro de dos días, y la otra compañera de habitación es como un fantasma que solo viene a ducharse, nos vamos. Marcos y Marcela se quedan con Lorenzo, creo que entre Marcos y Marcela hay algo, y no soy la única, pero como tienen marido no nos metemos en eso, allá sabrá lo que se hace. Me meto en mi cama, Miriam se tumba a mi lado, Sofía y Giovanna en otra y Elisa y Françoise en la que queda. La verdad es que sueño no hay, solo ganas de dejar de estudiar así que nos tiramos un buen rato hablando, Elisa cansada de estar en el mismo sitio va saltando de una cama a otra, al final acabamos todas en el suelo.

              El sol entra por la ventana, abro los ojos poco a poco, noto mi brazo izquierdo dormido, miro y veo a Sofía apoyada en mi, Françoise tiene la cabeza apoyada en las piernas de Sofía, Giovanna en la espalda de Françoise, Elisa esta enfrente mio toda estirada con la cabeza de Miriam en la barriga, y el pie de Miriam esta sobre mi pierna. Noto que Sofía se mueve, la vuelvo a mirar y esta allí, mirándome con esos ojitos azules y sonriendo.

              - Buenos días.- Le susurro acercándome a su oreja.

              - Buenos días ¿Qué hora es?- Dice acomodándose más en mi pecho y rodeándome con sus brazos.

              - Pues son- Miro el reloj de mi muñeca y- ¡No!- Se despiertan poco a poco.

              - ¿Qué pasa?- Empiezan a preguntar algunas.

              - ¡Llegamos tarde al examen!

              - ¿Qué examen?- Pero Giovanna y Françoise saben de que hablo, Química era el primer examen de la mañana.

              - Joder, Joder...- Va quejándose Françoise mientras busca sus zapatos, Giovanna esta peleándose con su calcetín que se ha quedado atrapado en el dedo gordo de su pie, yo me voy a levantar, pero Sofía me coje y me susurra al oído.

              - Buena suerte, vuelve pronto.

              - ¿Suerte? Voy a necesitar mucha.- Un segundo, tal vez dos, todas mirando a Giovanna y Françoise que están liando un espectáculo, todas menos Sofía que tiene esos ojos azules cerrados mientras me besa, y yo que los cierro a mi vez. Se aparta en un instante, me levanto de golpe, sonriendo.- Chicas, venga, a correr.

              Normalmente el camino hacia la facultad era corto, esta al lado, pero aquel día se hizo mas corto aun, las tres corríamos por los pasillos, por la calle, de nuevo por los pasillos (esta vez por los de la facultad) y entramos en la sala del examen, a pesar de llegar cinco minutos tarde, al ver nuestras caras, el profesor nos deja pasar, eso sí después de decir:

              - Dos puntos menos cada una.


              Salgo del examen entre las primeras, esta claro que no voy a impresionar a ningún profesor con este examen, me consuelo que solo es un parcial, y que a quién se le ocurre poner los exámenes con solo dos semanas de curso, seguro que solo es para hacerse una idea de cómo somos, pero será que no habrá otras formas. Salgo por la puerta de la facultad y me encuentro a Sofía, sentada en los escalones repasando sus apuntes. Me siento a su lado y apoyo la cabeza en su hombro.

              - ¿Tan mal?- Pregunta con la vista fija en sus apuntes.

              - Bueno, si quiero causar buena impresión, voy a tener que sentarme en primera fila, porque de este examen no creo que saquen nada.

              - Anímate, solo es un parcial, no sirve de nada.

              - Ya, ¿Cómo vas tú?

              - No me entra nada, pero no hay problema.

              - ¿No eras tu la que estaba obsesionada con causar buena impresión? ¿La que nos metió esa idea a los demás?

              - Sí.- Dice poniéndose colorada y sonriendo.- Pero no sabía que sería tan duro.

              - Ya verás, al menos, causaras mejor impresión que yo.- Comento pasando un brazo por encima de sus hombros, se apoya en mi y deja los apuntes a un lado.

              - ¿Te quedas un rato conmigo?

              - Claro. No tengo nada mejor que hacer.

              Nos que damos un rato allí, mirando pasar a la gente, al cabo de un rato ella se levanta, me mira y me sonríe.

              - Suerte.- Le deseo levantándome y dándole un beso en la mejilla, me abraza fuerte.

              - Gracias.- Me susurra al oído y me da un beso muy cerca de los labios, demasiado cerca.- ¿Nos vemos luego?

              - Sí.- Miro como se aleja mientras mi corazón parece irse detrás de ella.
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                sara85
                Hola! Bueno llevo poco tiempo por aqui, pero es que hace un tiempo escribi algo y me gustaria conocer la opinion de alguien que no conozca, bueno alla va, es un poco largito, aviso icon_biggrin.gif

                Cap 1. Bienvenidas a Venecia


                Sonó el teléfono, retumbando en mis oídos como una tormenta, rompiendo el silencio ansiado después de una larga noche de música, baile y risas.

                - ¿Diga?

                - Nos han aceptado.

                - ¿Qué?

                - Nos han aceptado en la universidad.

                - ¿En serio? Eso es ups tengo que hacer mil cosas ¿Cuándo?

                - Salimos en dos días, el lunes a las tres en el puerto de Barcelona.

                - Vale, nos vemos luego.


                Miriam, Elisa y yo habíamos echado la solicitud en muchas universidades, pero lo cierto era que solo queríamos ir a una, la de Ca Foscari en Venecia, sabíamos que era mas que improbable que nos cogieran, Miriam quería hacer la licenciatura en Técnicas artísticas y del espectáculo, mientras que Elisa y yo nos conformábamos con la de química, pero Elisa se pasó en el ultimo momento a Ciencias Ambientales. Y ahora, tenía dos días para prepáralo todo y volver a Venecia. Había estado hacia un par de años en fin de curso y me había enamorado de sus edificios, sus canales y su gente.


                Es lunes y casi no he dormido, los nervios del viaje hacen que no tenga hambre y soy incapaz de desatar el nudo en mi garganta, me doy una ducha de agua fría para ver si me relajo un poco, pero no lo consigo. Tocan al timbre y abro la puerta.

                - ¿Nos vamos ya?- Miriam con su maleta en el suelo, su sonrisa de oreja a oreja y su gorro calado hasta las orejas.

                - Aun hay tiempo.- voy a cerrar la puerta pero noto que alguien intenta entrar.

                - Pues ya tengo ganas.- Elisa con sus inseparables tejanos y con la ilusión en los ojos.

                - Bueno, vale, voy a por la maleta y nos vamos a Barcelona, ya se nos ocurrirá algo para hacer mientras esperamos el barco.


                Son las tres y cuarto del medio día y el barco que nos lleva a Venecia arranca motores, al cabo de un rato comienza a alejarse del puerto. Las tres asomadas en cubierta mirando como se aleja la costa.

                - ¿Sabéis que significa esto?- Señalo la costa que se aleja.

                - ¿Qué?- Pregunta Miriam.

                - Que ya puedes mirar bien esa costa, no la vamos a ver en mucho tiempo.- Dice Elisa con melancolía.

                - No había caído en ese detalle.

                - Yo si.- Admito.- Y no me importa, volveremos, de mientras hay que disfrutar de Venecia.

                - ¡Venecia, tiembla!- Gritamos las tres entre risas.


                Llegamos a Génova y de allí cogemos un autobús que nos lleva a Venecia, con la ayuda de un mapa conseguimos encontrar la residencia de estudiantes de la universidad. Es un edificio antigua, de una belleza enorme y una arquitectura sencilla pero brillante. A la puerta conducen unas escaleras de piedra franqueadas por columnas de piedra, en dos de las columnas cuelgan unos cables que se unen en un cartel: Viernes, Gran Baile de Bienvenida, Carnaval veneciano., al entrar dentro vemos que están preparando la decoración del baile. El hall es enorme y dos grandes escalinatas se unen en el medio, donde hay un pequeño rincón con una oficina de información y la recepción, me adelanto con mi maleta y en italiano pregunto por las habitaciones de las tres.

                - Cento due per Alejandra, cento cinque per Elisa e cento quindici per Miriam.

                - ¿ Stanze separate?


                - Sì, ma con le due persone di altri luoghi, è la norma.

                - Capito, ¿Possiamo sollevare le stanze?

                - Sì, il programma dei pasti questo là.

                - Grazie.

                - O sea, que separadas por una estúpida norma, genial.

                - Elisa, tranquila no se va a acabar el mundo, queríamos vivir experiencias nuevas, lo primero es conocer gente nueva.

                - Si claro, Alex tu sabes italiano, pero a mi se me da fatal, lo entiendo pero no lo hablo.

                - Estoy segura que hay mas gente de España, o Francia, tu sabes francés, además muchos italianos hablan español.

                - eso es verdad.- Comenta Miriam.

                Estamos subiendo por las escaleras, llegamos al primer piso y miramos alrededor, hay tres pasillos, en uno las habitaciones hasta la ciento catorce, en otro hasta la ciento veintiocho y otro hasta la ciento cuarenta y dos.

                - Genial, me toca sola chicas, voy a dejar la maleta, os parece que nos veamos dentro de una hora, después de deshacer la maleta.

                - Vale.- Echamos a andar hacia las habitaciones.- Cento due, esta es la mía, si hay un italiano loco en tu habitación que te come vienes corriendo ¿Eh?

                - Muy graciosa, Alex.


                Toco a la puerta de la habitación, por si las otras dos personas ya han llegado, no contesta nadie, así que abro la puerta. Es una habitación sencilla, tres camas puesta contra las paredes con unos pequeños armarios a un lado y una mesita de noche, en el centro una mesa con cuatro sillas, a la derecha hay un pequeños lavabo con dicha, no hay indicios que haya entrado nadie a dejar sus cosas, así que elijo una cama que tiene una ventana encima, dejo la mochila sobre la cama y me asomo a la ventana, se ve la torre de San Marcos y el gran canal, me quedo un rato mirando Venecia, esta como la recordaba. Se abre la puerta de la habitación, me giro para mirar quien es. Una chica con unos tejanos ajustados y una camiseta de tirantes finos de color rosa esta parada en la puerta, su piel es de color dorado y sus ojos de un verde profundo, labios finos y rosados, me mira con atención, como examinándome.

                - ¿Cento due?

                - Sì

                - Il mio nome è Itziar, ¿è il vostro?

                - Alejandra, sono spagnola.

                - ¿Española? Que bien, yo nací en el país vasco, pero he crecido aquí, en Venecia. ¿Qué te parece la ciudad?

                - Fantástica, estuve aquí hace unos años y ya era estupenda, y eso que solo estuve una semana, no me dio tiempo a casi nada.

                - Ahora vas a tener mucho tiempo.- Dice entrando y dejando la maleta en la cama de mi izquierda, a la derecha de la puerta.- ¿Vienes sola?

                - Con dos amigas, pero nos ha tocado separadas por algo de una norma.

                - Oh, sí, la norma. Es para ayudar en la integración de las personas de otros países, aunque he mirado la lista y no constas como extranjera.

                - No, como se hablar italiano y las plazas para extranjeros son limitadas, hicimos un apaño y consta que soy de aquí, de Italia.- Miro mi maleta.- Bueno será mejor que deshaga el equipaje, queremos ir a dar una vuelta por ahí antes de comer.

                - Sí, y yo tengo que ir a hablar con el decano, me han nombrado algo así como tutora.

                - ¿Tutora?

                - Sí, tengo que enseñar a los nuevos todo, y atenderles, y estar por ellos, es que es mi segundo año aquí, y conozco bien todo.

                - Genial.

                Empezamos a deshacer las maletas, la verdad no se que pretenden que hagamos con esos mini-armarios, y eso que no soy de ir con mucho equipaje, me río pensando como se las estará viendo Elisa para poner todo dentro. Se abre la puerta.

                - Alex, no te lo vas a creer- Elisa entra apresurada sin darse cuenta que no estamos solas.

                - - No te caben las cosas en el armario.

                - Bueno, a parte de eso, me ha tocado con una chica que conozco.

                - ¿De que?

                - ¿Recuerdas aquel campamento al que fuimos, aquel de las lenguas de Europa, que estuvimos una semana?

                - Sí, en Francia.

                - Pues adivina.

                - ¿Qué adivine quien? No se, había mucha gente.

                - Ya, pero tu no te liaste con toda esa gente.

                - ¿Isabela?

                - Premio.

                - ¿Le has dicho que estoy aquí?

                - No, estaba ocupada dándose el lote con la otra compañera, creo que ni me ha visto, ya sabes como es Isabela.

                - Femme Fatale.

                - En el clavo, oye, yo el equipaje lo dejo para luego, vamos a buscar a Miriam y a dar una vuelta.

                - Si, vale, un momento.- termino de meter las cuatro cosas de la maleta en el armario de mala manera, cojo mi mochila pequeña.- Vamos a ir a una heladería que hay cerca del Rialto, que te vas a comer hasta los dedos. Ya nos veremos Itziar.- Saludo a Itziar y me voy a buscar a Miriam.
                sara85
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                  Cap 6. La chica de ojos azules y una fiesta


                  Me vuelvo a sentar esperando que acaben Françoise y Giovanna, me entretengo hablando con gente de clase o que conozco de la residencia. Al cabo de un rato me canso y me voy para la residencia. Subo las escaleras cansada, entro en mi habitación, no hay nadie, deben estar todas en exámenes o haciendo el ultimo repaso en alguna cafetería, me tumbo en la cama y noto algo debajo de la cabeza, me levanto un poco y miro, un tulipán envuelto en un pañuelo dorado y una nota escrita a mano, la cojo y la leo.


                  Puedo escribir los versos más tristes esta noche.

                  Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido.

                  Oír la noche inmensa, más inmensa sin ella.

                  Y el verso cae al alma como al pasto el rocío.

                  Qué importa que mi amor no pudiera guardarla.

                  La noche está estrellada y ella no está conmigo.

                  Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos.

                  Mi alma no se contenta con haberla perdido.

                  Como para acercarla mi mirada la busca.

                  Mi corazón la busca, y ella no está conmigo.

                  La chica de los ojos azules


                  Uno de los poemas de Neruda, esos que nunca se me olvidan, la chica de los ojos azules, dos semana sin saber de ella, nada más que en mis sueños y de repente esa nota. Leo los versos una y otra vez, hasta que siento que tocan a la puerta.

                  - Pasa.- Digo dejando la nota y el tulipán en un cajón de la mesita de noche, la puerta se abre y entra Françoise y Giovanna.

                  - ¿Cómo ha ido?

                  - ¿De verdad quieres saberlo?

                  - Vamos, como a todas.- Comenta Giovanna dejándose caer en mi cama.- Esta noche nos vamos de fiesta.

                  - Si, hay que mejorar el día.

                  - Luego se lo diremos al resto.

                  El día pasa lento, por el deseo que llegué la noche y vayamos a esa discoteca de la que nos ha hablado Giovanna y porque no puedo parar de pensar en los versos de Neruda.

                  Son las doce y estamos en la discoteca bailando, Lorenzo, Marcos y Felipe no paran de beber, los tendremos que llevar arrastrando hasta la residencia, y no esta precisamente cerca. Hasta las cinco de la mañana estamos bailando y hablando, de vez en cuando algunos se separan del grupo y se van a respirar algo de aire fresco, pero pasamos casi toda la noche todos juntos, al salir de la discoteca intentamos convencer a Marcos, Felipe y Lorenzo que la residencia esta por la derecha y no por la izquierda.

                  Cruzamos el Rialto con Marco, Felipe y Lorenzo detrás, los tres agarrados por los hombros y cantando entre risas O sole mio, Miriam, Françoise y Elisa hablando entre ellas, Lucas, Marcela y Giovanna haciendo bromas entre ellos, Sofía andando a mi lado en silencio, con nuestros brazos rozándose.

                  - ¡O SOLE MIO! ¡O SOLE MIO!

                  - ¡Alex! Vamos a para un rato, que estos tres me están poniendo malo.- Dice Lucas.

                  Nos sentamos en unos bancos que hay cerca, me acerco a los tres tenores sonriendo.

                  - Un repertorio algo escaso ¿No?

                  - ¡O SOLE MIO!- Gritan después de mirarse y reír.

                  - Alex, déjalos, creo que ahora no saben ni como se llaman.

                  Me acerco a Sofía que se ha sentado en otro banco con Giovanna, me siento a su lado.

                  - Giovanna, baila conmigo.- Pide Lorenzo acercándose.- Marquitos, Felipiño, cantad.

                  - ¡O SOLE MIO!

                  - Están locos.- Comento mirando como bailan al ritmo de dos tenorios desgastados.

                  - Solo borrachos, pero es bonito bailar bajo la luna.- Me levanto sonriente y le tiendo mi mano.

                  - ¿Bailas conmigo?- Sonríe y se levanta, me rodea con sus brazos por encima de mis hombros y la cojo de la cintura.

                  El resto se anima y acabamos todos bailando, incluso los dos tenores que cantan abrazados el uno con el otro. Sofía se apreta contra mi abrazándome con fuerza, y yo apreto mis manos contra su espalda mientras apoya la cabeza en mi hombro, y yo mi cabeza en la suya. Al cabo de un rato los dos tenores se cansan de tanto cantar y empezamos a andar de nuevo hacia la residencia, se ve que sean despejado un poco, se ponen delante guiándonos por Venecia, Sofía y yo nos quedamos atrás, cuando llegamos a las puertas de la residencia me doy cuenta que vamos cogidas de la mano, le doy un beso en la frente y suelto su mi mano.

                  - Bueno, Lucas te toca llevar a esos tres hasta la habitación.

                  - Podemos ir solitos.- Dicen riéndose los tres.

                  - Ya lo veremos.- responde Lucas amarrándolos y arrastrándolos escaleras arriba.

                  - Buenas noches.- Se despiden Françoise y Giovanna que comienzan a andar hacia arriba, detrás de ellas sube Marcela. Sofía y Miriam suben las escaleras mientras Elisa me dice que me quede un rato para fumarnos un cigarrillo.

                  Al cabo de dos cigarros y uno de esos cuentos de Elisa que empiezan por: Ese chico subo las escaleras, al llegar a mi puerta la abro y le digo buenas noches a Elisa que se va para su habitación, entro sin hacer ruido, por si Itziar ya esta durmiendo, noto algo bajo el pie y me agacho, hay un papel en el suelo. Salgo un momento al pasillo para leer la nota bajo la luz del fluorescente.

                  Esta noche te he visto, me he vuelto a enamorar ¿Cómo haces que me enamore cada noche? Tengo ganas de estar contigo. La chica de los ojos azules

                  Me meto en la habitación y me pongo el pijama, me tumbo en la cama, con la nota aun entre mis dedos y me quedo dormida con la sonrisa en los labios. Noto el sol en mi rostro, pero no lo veo, algo me tapa los ojos, sonrío, es una venda. Noto que alguien esta sentado a mi lado, seguro que es ella, no intento quitarme la venda, se que no quiere. Noto algo suave acariciando mi mano, no es otra mano, ni otro dedos, parece, parece el tulipán de ayer, una flor, suave, recorriendo mi mano, mi brazo, mi cuello, mis labios, noto que desaparece, y unos dedos acarician mis labios, sonrió, y con mi mano busco su cuerpo lo acerco al mio, acaricio su mano, enredándola con la mía, se siente ruido en el lavabo y desaparece dejando antes un fugaz beso en mis labios. Me quito la venda y no hay nadie, ya se ha ido, la puerta esta abierta, esta vez no me tomare la molestia de mirar el pasillo, la cierro y me acerco al armario para vestirme.

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