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Se puede decir más alto... más claro no

ainara
    ainara
    No estaba segura de dónde colgarlo, al final he decidido abrir un nuevo post. Intenté meter solo el enlace pero tampoco funcionaba y por lo que veo los spoiler siguen fuera de juego... así que me limito a hacer un corte y pega.
    Beatriz Gimeno. La doble discriminación de las lesbianas.
    Ahora que el Movimiento GLTB ha alcanzado uno de sus máximos objetivos políticos, que era la consecución del matrimonio entre personas del mismo sexo, es hora de que las lesbianas exijamos, de una vez por todas, que ese mismo Movimiento social que ha tenido un éxito indudable al convencer de la necesidad de la Igualdad entre ciudadanos heterosexuales y homosexuales, dedique sus próximos esfuerzos a conseguir que la misma igualdad sea real para las lesbianas. Y ello comienza por reconocer que esas siglas gltb (gays, lesbianas, bisexuales, transexuales) que usamos tan a menudo y que nos han sido tan útiles, ya no pueden cumplir con el mismo papel y es el momento de descomponerlas, de explicarlas. Durante estos años hemos trabajado fingiendo una unidad que está muy lejos de ser real. Si miramos alrededor veremos que las realidades, las situaciones políticas, sociales, económicas etc., de gays, de lesbianas, de transexuales, de bisexuales, no son similares; no tienen, en realidad, nada que ver. También veremos que, como ocurre siempre, la inicial l de lesbianas se ha sacrificado a favor de la g de gay.

    Aunque a nosotros nos parezca obvio, es evidente que la gente suele imaginarnos como un todo y que no se han parado a pensar que gays y lesbianas son realidades muy diferentes y que por tanto necesitamos estrategias también diferentes para superar la situación de desigualdad en la que nos encontramos. Como ha ocurrido en tantos otros combates, en la lucha por la igualdad que gays y lesbianas hemos llevado adelante en este país, las lesbianas nos hemos sacrificado en pro de una unidad que es ficticia y que no ha hecho sino ocultar, posponer, dejar para más adelante, nuestras necesidades y por tanto la consecución de la igualdad real.

    Para comenzar, podríamos hacerlo con algo tan evidente como decir que no somos gays. Esto que parece obvio, no es en realidad tan evidente, porque cuando utilizamos la coletilla lgtb o incluso gays y lesbianas, estamos utilizando en realidad un falso neutro; estamos hablando sólo de los gays. Las lesbianas somos en este caso las mujeres que hacemos mujeres siempre somos el apéndice particular de un discurso general. Es el pensamiento androcéntrico que sitúa al hombre en el centro del pensamiento, en el centro de la historia, en el centro del discurso y que también funciona, por supuesto, cuando decimos homosexual o gays y lesbianas como un todo. En nuestro caso, lo gay es lo general y el lesbianismo es siempre lo particular. Por tanto deberíamos comenzar por desmontar los falsos neutros. No hay un sujeto homosexual, ni hay un sujeto que se corresponda con gays y lesbianas; hay dos sujetos que ocupan un diferente lugar en el mundo, y siempre en función de que uno son hombre y las otras mujeres. En el caso de las lesbianas el primer punto a aclarar es que nuestra discriminación tiene más que ver con el género que con la orientación sexual.

    Dicho esto, habría que volver al que siempre es el primer punto de la lucha de lesbianas y gays: la visibilidad. La visibilidad no es una moda ni es tampoco un asunto de exhibicionismo del que a veces se nos acusa. La visibilidad para lesbianas y gays es un asunto político de primer orden, es el punto primero en la agenda de cualquier asociación que luche por los derechos de las personas lgtb. Pero, aceptado lo anterior, es el momento de pararnos a reflexionar dónde han quedado las lesbianas en este asunto de la visibilidad y dónde están las lesbianas cuando decimos población lgtb u homosexual o, simplemente, gay-lesbiana. Miremos simplemente a nuestro alrededor: ¿dónde están las lesbianas políticas? ¿Dónde las lesbianas famosas, presentadoras de televisión, actrices, literatas? Si se habla constantemente del glamour gay ¿existe algo parecido asociado a las lesbianas?

    Desde siempre, entre nosotros mismos, hemos manejado la invisibilidad de las lesbianas como si se tratara de un axioma que bastara por si solo para explicar todas las situaciones en las que una lesbiana podía encontrarse. Se admite que las lesbianas somos en buena medida invisibles, tanto para el mundo heterosexual como para el mundo gay. Tradicionalmente dentro del mundo lgtb se ha mantenido que esta invisibilidad es, o ha sido, una ventaja porque nos ha permitido vivir nuestra vida lésbica con mayor libertad y, sobre todo, con mayor seguridad. El hecho de que el lesbianismo fuera, y en buena medida aun sea, algo inimaginable para la sociedad ha permitido que éste pudiera vivirse sin la feroz persecución de que los varones con prácticas homosexuales eran objeto. Así las leyes modernas contra la homosexualidad eran por lo general aplicables, y aplicadas, únicamente contra la homosexualidad masculina. Todo el mundo conoce la anécdota de la reina Victoria de Inglaterra negándose a tomar en consideración una ley que prohibiera el lesbianismo, simplemente porque no podía imaginar que tal cosa pudiera siquiera existir. En todas las épocas ha sido bien tolerado que dos mujeres vivan juntas e incluso que demuestren en público su mutuo afecto. Siempre se ha sabido de la existencia de amigas especiales o en todo caso de amigas íntimas sin que eso por sí sólo fuera motivo de persecución. Cierto que vistas así las cosas, podría parecer que ha sido más fácil, que todavía lo es, ser lesbiana que ser gay. Pero esto no es más que una manera un tanto superficial de ver la cuestión. En ninguna situación es más fácil ser mujer que ser hombre y ser lesbiana tiene más que ver con el hecho de ser mujer que con el hecho de ser homosexual y esta es una de las cuestiones que más nos cuesta transmitir a la sociedad y a los mismos gays.

    Porque aun admitiendo que ser lesbiana sea una ventaja social respecto de ser gay, enseguida vemos que esta ventaja se convierte en un inconveniente cuando comprobamos que la invisibilidad afecta a todos los aspectos de nuestra vida, y que si nos hace la vida más sencilla en algunos aspectos, también nos invisibiliza a la hora de reivindicar nuestra especificidad como mujeres lesbianas, a la hora de hacer que nuestra voz se escuche, a la hora de hacer visible en la sociedad y en el movimiento lgtb nuestra diferente experiencia vital, nuestra diferente manera de estar en el mundo; de explicar y hacer ver que vivimos una situación social distinta, una situación política distinta, una situación económica diferente, etc. Somos invisibles para todo, incluso para hacer ver nuestras propias y específicas reivindicaciones. Las lesbianas somos invisibles para hacer ver que somos mujeres.

    Somos invisibles, luego nuestra voz no se escucha. Las consecuencias de esta ocultación son de una gravedad incalculable, no solamente porque se ignora que lesbianas y gays somos diferentes y tenemos diferentes experiencias que contar, sino fundamentalmente porque mediante esta operación se nos oculta también que las estrategias para superar la situación de desigualdad en la que nos encontramos tienen por fuerza que ser distintas. Y las lesbianas nos encontramos discriminadas en todos los ámbitos posibles: En la sociedad gay, en la sociedad heterosexual y entre las mujeres.

    a) Respecto a los gays, baste decir que las lesbianas tendríamos que empezar a preguntarnos si más allá de una común discriminación legal tenemos algo en común con los varones homosexuales. Nuestra situación como ciudadanas y ciudadanos que no gozan de los mismos derechos puede ser similar, pero nuestra posición social, económica y cultural como mujeres y hombres es radicalmente distinta, y diferentes son también las subculturas y los espacios que nos hemos ido abriendo y en los que nos movemos cotidianamente.

    En la actualidad, ha pasado el tiempo en el que la lucha era simplemente por poder existir. En la urgencia de entonces, las lesbianas, como por otra parte siempre han hecho las mujeres en las luchas de los hombres, abandonamos nuestras posiciones en pro de unas posiciones supuestamente comunes. En este caso, es prioritario desmontar el tópico de que los gays están más cerca de las mujeres que los hombres heterosexuales. El tiempo y la experiencia nos han demostrado que esto no sólo es un prejuicio, sino que además ocurre más bien lo contrario. Independientemente de que haya gays que se declaren y se sientan cercanos a las mujeres o a los postulados ideológicos del feminismo, la verdad es que la cultura gay ha derivado hacia una especie de masculinismo en el mejor de los casos y de machismo declarado en los casos más extremos pero no poco frecuentes. La cultura gay urbana en la que la mayoría viven inmersos se ha convertido en un lugar inhóspito para las mujeres. La supuesta cercanía entre gays y mujeres es, en realidad, una estrategia homofóbica de la sociedad heterosexual para situar a los varones homosexuales en el lugar más desprestigiado socialmente, el de las mujeres.

    La realidad es que a veces es más fácil para las mujeres, sean o no lesbianas, encontrar su lugar en la sociedad heterosexual que en la sociedad gay. Los hombres heterosexuales, aunque sea desde la desigualdad histórica, tienen interés en las mujeres (sexual, económico, afectivo, doméstico.) y si en el pasado buscaban la manera de someterlas, en la actualidad tienen que buscar la manera de pactar con ellas. Desde la superioridad jerárquica de su posición de varones van teniendo que pactar con las mujeres algunas cuestiones, y cuanto mayores sean las victorias del feminismo, mayores serán los campos donde los hombres heterosexuales estén obligados a pactar si quieren algo de las mujeres a cambio. Sin embargo, los gays no nos necesitan para nada, no quieren nada de nosotras, ningún pacto, ninguna componenda, no necesitan ningún espacio común. Mi experiencia de militancia en un grupo mixto es que la mayoría de los gays, en el mejor de los casos, ni siquiera se percatan de nuestra presencia. Somos nosotras entonces las que tenemos que hacernos ver, y, a partir de aquí ellos van a tolerarnos siempre que no pongamos en duda su posición (ni la nuestra) dentro del discurso ideológico gay. Pero es inevitable que surjan discrepancias. En las asociaciones, los gays dominan el espacio, los recursos y la mediación política. Se ha puesto a mujeres en puestos de responsabilidad política, pero a estas mujeres se las acepta en tanto no cuestionen las posiciones de gays y lesbianas en las asociaciones.

    La cultura gay, más valorada social y políticamente, y desde luego más fuerte económicamente, se ha impuesto sobre una frágil y escasa cultura lesbiana que corre el peligro de convertirse en una mala copia de aquella. Dentro del movimiento y de la sociedad gay, las lesbianas se encuentran con que lo masculino es siempre más valorado y tiene más fuerza que la visión o la experiencia que las lesbianas tratamos de hacer llegar a la sociedad. El movimiento homosexual todavía hace referencia a una forma de vivir la sexualidad, el amor, la pareja, el ocio, la vida en sociedad que son claramente masculinos. Sus puntos de vista, sus maneras de vivir y de relacionarse se han impuesto como comunes a gays y lesbianas, es el falso neutro al que antes hacía alusión.

    b) Nuestro lugar en la sociedad heterosexual está muy claro: es el lugar de las mujeres. No hay un lugar preexistente o asignado para que lo ocupen las lesbianas. Somos mujeres que ocupamos el lugar de las mujeres en cualquier sociedad pero con un plus de discriminación, doblemente marginadas pues. La realidad es que en todas aquellas situaciones en las que las mujeres estén discriminadas, marginadas, condenadas a una existencia precaria por el hecho de nacer mujeres, en todas aquellas situaciones en las que las mujeres sean más vulnerables que los hombres, en todas esas situaciones (casi todas las situaciones imaginables por otra parte), las lesbianas sufrirán un plus añadido de injusticia, marginación o discriminación.

    Para empezar, cuando hablamos de lesbianismo estamos refiriéndonos, casi necesariamente, al llamado primer mundo, a las democracias occidentales pues el primer derecho de una lesbiana para poder existir como tal es el derecho a su propio cuerpo y a su propia sexualidad. En un universo en el que el derecho a la sexualidad de las mujeres y al uso de su propio cuerpo está lejos de estar universalmente admitido es obvio que ser lesbiana es algo fuera del alcance de la mayoría de las mujeres. Los hombres son y han sido en todas las sociedades conocidas dueños de sus cuerpos, incluso para delinquir con ellos, como podría ser el caso de sociedades islámicas. En esas sociedades, las mujeres no se pertenecen a sí mismas sino a los hombres de sus familias ¿cómo podría ser lesbiana una mujer afgana?

    Y no hace falta ir a situaciones tan extremas. La sociedad está estructurada de manera tal que las vidas de las mujeres se complican extraordinariamente si no tienen a un hombre al lado. Incluso en occidente, de manera clara, se castiga fuertemente a las mujeres sin hombres. No tener a un hombre cerca es garantía de pobreza en muchos sitios. Incluso aquí, en los países occidentales, no es fácil para las mujeres vivir sin un hombre, y las lesbianas somos mujeres que vivimos sin depender de ningún hombre.

    Baste recordar hasta qué punto el paro, la precariedad en el empleo, el trabajo temporal, el subempleo, la pobrezaafectan en mucha mayor medida a las mujeres que a los hombres. Si las mujeres somos más vulnerables económicamente hablando, las lesbianas lo somos doblemente. Tenemos muchas posibilidades de encontrarnos en una situación económica difícil, a la que no va a añadirse un sueldo masculino, sino quizá otra situación de paro, otra situación de empleo precario, otra situación de angustia y de inestabilidad laboral, una situación injusta y discriminatoria. Somos más vulnerables también ante el acoso en el trabajo, ante el acoso sexual en general, lo que dificulta la llamada salida del armario que nunca es igual para las lesbianas que para los gays. Las mujeres somos más vulnerables socialmente que los hombres y en general puede decirse que cuánto mayor sea la situación de marginación o vulnerabilidad social que padezcan las mujeres estas situaciones se incrementarán en mucho si dichas mujeres son lesbianas.

    Nosotras no somos desde luego esos homosexuales que la prensa refleja últimamente que se gastan su dinero, mucho dinero, en ocio. Nosotras no somos esos DINKS (Double income no Kids, doble sueldo sin hijos) porque, entre otras cosas, muchas de nosotras tenemos hijos. Somos si acaso, muchas veces Doble Paro y con Hijos. Tener hijos no sólo añade un factor de vulnerabilidad económica, sino también social. Son muchos los casos que conocemos de lesbianas con hijos de matrimonios anteriores en lucha por la custodia de los mismos. En estos casos la mayoría de estas madres suelen renunciar a cualquier tipo de pensiones alimenticias a cambio de que los padres de los niños renuncien a luchar por su custodia. Las madres en estos casos renuncian incluso a todo lo que les correspondería legalmente, como por ejemplo la vivienda familiar o la parte de ella que era suya porque todavía las madres lesbianas tienen la sensación de que podrían perder la custodia de sus hijos en caso de que les tocara un juez de talante conservador. Por tanto, además de criar a sus hijos en condiciones económicas precarias, tienen que vivir estas madres con la angustia terrible de perderlos.

    Tenemos hijos no sólo de matrimonios anteriores, sino que en la actualidad las técnicas de fecundación asistida han puesto al alcance de casi cualquier mujer la posibilidad de tener hijos. La ley de adopción nos permite acceder sin demasiados problemas a la adopción individual, podemos mantener una relación heterosexual sólo para quedar embarazadas, podemos practicarnos una autoinseminación usando el esperma de un amigo (es tan sencillo como introducirse una jeringuilla con esperma en la vagina) y podemos, por último y mucho más seguro, acudir a una de las decenas de clínicas que en España realizan la reproducción asistida a mujeres solteras. Como señalaba el periódico El Mundo en un artículo, las clínicas españolas de fecundación asistida son utilizadas en un 80% por lesbianas, en EE.UU. se habla ya de un baby boom lésbico. Porque es también un hecho que las lesbianas deseamos tener hijos en la misma medida que las mujeres heterosexuales. Y los estamos teniendo, y los estamos educando.

    Es decir, que cada vez más y más aun en el futuro, se dará el hecho social de la lesbiana-madre. El hecho de que el discurso conservador siga insistiendo en la imposibilidad de los homosexuales de tener hijos, demuestra hasta qué punto somos invisibles las lesbianas y hasta qué punto a la hora de hacer el discurso o el contradiscurso, la única realidad que se tiene en cuenta es la de los gays.

    Y la madre lesbiana es evidente que tiene unas necesidades que no se están recogiendo. El hecho de que no exista más que un modelo de familia reconocido legal y socialmente perjudica fundamentalmente a las madres lesbianas y a sus hijos e hijas. Muchos de los problemas se van a solucionar con la aprobación del matrimonio, desde luego, pero no todos. ¿Hay quien piensa que todos los gays y sobre todo todas las lesbianas se van a poder casar? El matrimonio implica una salida del armario obligatoria que no todo el mundo querrá o podrá asumir, y no podrán especialmente las mujeres son una situación laboral o social inestable o aquellas con una situación social y familiar también inestable.

    Habrá muchas mujeres que por muchas circunstancias no podrás casarse y estas mujeres con niños serán familias muy vulnerables socialmente e invisibles. En EE.UU el 80% de las familias que viven bajo el umbral de la pobreza se supone que son mujeres solas con niños. Es una pobreza que no genera alarma social, es una pobreza invisible, una pobreza que se queda en casa, malviviendo, cuidando de los hijos, que no sale a la calle. Nunca se cuenta cuantas de estas mujeres son lesbianas porque los censos cuentan como mujeres solas a las mujeres que viven con otra mujer que no sea de su familia.

    C) Discriminación dentro del movimiento feminista. Ante todas estas situaciones, y como mujeres discriminadas que somos, la lucha de las mujeres por su igualdad debería ser el espacio en el que nos sintiéramos más cómodas. El movimiento feminista debiera ser nuestro gran aliado. Pero no lo es. Las mujeres heterosexuales que militan en el feminismo siempre han tenido miedo de que al asumir como propias y de una manera total las reivindicaciones de las lesbianas, se confundiera, de una manera interesada por supuesto, feminismo y lesbianismo. Al fin y al cabo el patriarcado siempre ha tendido a esparcir la sospecha de que todas las feministas son lesbianas, y liberarse de esa sospecha ha sido una de las obsesiones de algunas mujeres supuestamente feministas. Betty Friedan, una de las fundadoras del movimiento feminista norteamericano, una personalidad clave en la lucha de las mujeres por su igualdad, afirmó en los años 70 que las lesbianas habían sido enviadas por la CIA para infiltrarse en las filas del feminismo y desacreditar a todas las mujeres.

    Es el miedo al contagio del estigma que gays y lesbianas conocemos tan bien. Muchas feministas no acaban de asumir plenamente que si sexualidad no es maternidad tampoco es heterosexualidad y que tan criticable es una educación sexista como una educación heterosexista, que los derechos humanos incluyen los derechos de las mujeres, desde luego, pero que éstos incluyen los derechos de las lesbianas, que también somos mujeres. Muchas de nosotras hemos trabajado durante años en el feminismo sólo para darnos cuenta de la dificultad, cuando no imposibilidad, de que las cuestiones que como lesbianas nos afectan y que nos diferencian de las mujeres heterosexuales sean tomadas en cuenta y se les dé la misma importancia que al resto de los asuntos. Somos absolutamente invisibles dentro del movimiento de mujeres y posiblemente no lleguemos nunca a integrarnos del todo y busquemos nuestros propios espacios.

    Las lesbianas somos un grupo discriminado con unas reivindicaciones y necesidades concretas de las que sólo nosotras somos plenamente conscientes. En los últimos años las lesbianas nos hemos organizado dentro del movimiento GLTB pero defendiendo nuestros espacios y nuestra especificidad. Las asociaciones GLTB más importantes son conscientes ahora de que entender que gays y lesbianas somos diferentes es fundamental para poder luchar por una igualdad justa para todos. Y en ello estamos. Aplicamos políticas de acción positiva que favorecen la visibilidad de las lesbianas y facilitan que en estos momentos algunas de las organizaciones GLTB más importantes estén dirigidas por mujeres. Trasladar a la sociedad que cuando se dice gays y lesbianas se hace alusión a dos realidades bien diferentes es nuestro reto en los próximos años.
    brigitte
      brigitte
      Muy pero q muy interesante ainara, de donde lo has sacado? icon_smile.gif
      ainara
        ainara
        De un enlace que me pasó una buena amiga, te dejo el enlace, encontrarás cosas interesantes seguro icon_wink.gif

        http://isonomia.uji.es/mujeres/?cod=1-0
        soyazul
          soyazul
          Gracias por colgar ese fragmento de Gimeno, ainara. Estoy de acuerdo con ella en cuanto dice y cómo lo dice.
          Gran giro de esta teórica con la cual he tenido muchas divergencias - leyéndola, se entiende - pero con quien estoy cada vez más de acuerdo. Seguramente me expongo al fusilamiento por coincidir con Gimeno, pero no me siento identificada ni con un gay, ni con una/un bi ni tanto menos con un trans. La etapa política de "tod@s como una piña" creo que se ha cerrado, y es hora de ahondar en las diferencias y poner las cosas en su sitio.
          Y como además coincido con alguna que dijo por ahí de que amo a otra mujer porque es mi elección afectiva y no meramente una "condición sexual" - algo en lo cual insisten gays, bi y trans - pienso como lesbiana que es el momento de despegarnos de la piña y lanzarnos a buscar nuestra propia identidad. Por suerte tenemos bastantes teóricas, escritoras, artistas, etc. que lo están llevando a la práctica.
          Besillos icon_biggrin.gif
          ainara
            ainara
            Estoy de acuerdo contigo, creo que es el momento de asomarse... de la visibilidad y de ir buscando nuestro terreno. Gracias icon_wink.gif

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