En 1994 cuatro mujeres fueron acusadas, juzgadas y condenadas por el asalto sexual atroz a dos chicas jóvenes, como comentaba un periodista: "la versión moderna de los procesos de brujería".

Veinte años más tarde, las cuatro mujeres han mantenido su inocencia, insistiendo en que las acusaciones fueron fabricadas en su totalidad por los prejuicios homófobos y la histeria que se produjo a finales de los años 90 sobre aquelarres, cultos y el abuso infantil.