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RELATOS Y CUENTOS

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    EL ELEFANTE



    Durantel espectáculo, hacía despliegue de peso, tamaño y gran fuerza ... Una vez acabada su actuación y hasta volver a actuar en el escenario, el elefante quedaba sujeto solamente por una cadena que aprisionaba una de sus patas a una pequeña estaca clavada en el suelo.


    Se trataba de un minúsculo pedazo de madera apenas enterrado unos centímetros en la tierra. Y aunque la cadena era gruesa y poderosa, me parecía obvio que ese animal capaz de arrancar un árbol de cuajo con su propia fuerza, podría, con facilidad, arrancar la estaca y huir.


    Asi pués pensaba,

    ¿Qué lo mantiene entonces? ¿Por qué no huye?.


    . Pregunté entonces a maestros, padres y tíos por el misterio del elefante. Alguno de ellos me explicó que el elefante no se escapaba porque estaba amaestrado.


    Si está amaestrado, pregunté .. ¿Por qué lo encadenan?. Nadie me supo contestar.


    Con el tiempo me olvidé del misterio del elefante y la estaca. Recordaba cuando me encontraba con otros que también se habían hecho la misma pregunta. Supe mas tarde el por qué ."El elefante del circo no escapa porque ha estado atado a una estaca parecida desde que era muy pequeño".


    Cerré los ojos y me imaginé al pequeño recién nacido sujeto a la estaca. Estoy seguro de que en aquel momento el elefantito empujó, tiró y sudó tratando de soltarse. Y a pesar de todo su esfuerzo no pudo.


    La estaca era muy fuerte para él. se durmió agotado y al día siguiente volvió a probar, y también al otro y al que seguía... Hasta que un día, un terrible día para su historia, el animal aceptó su impotencia y se resignó a su destino.


    Este elefante enorme y poderoso no escapa porque

    CREE QUE NO PUEDE.


    El recuerda de pequeño su impotencia, la que se siente poco después de nacer, le cuestiona a poner a prueba su fuerza otra vez.


    Cada uno de nosotros somos un poco como ese elefante: vamos por el mundo atados a cientos de estacas que nos restan libertad.


    Vivimos creyendo que un montón de cosas "no podemos" simplemente porque alguna vez probamos y no pudimos.
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      EL BAMBÚ JAPONÉS



      No hay que ser agricultor para saber que una buena cosecha requiere de buena semilla, buen abono y riego constante. También es obvio que quien cultiva la tierra no se para impaciente frente a la semilla sembrada y grita con todas sus fuerzas:


      "¡Crece, maldita seas!"...


      Hay algo muy curioso que sucede con el bambú japonés y que lo trasforma en no apto para impacientes: Siembras la semilla, la abonas, y te ocupas de regarla constantemente.


      Durante los primeros meses no sucede nada apreciable. En realidad no pasa nada con la semilla durante los primeros siete años, a tal punto, que un cultivador inexperto estaría convencido de haber comprado semillas infértiles.


      Sin embargo, durante el séptimo año, en un período de solo seis semanas la planta de bambú crece ¡más de 30 metros!


      ¿Tardó solo seis semanas crecer?.


      No. La verdad es que se tomó siete años y seis semanas en desarrollarse. Durante los primeros siete años de aparente inactividad, este bambú estaba generando un complejo sistema de raíces que le permitirían sostener el crecimiento que iba a tener después de siete años.


      Sin embargo, en la vida cotidiana, muchas personas tratan de encontrar soluciones rápidas, triunfos apresurados sin entender que el éxito es simplemente resultado del crecimiento interno y que éste requiere tiempo.


      Quizás por la misma impaciencia, muchos de aquellos que aspiran a resultados en corto plazo, abandonan súbitamente justo cuando ya estaban a punto de conquistar la meta. Es tarea difícil convencer al impaciente que solo llegan al éxito aquellos que luchan en forma perseverante y saben esperar el momento adecuado.


      De igual manera es necesario entender que en muchas ocasiones estaremos frente a situaciones en las que creeremos que nada está sucediendo.


      Y esto puede ser extremadamente frustrante. En esos momentos (que todos tenemos), recordar el ciclo de maduración del bambú japonés, y aceptar que -en tanto no bajemos los brazos -, ni abandonemos por no "ver" el resultado que esperamos-, sí está sucediendo algo dentro nuestro: estamos creciendo, madurando.


      Quienes no se dan por vencidos, van gradual e imperceptiblemente creando los hábitos y el temple que les permitirá sostener el éxito cuando este al fin se materialice.


      El triunfo no es más que un proceso que lleva tiempo y dedicación.

      Un proceso que exige aprender nuevos hábitos y nos obliga a descartar otros.

      Un proceso que exige cambios, acción y formidables dotes de paciencia.
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        Había una vez un hombre, padre de familia, con éxito en su profesión, hábil para los negocios, rodeado de muy buenos contactos. Él era muy exigente con su hijo, quería que llegara a continuar todo lo que él había comenzado.


        Una vez el padre llevó a su hijo a un viaje por un barrio de la periferia con el firme propósito de que este viera los pobres que eran las personas que allí vivían... que comprendiera así el valor de las cosas que tenían y lo afortunados que eran ellos. Estuvieron un día y una noche en la granja de una familia muy humilde.


        Al concluir el viaje y de regreso a casa, el padre le preguntó a su hijo

        ¿qué te pareció la experiencia? Muy buena, papá!

        Y... ¿qué aprendiste?

        Varias cosas papá; que nosotros tenemos un perro de raza y ellos tienen cuatro perros sin marca que jugaban entre ellos y se divertían mucho. Nosotros tenemos una piscina de 10 x 5 m. y ellos un riachuelo sin límites y de aguas con vida en movimiento.


        Nosotros tenemos unas lámparas importadas que iluminan el fondo, ellos tienen las estrellas. Nuestro fondo tiene un límite con enredaderas y flores; el de ellos es el horizonte. Y lo que especialmente aprendí es que ellos tienen tiempo para convivir en familia y para conversar.


        En cambio nosotros casi nunca nos vemos porque trabajais todo el día y para conversar les tengo que dejar el mensaje en el movil... Cuando puedan; llamenmé. Al terminar el relato, el padre quedó mudo...

        y su hijo agregó: "Gracias papá por enseñarme

        lo ricos que podríamos llegar a ser!
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          GOTITAS DE AMOR


          "Había un incendio en un gran bosque de bambú;

          el incendio formaba llamaradas impresionantes,

          de una altura extraordinaria;

          y una pequeña ave, muy pequeñita,

          fue al río, mojó sus alas y regresó

          sobre el gran incendio, y las empezó

          a agitar para apagarlo;

          y volvía a regresar y volvía a ir

          una y otra vez;

          y los dioses que la observaban,

          sorprendidos la mandaron a llamar y le dijeron:


          - Oye,¿ por qué estás haciendo eso?


          - ¿Cómo es posible? ¿Cómo crees que con esas gotitas de agua

          puedas tú apagar un incendio de tales dimensiones?

          Date cuenta: No lo vas a lograr.


          Y el ave humildemente contestó:


          - "El bosque me ha dado tanto, le amo tanto .

          Yo nací en él, este bosque me ha enseñado la naturaleza.

          Este bosque me ha dado todo mi ser.

          Este bosque es mi origen y mi hogar y me voy a morir

          lanzando gotitas de amor, aunque no lo pueda apagar".


          Los dioses entendieron el amor que tenia esa ave hacia su bosque y en virtud de ello le ayudaron a apagar el incendio, enviando una abundante lluvia".



          Cada gotita de agua apacigua un incendio.

          No subestime sus gotas:

          millones de ellas forman un océano.
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            HAY UNA MUJER



            Hay una mujer que tiene algo de Dios por la inmensidad de su amor, y mucho de ángel por la incansable solicitud de sus cuidados;


            Una mujer que, siendo joven, tiene la reflexión de una anciana, y en la vejez, trabaja con el vigor de la juventud;


            Una mujer que, si es ignorante, descubre los secretos de la vida con más acierto que un sabio, y si es instruida, se acomoda a la simplicidad de los niños;


            Una mujer que siendo pobre, se satisface con la felicidad de los que ama, y siendo rica daría con gusto su tesoro por no sufrir en su corazón

            la herida de la ingratitud;


            Una mujer que siendo vigorosa se estremece con el llanto de un niño, y siendo débil se reviste a veces con la bravura de un león;


            Una mujer que mientras viva, no la sabremos estimar, porque a su lado todos los dolores se olvidan, pero después de muerta,daríamos todo lo que somos y todo lo que tenemos por mirarla un solo instante, por recibir de ella un solo abrazo, por escuchar un sólo acento de sus labios.


            De esta mujer no me exijáis el nombre, si no queréis que empape con lágrimas vuestro álbum, porque ya la ví pasar en mi camino.


            Cuando crezcan vuestros hijos, leédles esta página y ellos, cubriendo de besos vuestra frente, os dirán que un humilde viajero en pago del suntuoso hospedaje recibido, ha dejado aquí, para vos y para ellos, un boceto del retrato de su madre.
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              HISTORIA DE UN INFORMATICO


              Un informático de toda la vida decidió por fin tomarse unas vacaciones

              Hizo una reserva para un crucero por el Caribe y se dispuso a pasar la mejor época de su vida. De forma inesperada, se formo un tifón que hizo naufragar el barco en pocos minutos.

              Cuando el hombre volvió en sí, se encontró en una playa sin nadie a su alrededor, ni víveres ni nada que no fueran plátanos y cocos. Acostumbrado a la vida en centros de cálculo, este hombre no tenía ni idea de qué hacer

              Se pasó los siguientes cuatro meses odiando los plátanos, bebiendo coco, añorando su vida pasada y fijando su mirada en el horizonte en busca de un barco que viniera a rescatarle.

              Un día estaba tumbado en la arena cuando percibió por el rabillo del ojo algo que se movía. Era un barco de remos y en él iba lamujer más hermosa que él había visto jamás.

              Ella llegó remando hasta él y le preguntó asombrado:

              "¿De dónde has venido?, ¿cómo has llegado hasta aquí?".

              "Vengo remando desde el otro lado de la isla. Vine a parar aquí cuando mi barco se hundió", respondió ella.

              "Asombroso", dijo él. "No sabía que hubiera habido más supervivientes.

              ¿Cuántos sois? Habéis tenido mucha suerte de que la mar arrojara a vuestra playa esta barca de remos".

              "Estoy yo sola", dijo la mujer. "Y la mar no llevó esta barca a la playa, ni nada de nada".

              Él estaba confuso y preguntó:

              "Entonces, ¿cómo has conseguido la barca?".

              "Es fácil", repuso la mujer. "Yo misma hice la barca de materiales que he ido encontrando por la isla. Los remos están hechos con troncos de árboles de caucho, el fondo lo tejí con ramas de palmera, y los laterales y la popa está hechos de madera de eucalipto".

              "Pe..pe..pero eso es imposible", tartamudeó el hombre. "No tienes herramientas, ¿cómo has podido hacerlo?".

              "¡Ah! No ha habido ningún problema en eso-replicó la mujer-al sur de la isla hay unos estratos poco comunes de roca aluvial.

              Me di cuenta de que si lo calentaba en el horno hasta una cierta temperatura, podía obtener una especie de hierro bastante dúctil. Lo utilicé para hacer algunas herramientas y, con ellas, el resto del material que necesitaba. Pero basta ya de hablar de estas cosas. ¿Dónde vives?".

              Bastante avergonzado, el hombre contestó que había estado durmiendo en la playa todo el tiempo.

              "Bien", dijo ella. "Ven conmigo a la barca y vayamos donde yo vivo".Después de unos pocos minutos remando, ella atracó el bote en un pequeño embarcadero.

              El hombre miraba el lugar al que habían llegado. Delante de él, se abría un camino de piedras que conducía a un pequeño bungalow pintado de azul y blanco.

              Mientras la mujer amarraba el bote con una cuerda tejida en cáñamo, el hombre solamente era capaz de permanecer de pie mirándolo todo como atontado.

              Mientras caminaba hacia el interior de la casa, ella dijo de modo informal:

              "No es gran cosa, pero yo le llamo mi casa. Siéntate por favor, ¿te apetece beber algo?".

              "No, no gracias", dijo él todavía aturdido. "Soy incapaz de beber una gota más de zumo de coco".

              -"No, no es zumo de coco", replicó la mujer. "Tengo un refresco, ¿te va la piña colada?". Tratando de esconder su continua vergüenza, el hombre aceptó y ambos se sentaron en el sofá a charlar.

              Después de que hubieran intercambiado sus historias, la mujer dijo:

              "Si no te importa, voy a ponerme algo más cómoda. ¿Te gustaría darte una ducha y un afeitado? Hay una maquinilla de afeitar arriba en el armario del cuarto de baño".

              Sin preguntar nada más, el hombre fue al baño. En el armario había una maquinilla hecha de hueso tallado. Dos conchas afiladas se ajustaban a presión a ambos lados de un eje en cuyo extremo había engarzado un mecanismo giratorio.

              "¡Esta mujer es increíble!, exclamó el hombre. "¿Con qué me sorprenderá la próxima vez?". Cuando él volvió, se encontró que la mujer llevaba como único atuendo unas hojas de parra estratégicamente situadas y un intenso aroma a magnolias.

              Ella le hizo señas con la mano para que se sentara a su lado.

              "Dime", comenzó a musitarle con voz sugerente mientras se sentaba más cerca de él. "Hemos estado aquí durante mucho tiempo.

              Te habrás sentido muy solo. Estoy segura de que hay algo que realmente te gustaría hacer ahora, algo que has estado añorando durante todos estos meses.


              ¿Verdad...?", dijo mirándole a los ojos directamente.


              Él no podía creer lo que estaba oyendo y dijo: -"No me lo puedo creer...


              que puedo leer desde aquí mi correo electrónico?.........."
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                ¿FUE UN SUEÑO?

                GUY DE MAUPASSANT


                ¡La había amado locamente!


                ¿Por qué se ama? ¿Por qué se ama? Cuán extraño es ver un solo ser en el mundo, tener un solo pensamiento en el cerebro, un solo deseo en el corazón y un solo nombre en los labios... un nombre que asciende continuamente, como el agua de un manantial, desde las profundidades del alma hasta los labios, un nombre que se repite una y otra vez, que se susurra incesantemente, en todas partes, como una plegaria.


                Voy a contaros nuestra historia, ya que el amor sólo tiene una, que es siempre la misma. La conocí y viví de su ternura, de sus caricias, de sus palabras, en sus brazos tan absolutamente envuelto, atado y absorvido por todo lo que procedía de ella, que no me importaba ya si era de día o de noche, ni si estaba muerto o vivo, en este nuestro antiguo mundo.


                Y luego ella murió. ¿Cómo? No lo sé; hace tiempo que no sé nada. Pero una noche llegó a casa muy mojada, porque estaba lloviendo intensamente, y al día siguiente tosía, y tosió durante una semana, y tuvo que guardar cama. No recuerdo ahora lo que ocurrió, pero los médicos llegaron, escribieron y se marcharon. Se compraron medicinas, y algunas mujeres se las hicieron beber. Sus manos estaban muy calientes, sus sienes ardían y sus ojos estaban brillantes y tristes. Cuando yo le hablaba me contestaba, pero no recuerdo lo que decíamos. ¡Lo he olvidado todo, todo, todo! Ella murió, y recuerdo perfectamente su leve, débil suspiro. La enfermera dijo: Lo siento ¡y yo comprendí!¡Y yo comprendí!


                Ayer regresé a París, y cuando vi de nuevo mi habitación - nuestra habitación, nuestra cama, nuestros muebles, todo lo que queda de la vida de un ser humano después de su muerte -, me invadió tal oleada de nostalgia y de pesar, que sentí deseos de abrir la ventana y de arrojarme a la calle. No podía permanecer ya entre aquellas cosas, entre aquellas paredes que la habían encerrado y la habían cogijado, que conservaban un millar de átomos de ella, de su piel y de su aliento, en sus imperceptibles grietas. Cogí mi sombrero para marcharme, y antes de llegar a la puerta pasé junto al gran espejo del vestíbulo, el espejo que ella había colocado allí para poder contemplarse todos los días de la cabeza a los pies, en el momento de salir, para ver si lo que llevaba le caía bien, y era lindo, desde sus pequeños zapatos hasta su sombrero.


                Me detuve delante de aquel espejo en el cual se había contemplado ella tantas veces... tantas veces, tantas veces, que el espejo tendría que haber conservado su imagen. Estaba allí de pie, temblando, con los ojos clavados en el cristal - en aquel liso, enorme, vacío cristal - que la había

                contenido por entero y la había poseído tanto como yo, tanto como mis apasionadas miradas. Sentí como si amara a aquel cristal. Lo toqué; estaba frío. ¡Oh, el recuerdo! ¡Triste espejo, ardiente espejo, horrible espejo, que haces sufrir tales tormentos a los hombres! ¡Dichoso el hombre cuyo corazón olvida todo lo que ha contenido, todo lo que ha pasado delante de él, todo lo que se ha mirado a sí mismo en él o ha sido reflejado en su afecto, en su amor! ¡Cuánto sufro!


                Me marché sin saberlo, sin desearlo, hacia el cementerio. Encontré su sencilla tumba, una cruz de mármol blanco, con esta breve inscripción:


                «Amó, fue amada, y murió.»


                ¡Ella está ahí debajo, descompuesta! ¡Qué horrible! Sollocé con la frente apoyada en el suelo, y permanecí allí mucho tiempo, mucho tiempo. Luego vi que estaba oscureciendo, y un extraño y loco deseo, el deseo de un amante desesperado, me invadió. Deseé pasar la noche, la última

                noche, llorando sobre su tumba.


                Yo estaba solo, completamente solo. De modo que me acurruqué debajo de un árbol y me escondí entre las frondosas y sombrías ramas. Esperé, agarrándome al tronco como un náufrago se agarra a una tabla.


                No había luna. ¡Qué noche! Estaba asustado, terriblemente asustado, en aquellos angostos senderos entre dos hileras de tumbas. ¡Tumbas! ¡Tumbas! ¡Tumbas! ¡Sólo Tumbas! A mi derecha, a la izquierda, delante de mí, a mi alrededor, en todas partes había tumbas. Me senté en una de ellas, ya que no podía seguir andando. Mis rodillas empezaron a doblarse. ¡Pude oír los latidos de mi corazón! Y oí algo más. ¿Qué? Un ruido confuso, indefinible. ¿Estaba el ruido en mi cabeza, en la impenetrable noche, o debajo de la misteriosa tierra, la tierra sembrada de cadáveres humanos? Miré a mi alrededor, pero no puedo decir cuánto tiempo permanecí allí. Estaba paralizado de terror, helado de espanto, dispuesto a morir.


                Súbitamente, tuve la impresión de que la losa de mármol sobre la cual estaba sentado se estaba moviendo. Se estaba moviendo, desde luego, como si alguien tratara de levantarla. Di un salto que me llevó hasta una tumba vecina, y vi, sí, vi claramente como se levantaba la losa sobre la cual estaba sentado. Luego apareció el muerto, un esqueleto desnudo, empujando la losa desde abajo con su encorvada espalda. Lo vi claramente, a pesar de que la noche estaba oscura. En la cruz pude leer:



                «Aquí yace Jacques Olivant, que murió a la edad de cincuenta y un años. Amó a su familia, fue bueno y honrado y murió en la gracia de Dios.»


                El muerto leyó también lo que había escrito en la lápida. Luego cogió una piedra del sendero, una piedra pequeña y puntiaguda, y empezó a rascar las letras con sumo cuidado. Las borró lentamente, y con las cuencas de sus ojos contempló el lugar donde habían estado grabadas. A

                continuación con la punta del hueso de lo que había sido su dedo índice, escribió en letras luminosas, como las líneas que los chiquillos trazan en las paredes con una piedra de fósforo:


                «Aquí yace Jacques Olivant, que murió a la edad de cincuenta y un años. Mató a su padre a disgustos, porque deseaba heredar su fortuna; torturó a su esposa, atormentó a sus hijos, engañó a sus vecinos, robó todo lo que pudo, y murió en pecado mortal.»


                Cuando hubo terminado de escribir, el muerto se quedó inmóvil, contemplando su obra. Al mirar a mi alrededor vi que todas las tumbas estaban abiertas, que todos los muertos habían salido de ellas y que todos habían borrado las líneas que sus parientes habían grabado en las lápidas,

                sustituyéndolas por la verdad. Y vi que todos habían sido atormentadores de sus vecinos, maliciosos, deshonestos, hipócritas, embusteros, ruines, calumniadores, envidiosos; que habían robado, engañado, y habían cometido los peores delitos; aquellos buenos padres, aquellas fieles esposas, aquellos hijos devotos, aquellas hijas castas, aquellos honrados comerciantes, aquellos hombres y mujeres que fueron llamados irreprochables. Todos ellos estaban escribiendo al mismo tiempo la verdad, la terrible y sagrada verdad, la cual todo el mundo ignoraba, o fingía ignorar, mientras estaban vivos.


                Pensé que también ella había escrito algo en su tumba. Y ahora, corriendo sin miedo entre los ataúdes medio abiertos, entre los cadáveres y esqueletos, fui hacia ella, convencido que la encontraría inmediatamente. La reconocí al instante sin ver su rostro, el cual estaba cubierto por un velo negro; y en la cruz de mármol donde poco antes había leído:


                Amó, fue amada, y murió.


                ahora leí:


                «Habiendo salido un día de lluvia para engañar a su esposo, pilló una pulmonía y murió.»
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                  Khalil Gibran

                  La estatua

                  -El Vagabundo-




                  Cierta vez, entre las colinas, vivía un hombre poseedor de una estatua cincelada por un anciano maestro. Descansaba contra la puerta, de cara al sol. Y él nunca le prestaba atención.


                  Un día pasó frente a su casa un hombre de la ciudad, un hombre de ciencia. Y, advirtiendo la estatua, preguntó al dueño si la vendería.


                  Riéndose el dueño respondió:

                  ¿Quién desearía comprar esa horrible y sucia estatua?"


                  El hombre de la ciudad dijo:

                  "Te daré esta pieza de plata por ella."


                  El otro quedó atónito pero agradado.


                  La estatua fue trasladada a la ciudad sobre el lomo de un elefante. Y luego de varias lunas el hombre de las colinas visitó la ciudad, y, mientras caminaba las calles, vio a una multitud ante un negocio, y a un hombre que a voz en cuello gritaba: "Acercaos y comtemplad la más hermosa, la más maravillosa estatua del mundo entero. Solamente dos piezas de plata para admirar la más extraordinaria obra maestra."


                  Al instante, el hombre de las colinas pagó dos piezas de plata y entró en el negocio para ver la estatua que él mismo había vendido por una sola pieza de ese mismo metal.



                  Khalil Gibran

                  -poeta y filósofo libanés-
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                    El tazón de madera


                    El viejo se fué a vivir con su hijo, su nuera y su nieto de cuatro años. Ya las manos le temblaban, su vista se nublaba y sus pasos flaqueaban.

                    La familia completa comia junta en la mesa, pero las manos temblorosas y la vista enferma del anciano hacian el alimentarse un asunto dificil.

                    Los guisantes caian de su cuchara al suelo y cuando intentaba tomar el vaso, derramaba la leche sobre el mantel.


                    El hijo y su esposa se cansaron de la situación. "Tenemos que hacer algo con el abuelo", dijo el hijo. "Ya he tenido suficiente".


                    "Derrama la leche hace ruido al comer y tira la comida al suelo".


                    Asi fue como el matrimonio decidió poner una pequeña mesa en una esquina del comedor.


                    Ahi, el abuelo comia solo mientras el resto de la familia disfrutaba la hora de comer. Como el abuelo habia roto uno o dos platos, su comida se la servian en un tazón de madera.


                    De vez en cuando miraban hacia donde estaba el abuelo y podian ver una lágrima en sus ojos mientras estaba ahi sentado solo. Sin embargo, las únicas palabras que la pareja le dirigia, eran frios llamados de atención cada vez que dejaba caer el tenedor o la comida.


                    El niño de cuatro años observaba todo en silencio. Una tarde antes de la cena, el papá observó que su hijo estaba jugando con trozos de madera en el suelo. Le pregunto dulcemente: "¿Que estás haciendo?" Con la misma dulzura el niño le contestó: "Ah, estoy haciendo un tazón para ti y otro para mamá para que cuando yo crezca, ustedes coman en ellos."


                    Sonrió y siguio con su tarea. Las palabras del pequeño golpearon a sus padres de tal forma que quedaron sin habla.


                    Las lágrimas rodaban por sus mejillas. Y, aunque ninguna palabra se dijo al respecto, ambos sabian lo que tenian que hacer.


                    Esa tarde el esposo tomo gentilmente la mano del abuelo y lo guio de vuelta a la mesa de la familia. Por el resto de sus dias ocupo un lugar en la mesa con ellos. Y por alguna razón, ni el esposo ni la esposa parecian molestarse mas, cada vez que el tenedor se caia, la leche se derramaba o se ensuciaba el mantel.


                    Los niños son altamente perceptivos. Sus ojos observan, sus oidos siempre escuchan y sus mentes procesan los mensajes que absorben. Si ven que con paciencia proveemos un hogar feliz para todos los miembros de la familia, ellos imitaran esa actitud por el resto de sus vidas.
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                      madison
                      ¿ Quién mató el Amor ?


                      Hubo una vez en la historia del mundo, un día terrible en el que el odio que es el rey de los malos sentimientos los defectos y las malas virtudes, convocó a una reunión urgente con todos ellos. Todos los sentimientos negros del mundo y los deseos mas perversos del corazón humano llegaron a esta reunión con curiosidad de saber cual era el propósito.


                      Cuando estuvieron todos habló el Odio y dijo "Los he reunido aquí a todos porque deseo con todas mis fuerzas matar a alguien".

                      Los asistentes no se extrañaron mucho pués era el odio el que estaba hablando y el siempre quiere matar a alguien, sin embargo todos se preguntaban entre si, quién seria tan difícil de matar para que el odio los necesitara a todos.


                      ¡Quiero que maten al Amor¡ dijo. Muchos sonrieron malévolamente pues más de uno le tenia ganas.


                      El primer voluntario fué el Mal Caracter, quien dijo: "Yo ire, y les aseguro que en un año el Amor habra muerto, provocaré tal discordia y rabia que no lo soportará".


                      Al cabo de un año se reunieron otra vez y al escuchar el reporte del Mal Caracter quedaron muy decepcionados. "Lo siento, lo intenté todo pero cada vez que yo sembraba una discordia el amor la superaba y salía adelante".


                      Fué cuando muy diligente se ofreció la Ambición que haciendo alarde de su poder dijo: En vista de que el Mal Caracter fracasó, ire yo. Desviare la atención del Amor hacia el deseo por la riqueza y por el poder, eso nunca lo ignorara".


                      Y empezó la Ambición el ataque hacia su victima, quién efectivamente cayó herida, pero después de luchar por salir adelante, renunció a todo deseo desbordado de poder y triunfó de nuevo.


                      Furioso el Odio por el fracaso de la Ambición envió a los celos, quienes burlones y perversos inventaban toda clase de artimañas, situaciones para despistar al Amor y lastimarlo con dudas y sospechas infundadas.


                      Pero el Amor confundido lloró, y pensó que no quería morir y con valentía y fortaleza se impuso sobre ellos y los venció.


                      Año tras año, el odio siguió en su lucha enviando a sus mas hirientes compañeros, envió a la Frialdad, al Egoismo, a la Indiferencia, la Pobreza, la Enfermedad y a muchos otros que fracasaron siempre, porque cuando el Amor se sentía desfallecer tomaba de nuevo fuerza y todo lo superaba.


                      El Odio convencido de que el Amor era invencible les dijo a los demas: "Nada que hacer. El Amor ha soportado todo, llevamos muchos años insistiendo y no lo logramos".


                      De pronto, de un rincón del salón se levantó un sentimiento poco conocido y que vestía todo de negro con un sombrero gigante que caía sobre su rostro y no lo dejaba ver, su aspecto era funebre como el de la muerte: "Yo mataré al Amor" dijo con seguridad. Todos se preguntaron quién era ese que pretendia hacer solo, lo que ninguno habia podido. El Odio dijo "ve y hazlo".


                      Tan solo habia pasado algun tiempo cuando el odio volvio a llamar a todos los malos sentimientos para comunicarles despues de mucho esperar que por fin EL AMOR HABIA MUERTO.


                      Todos estaban felices pero sorprendidos. Entonces el sentimiento del sombrero negro hablo: "Ahi les entrego al Amor, totalmente muerto y destrozado" y sin decir más se marchó.


                      ¡Espera! dijo el Odio, en tan poco tiempo lo eliminaste por completo, lo desesperaste y no hizo el menor esfuerzo para vivir. ¿Quien eres?. El sentimiento levantó por primera vez su horrible rostro y dijo SOY LA RUTINA.
                      lunera
                        lunera
                        Aquella noche, no fue diferente de otras tantas; la tarde, harta de hacer horas extras en la primavera, se despidió aquél día sin más preámbulos y pasando inadvertida su despedida para muchos, dio vía libre a un cielo lleno de fantasías, sueños, esperanzas, amores... la noche y su oscuridad.

                        Tras extenderse el manto negro que cubría toda la ciudad, la Luna se descolgó perezosa por las escaleras, con un ojo abierto y otro cerrado fue despertando a las estrellas quitándoles la delgada sábana que les cubría, excepto a una. Llevaba despierta desde que la tarde aún adornaba las fachadas de las casas con su luz cálida y anaranjada, la Luna sonreía discretamente al ver en sus ojos el corazón en carne viva, la observó callada y vio en ella nervios adolescentes, los ojitos relucientes, un aroma especial a su alrededor, no quitaba su atención de una ventana.

                        De pronto, cuando todo el cielo era del color de un gato al que no soporta la superstición, la estrella lanzó un estallido de luz. Allí estaba, se sentó en el alfeizar de la ventana con su pelo rojizo cayéndole por los hombros, de piel blanca como el licor del interior de una amapola, abrazó a sus piernas anudándolas con sus frágiles muñecas y recostó la cabeza en la pared arqueando ligeramente su cuello, tan fresco como sus diecisiete años, y tan sensual como ella misma y cada movimiento que nacía de su propia inercia. Su mirada, azul con destellos de plata y picardía, sólo sabía mirar a la estrella que tanto sufría por su amor. Hipnotizada por su belleza y su fiel presencia cada noche, rompió en su rostro una leve sonrisa adornada por unos labios suaves como el papel de fumar y tan poco inocentes como el arquear de sus cejas, haciendo enrojecer a la estrella, a cada minuto, más enamorada.

                        Pasaron los minutos, corriendo como horas, pisando los talones a los días y a las semanas, haciendo zancadillas a los años. ¿Dónde fueron a parar esos ojos bañados en mar de plata?, dónde fue a parar la paciencia de ésta estrella dolorida y enamorada...

                        La Luna empezaba a perder su brillo, viendo como el recuerdo de aquella noche, ahora lejana como ella misma, seguía más presente que nunca en aquel destello del cielo que empezaba a parpadear; pasando las noches enteras mirando a la ventana abandonada, donde había visto nacer la belleza, subiendo a lo más alto junto a las enredaderas, la estrella seguía colgando sus lágrimas en los recovecos del cielo, adornando los amaneceres con inmensos arcoiris.


                        * * *


                        Pasaron veinte años. Veinte. Eternos y duros, con el corazón enredado y prisionero, ahogándose en aquel mar, lleno de secretos y de sueños, con una plaga de misterio.

                        Ya en el lecho yacía la estrella, socorrida por su lunera y ayudada por tres viejas y una fugaz. Corriendo de aquí para allá, sus artes curativas eran vanas, en cada gota de sudor, en cada parpadeo, se iba yendo hacia la nada. Llegó su último lamento, su último aliento de vida, la Luna lloró y lloró, y las nubes la cubrieron, abrazándola tan fuerte por darla consuelo, que la tormenta no se hizo esperar; las estrellas dejaron de alumbrar a la noche y todo quedó en plena oscuridad.

                        Todo era desorden y tristeza, pereza y desconcierto, rabia y desamor...; la Luna abrió los ojos, y vio que todo había quedado en ruinas, el cielo ya no era un fondo lleno de incertidumbre, sólo era luto, miró hacia la ventana, desgastada por las atentas miradas rutinarias, cuando de pronto, una melena rojiza como las brasas de una hoguera, asomó entre los cristales. Con gesto de fastidio y añoranza, buscaba con su mar en calma a la estrella que tantas noches le había acompañado, mirándose sin tener que decir nada, leyendo en el silencio. Cayó por sus pestañas una lágrima discreta pero intensa, recorriendo sus mejillas blancas como la arena, bajó la cabeza y se dejó empapar por la tormenta.

                        La Luna entró en cólera, ¡por qué tanta mala suerte!, el amor es traicionero la mayoría de las veces, y eso, todos lo sabían, por ello, el cielo maquinó su venganza, haciendo que no hubiera fronteras que pudieran dar medida a ésta fuerza tan irracional.

                        En ese momento, la chica lanzó un suspiro, haciendo despertar las ideas de ahí arriba; quedaron todos como estatuas de piedra, ¿qué fue lo que les acarició la piel?, fue una sensación maravillosa, como si pétalos de rosa te envolvieran sutilmente, como si unas manos invisibles te dieran el cariño que andabas buscando, tan tierno que no podía quedar en el olvido. Se pusieron de acuerdo y sincronizaron sus respiraciones, todo un ejército blanco y brillante dispuesto, era el momento, cogieron la luz que quedaba del cuerpo sin vida de la estrella, lo lanzaron con tanta fuerza, que quedó hecho añicos, mas no se perdió ninguna pieza, ya que todos soplaron y envolvieron su alma en un suspiro, impulsado por un amor profundo.


                        * * *


                        Cuentan, que al morir la tarde, una brisa suave bordea las casas con increíble desesperación, buscando concretamente una ventana, vieja y agrietada, por la que se asoma una dulce anciana, con una sonrisa capaz de enamorar a cualquiera, aun con su piel no tan tersa como los diecisiete años que vivían en sus ojos azules; la brisa la buscaba y la rodeaba como si fuesen dos brazos que pueden transmitir calor, como si el viento y aquella anciana vivieran un romance cada atardecer, anudados hasta el alba, ¡qué tontería!...
                        bert
                          bert
                          Fue una frase simple, pero muy reveladora en el momento en el que me encontraba y con la edad que tenía... me hizo sentirme alguien importante, me hizo sentirme yo misma:

                          "Ángeles, trompetas, ahí viene mi príncipe, ahí viene mi princesa..." de Tony de Mello
                          bert
                            bert
                            Upss

                            me he equivocado. el mensaje anterior debería haber ido en otro post. sorry.
                            carr
                              carr
                              La Fábula de los Ciegos (inspirada en Voltaire) Hermann Hesse 1929


                              Durante los primeros años del hospital de ciegos, como se sabe, todos los internos detentaban los mismos derechos y sus pequeñas cuestiones se resolvían por mayoría simple, sacándolas a votación. Con el sentido del tacto sabían distinguir las monedas de cobre y las de plata, y nunca se dió el caso de que ninguno de ellos confundiese el vino de Mosela con el de Borgoña. Tenían el olfato mucho más sensible que el de sus vecinos videntes. Acerca de los cuatro sentidos consiguieron establecer brillantes razonamientos, es decir que sabían de ellos cuanto hay que saber, y de esa manera vivían tranquilos y felices en la medida en que tal cosa sea posible para unos ciegos.

                              Por desgracia sucedió entonces que uno de sus maestros manifestó la pretensión de saber algo concreto acerca del sentido de la vista. pronunció discursos, agitó cuanto pudo, ganó seguidores y por último consiguió hacerse nombrar principal del gremio de los ciegos. Sentaba cátedra sobre el mundo de los colores, y desde entonces todo empezó a salir mal.


                              Este primer dictador de los ciegos empezó por crear un círculo restringido de consejeros, mediante lo cual se adueñó de todas las limosnas. A partir de entonces nadie pudo oponérsele, y sentenció que la indumentaria de todos los ciegos era blanca. Ellos lo creyeron y hablaban mucho de sus hermosas ropas blancas, aunque ninguno de ellos las llevaba de tal color. De modo que el mundo se burlaba de ellos, por lo que se quejaron al dictador. Éste los recibió de muy mal talante, los trató de innovadores, de libertinos y de rebeldes que adoptaban las necias opiniones de las gentes que tenían vista. Eran rebeldes porque, caso inaudito, se atrevían a dudar de la infalibilidad de su jefe. Esta cuestión suscitó la aparición de dos partidos.


                              Para sosegar los ánimos, el sumo príncipe de los ciegos lanzó un nuevo edicto, que declaraba que la vestimenta de los ciegos era roja. Pero esto tampoco resultó cierto; ningún ciego llevaba prendas de color rojo. Las mofas arreciaron y la comunidad de los ciegos estaba cada vez más quejosa. El jefe montó en cólera, y los demás también. La batalla duró largo tiempo y no hubo paz hasta que los ciegos tomaron la decisión de suspender provisionalmente todo juicio acerca de los colores.


                              Un sordo que leyó este cuento admitió que el error de los ciegos había consistido en atreverse a opinar sobre colores. Por su parte, sin embargo, siguió firmemente convencido de que los sordos eran las únicas personas autorizadas a opinar en materia de música.
                              cats
                                cats
                                Hace algún tiempo atrás, quizá algunos meses, tuve un sueño, recuerdas cuando dije que no soñaba? Bueno... casi nunca... mira te cuento...


                                Estaba en una calle, mas bien era como un callejón, no se muy bien que hacia yo ahí, estaba como buscando algo pero no sabia que cosa, estaba sola y me sentía ahogada, como si la gente que pasaba por mi lado no significara nada para mi, solo veía siluetas, sombras, un silencio estremecedor, una soledad inmensa y un vacío inexplicable en el pecho, estaba aterrada y sin saber que hacer, ninguna imagen que pudiera reconocer, y yo parada... estática en la esquina de la calle


                                ...y de pronto apareció una mujer, dando la vuelta desde la otra esquina al extremo de la calle... fue como ver una luz dentro de toda la oscuridad que me rodeaba, apenas la veía desde tan lejos, sentí sus pasos, su caminar lento, como el tic-tac de un antiguo reloj, sentí su respiración pausada y calma, y de a poco su aroma acercándose a mi, sin poder ver claramente quien era, solo sabia que no la podía dejar ir.


                                Sabia que conocía a la persona que estaba dentro del sueño, pero no veía su rostro, era delgada y tenia el pelo ondulado y largo, no sabia muy bien quien era, sentía que la necesitaba, aun sin saber por que, sin tener razones para hacerlo, por que no la conocía, no sabia quien era, pero algo dentro de mi me decía a gritos que no la dejara ir, sabia que era mi mujer, pero por que lo sentía? Por que sabia que tenia a mi lado a la mujer de mi vida si ni siquiera veía su rostro?


                                Y yo sin poder tocarla... debía dejar que se alejara de mi, por que era como si yo no existiera ahí, empecé a sentir un calor abrasador que recorría mi espalda, y unos latidos que como latigazos golpeaban mis sienes... ya con la cabeza vencida, con los ojos vidriosos de la pena de ya no poder seguir y sin ganas ni fuerzas para luchar contra mi misma, la sentí acercarse y tomar mi mano, fue como si una paz inmensa me abrazara, como si su piel fuera el remedio que despertaba mis sentidos, como si tan solo el contacto de su piel con la mía desarmaran una coraza que me aprisionaba, no quería que nada distanciara tu piel de la mía, quise abrazarla, aferrarme a ella de cualquier forma, pero mi cuerpo estaba inmóvil, quería tomarla, besarla y detener el tiempo.

                                En ese preciso instante desapareció, como si el viento la hubiese alejado de mi lado, como si la borrara del mundo de un segundo a otro, fue el peor sueño que he tenido... ya te había dicho que casi nunca sueño no? Era un sueño horrible, creo que es el sueño que mas miedo me ha dado, sentí la soledad de no tener a la mujer que amaba a mi lado, desde ese día no he vuelto a soñar, y espero no volver a hacerlo.


                                Cuando estaba contigo te dije que te había soñado desde antes de conocerte, te pareces mucho a la mujer de aquel sueño, incluso podría decir que eras tu, y tal como en el sueño siento que algo te esta llevando de mi lado, y no se que pueda yo hacer, te juro que lo único que quiero es que sea feliz, y espero que sea a mi lado.


                                Con el amor de siempre.


                                Jessy.


                                ( es primera y ultima vez que me meto aquí, no es mi lugar sino el tuyo, solo quería dejar un recuerdo que no se borre de aca)

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