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Triviales tribulaciones de una tribada atribulada y otras

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    Diario de la pérdida y el deseo: 19 enero

    Me he preparado un capuchino. Algunas tardes de Enero libro. Hoy es una de ellas y ando terminando trabajo atrasado mientras olvido un extraño sentimiento de vacío que no me deja respirar. Si recuerdo que le tengo una especie de pánico a caerme a él,  irremediablemente me ocupa el pecho. Sé que el vacio es negro y frío, sé que el vacio es una caja de cristal y un montón de días iguales. Sigo con lo que me aleja del cristal pero murmura el viento en mi cabeza y murmura la niebla y el frio. Mientras, mis pensamientos intentan ser nubes blancas de días claros. Traspira mi piel a través de lo anodino que tienen los lunes y los martes, incluso los viernes. Me ha crecido la raíz desde el último tinte y las puntas se están abriendo. Vuelve el negro al pecho en forma de Pax de 2´36 y 50 de profundidad a los dos lados de la cama. No puedo sacarlo de ahí, estoy dentro del agujero negro de mi pecho y seguramente empiecen a ocupar espacio los líquenes, los musgos. Son grandes conquistadores y realmente hermosos. No tengo claro que quiera hacer una oposición a su colonización. Pedir mil veces perdón no cambia casi nada para mi agujero e imaginarse doscientas maneras de ser invisible tampoco, aunque el inevitable paso de las horas ayuda bastante a no ser nada, a no sentir nada; y la nada me acerca muy despacio al precipicio. Tengo frío. Respiro profundo. Las bases de un compás doble no son buenas. El aula, mi yo vacio y deformado de utilidad, de productividad vacía, impide toda posibilidad para ser un ser vertical, un ser que asciende. No voy a aprender a volar antes de llegar al precipicio.
        De mí dicen que siempre llevo la contraria pero aquí no veo contrarios y tampoco encuentro nada a lo que poder agárrame mientras despacio, casi levitando, siento cómo me aproximo al precipicio de sentirse vencida sin haber tenido contrincantes. La suma de lo vivido no dice nada, tampoco ayuda a sentir lo que se ha vivido. La experiencia no suma sino que resta pero el problema es que no conozco los números que me están restando, constantemente, todos los días trozos de lo que pudo haber sido y nunca fue, y nunca tuvo la posibilidad de ser.  Noto el musgo en las plantas de los pies, es un tacto esponjoso, húmedo; colonizarán mis piernas y mi tronco y, seguramente, mis brazos, pero aquí no hay Apolo ni laurel. El olor a tierra mojada me produce un extraño confort y es posible que el musgo actúe, por primera vez, como raíz sustentante que no me deje caer al vacío.

    http://www.youtube.com/watch?v=S_W6_GejtIU&feature=related

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      Diario de la pérdida y el deseo; 23 Febrero

      El sábado salimos a pasar carnavales a Iruña y Donostia, la casa del padre. Me levanté antes que tú, me preparé el desayuno y me lavé el pelo. Tú seguías dormida. Me medio enfadé y conseguiste tirarme en la cama, me abriste las piernas y te besé… Estábamos cachondxs así que echamos un polvo rápido, mientras aparcábamos la bolsa de viaje. Nos corrimos y después cogimos el coche, pasando por Sta María de Eunate –una de mis iglesias favoritas- y por un pueblo llamado Eneritz. Hicimos fotos y whatsappeamos. Hacia un día realmente espléndido y pensé que podía ser un gran fin de semana. Lo fue a ratos. Vimos el monasterio de Leyre mientras un abuelo muy impostado se quejaba de que el nieto peludo no le hiciese caso. En el castillo de Javier, nos atendió un aprieta culos y un nacionalista Navarro que estaba intrigadísimo con Nemo porque estaba seguro de que era un pastor vasco. Estuvimos en Iruña pero los cohetes y la manifestación, hicieron que un perro asustadizo nos hiciera dar la vuelta y al día siguiente nos tiramos en la Concha. Te dije que la gente era muy guapa, que eran realmente guapxs y que pidieses un traslado para Marruecos ; que teníamos que vivir lejos de la familia y cerca de un mar, que no creía que pudiese ser feliz sin playa, sin mar.

                      La arena de La Concha es más rugosa que la de Guardamar y tiene un color más oscuro, el mar parece más azul. Tú hablaste también de casas cerca del mar y de planes futuros que parecen no llegar nunca mientras el twitter informa de revoluciones y de golpes. Te apoyaste en mi regazo mientras Nemo corría por la pelota de Bob Esponja, hicimos fotos ¡salíamos tan guapxs! que parecíamos de Donostia. Comimos en un terraza acunadxs por la brisa y el sonido de un tiovivo, paseo por el FNAC, la catedral del Buen Pastor, más gente guapa y una bollo que nos sonríe mientras dejamos que el sol nos acaricie. Barcos de velas blancas, casas con grandes cristaleras y calles peatonales, Nemo y tú ligando con una dependienta del Blanco de la sección maricas. Pasó el día por nosotrxs  mientras yo conducía el coche entre curvas de vuelta a la casa del padre. Mientras, nos esperaban dos primas adolescentes con muchas ganas de hablar y pocas de irse a casa.

      Una semana antes:

      Volví porque tenía que volver, todo el mundo era guapo, todo el mundo parecía sacado de un blog. Caminé entre los pasillos, con lxs profesorxs y me di cuenta de cuánto lo echaba de menos. Mire la fecha del último examen que me queda, fui a reprografía a por un boli, un té en la cafetería  y de repente, sin previo aviso, dibujé un precipicio de dudas delante de mí.  Dentro del coche, lloré, me dio por llorar y pensar que quién demonios me ha quitado el tiempo y quién me ha quitado mi vida entre horas de trabajo mal remunerado… un sentimiento bloqueaba mis costillas y no salía de un bucle infinito… Pensé que alguna vez tendrían que venir días mejores.

      fanfarlo
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        Diario de la pérdida y el deseo: marzo 7

        Ayer cumplí treinta y cuatro años. No es una gran cifra pero es la que me ha tocado. No me siento ni más joven, ni más mayor, porque no sé que hay que hacer cuando unx tiene treinta y cuatro años.  No sé, si unx debe tener un trabajo estable, pareja, haberse comprado un piso adosado en una ciudad dormitorio, tener el primer hijx o estar gestándolo, celebrar los domingos con la familia, tener dos perros y un gato… No tengo ni puta idea de que se hace cuando unx tiene treinta y cuatro años y no responde a nada de lo que sale en el plasma. Eso nunca me ha preocupado ni tampoco me ha preocupado cumplir años, pero sí que me preocupa estar en una carretera a ningún sitio y ser incapaz de solucionar algo, que no sé lo que es pero está ahí, debajo de la piel y me produce un agobio casi inconfesable y una pena horrible. Tengo la sensación de que me paso el tiempo haciendo cosas que dudo de su funcionalidad y de mi placer haciéndolas- que sé que no es lo mismo-. Es evidente que todo lo que yo esperaba de mi, ha medio fracasado o es un trozo de lo que pensaba. Es mucho más evidente, que a los ojos de un gran porcentaje de mi familia, soy un fracaso andante y lo peor es que soy feliz en ese fracaso que he supuesto y eso les molesta. El otro día me pregunto mi padre que qué esperaba de la vida y solo se me ocurrió decirle vivirla, que es, exactamente, lo contrario a lo que creo que hago porque no tengo tiempo.

        Así que lo que quiero es básicamente tiempo. Tiempo para no hacer nada y tiempo para hacerlo todo. Tiempo para gastarlo y para que me gaste. Tiempo para pasear por las mañanas con el peludo. Tiempo para rodearlo y tiempo para utilizarlo en hacer más tiempo. Quiero tiempo para sentarme y mirar las agujas del reloj pasar y tiempo para oír el goteo de un grifo y no estresarme. Quiero tiempo para desvelarme y tener insomnio y tiempo  para no dejar de dormir. Quiero tiempo para estudiar y tiempo para dejarlo para otro día. Necesito tiempo para saber cómo pasan los días, como son las estaciones y descubrir si los almendros ya han florecido. Quiero tiempo para irme contigo y tiempo para echarte de casa y salir corriendo a buscarte mientras susurro que quiero follar. Quiero tiempo para ver en el espejo las canas y las arrugas y como se me caen las tetas. Tiempo para poder saborear el propio tiempo sin cargo de conciencia. Quiero tiempo para suicidarme y para volver a nacer, tiempo para equivocarme y corregirlo e incluso tiempo para acertar. Quiero tiempo para ver el mar, tiempo para poner esa Benno que lleva semanas en el trastero que no tenemos y tiempo para hacer dos agujeros en la pared y poner un riel con flores. Quiero tiempo para desordenarlo todo y no limpiar nada y tiempo para mancharme los zapatos de barro y la camisa blanca de chocolate. Quiero tiempo, solo necesito tiempo y no sé cómo encontrarlo, quién lo vende o si alguien me lo puede regalar.

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          Diario de la pérdida y el deseo; un Viernes, puede que el pasado, puede que este.

          Te digo que me gustaría conocerte ahora, de nuevo y volver a tontear contigo, con el tú que eres ahora y el yo que soy ahora. Te ríes y no dices nada. Te digo que me gustas, que me gustas mucho y que me pones, pero que quiero volverte a conocer ahora, hoy, viernes, como si nunca hubiese habido un nosotrxs. Como si no tuviésemos ninguna historia y yo pudiese formar parte de la otra historia contigo y de la que ahora creemos sin conocernos, sin que tú conozcas a la yo que he sido y soy, y sin que yo conozca  al que tú eres ahora y al que has sido antes de este mismo momento. Me dices que nos reinventemos, que nos tonteemos sin conocernos. Ahora la que sonríe soy yo y te digo que eso es imposible, pero insistes proponiéndome un hoy con una yo que se va haciendo a medida que tú vas proponiendo el  juego, y una tú que se va haciendo entre mis contestaciones a tus propuestas y mis propuestas.

                          Hablamos de cosas torpes y de cosas algo más serias a la luz de un restaurante italiano. Te digo que me gusta más la comida japonesa, como si no supieras que me gusta, como si lo oyeses por primera vez y, en esa primera vez, te sorprendieses descubriéndote que a ti también te gusta, y marcamos la coincidencia, como una medalla en la solapa mientras la alargamos hablando del wasabi y de la primera vez que yo lo probé con otra tú. Sonríes y te hablo de un pueblo de marineros, con casas de azulejos y cocheras abiertas en verano que descansa a las orillas del mar y que huele a jazmín, como si fuese la primera vez que hablamos de eso, la primera vez que me oyes decir que me gusta el mar y la sal, que me gustan las playas y las palmeras y tú, me dices, como si fuese la primera vez que lo dices, que me lo cuentas, que a ti te ponen de buen humor las palmeras. Después me hablas del curro, de niñxs problemáticxs y de jefes de estudio torpes. Yo te dibujo una yo un poco igual, un poco distinta a cualquier relato que antes supiese de mí, me invento algunos datos que me hagan parecer más alta y algunos otros que me hagan parecer más baja o más mayor, y tú te reinventas también, a veces más alta, a veces más joven, a veces más lista y otras más torpe. Vamos deshaciéndonos, inventándonos coincidencias y engañando desacuerdos y te invito a una casa en la que este tú nunca ha estado y está yo tiene otra historia diferente.

                          Mientras caminamos desconociéndonos por las calles, comentando libros, conciertos e inventándonos datos, llegamos a la puerta. Entras en casa y conoces a Nemo, que te saluda como si fueses la tú de antes y, mientras me preguntas por el baño, yo preparo un té. Me pides permiso y te descalzas. Yo me cambio entera de ropa y me siento a tu lado.  Llevas gafas y me hablas de porno; exactamente me hablas de si se corre el rímel cuando alguien tiene una eyaculación, que si en las pelis porno, a las actrices se les corre el rímel; te digo que en las estrictamente convencionales me suena que no y recreo una nueva yo que está estudiando pornografías, fetichismos y culturas. Nos reímos de la conversación y te suelto a bocajarro que me pone que me hables de porno con gafas de pasta. En algún momento me tumbo, te tumbas, pero seguimos hablando. No hay prisa por follar y tampoco por dejar la conversación. 

                          Acabamos echando un polvo y nos dormimos en el sofá. Mañana será otro día.

          http://www.youtube.com/watch?v=RgqsEZtzPPE

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            Diario de la pérdida y el deseo; 16 Abril

            Hemos vuelto del mar, de las dunas y de hacer cosas solo por placer, como esa canción. Hemos visto el MACA, volvimos a Campello, que no era el pueblo que yo recordaba; dejando algo donde nos vamos y encontrando algo donde regresamos. La mañana ha trascurrido tranquila entre lavadoras y arena que aún queda en los zapatos, en los bolsillos, en la mascota que aún no ha pasado por la ducha. Después hemos subido al monte,  hemos preparado una comida a caballo entre comida y brunch, y por supuesto, disfrutado del sofá. Yo estaba lejos, en el chaislounge con la DS y el animal y tú dándole al twitter. Me he pintado las uñas de ese rojo tan fetiche y te he puesto la mano en la entrepierna y ha reaccionado, he dejado la Nintendo y te he besado, largo, denso, excitada, y tú has contestado con esa intensidad que se sabe que va a acabar en un polvazo. Me has dicho que te ponías el dildo, he sonreído y te he pedido que por favor te lo pongas, has venido con vaquero, calzoncillo y paquete.  Ya solo pensándolo me he puesto, qué se le va ha hacer si soy simple, soy un marica en una bollera. Te has sentado y te he puesto la mano en el paquete, ha subido la tensión y yo he empezado a mojarme. Te he quitado el botón, he metido la mano en el calzoncillo de rallas y te he cogido la polla. Primero la he lamido, porque la mano no corre bien si no la humedezco, y has cerrado los ojos recostándote en el sofá. Te he empezado a hacer una mamada y tú has metido la mano por mi niqui buscando mis tetas,  me has apartado la copa del sujetador para tocarlas  y me he puesto todavía más. Fuera el niqui, el sujetador. Me apartabas el pelo cuando molestaba para la mamada o cuando molestaba porque no me veías comértela.  He colocado tu polla entre mis tetas y te he susurrado que estaba muy cachonda, que ya quería correrme, tú has asentido, estabas muy high también, así que me he puesto encima, he metido la polla todo lo que cabía y antes de darme cuenta te he informado de que me corría, lo hemos hecho casi juntxs. Tumbada a tu lado. Beso largo pero ya ni denso, ni excitado, más bien suave y adormecido. Fuera estaba nublado, el viento movía las plantas, he hecho una foto, a la misma calle de siempre, con los mismos edificios de ladrillo de un barrio obrero y la he colgado en el instagram.

                            Mañana es lunes y volvemos a la rutina de los días en que solo nos vemos los pies de noche. Antes, nos duchamos juntxs.

            http://www.youtube.com/watch?v=8MPnF22b4GI&feature=fvst

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              Diario de la pérdida y el deseo: 24 Junio; San Juan

              Me levanto despacio y disfruto de la sensación de no tener que hacer nada. Ronroneo entre las sábanas mientras oigo a las golondrinas y veo entrar el pleno día por la ventana. Beso a B, saludo a Kali (que hoy anda entre estas sabanas) y sube Nemo.

              Té con tosta de pan y tomate. Té con la sensación adormilada sobre la piel, y el verano esperando en el espliego. Camino descalza, tengo los pies negros y huele a verano y a  hamaca. Voy caminando entre las horas, y organizando viajes sin destino. Me visto despacio porque ando con prisas para poder comerme esta mañana sin hacer nada. Busco libros de ornitología y precios de prismáticos. He decidido apuntarme un nuevo hobby si consigo desperezarme de esta sensación tan agradable de no hacer nada. Ronroneo entre el sofá, en la cocina, entre el armario y dejo que pase la mañana por mis pies, mis rodillas, mi cintura, y mi pelo. Despacio pero con premura, despacio pero intranquila, despacio pero en espera.

               Tengo que acostumbrar al cuerpo a este nuevo estado de disfrutar de no tener nada que hacer, tengo que acostumbrar a los músculos a estar L A X O S y caminar despacio entre la esponjosa N A D A. Aparece el vacio de los años y de la acción de haberte vaciado. Un suspiro y navego entre la nada, esta vez más acogedora que otras veces. Tarareo nuevas canciones que han empezado a participar en mi repertorio, canciones que llegan con calor, canciones doradas. Tengo el mar entero en un vaso y el espliego sigue descansando en la maceta.

              Pd: Feliz verano  a todxs entre algodones de nada y siestas y cigarras y grillos y mosquitos y noches eternas y terrazas y mojitos. Buenos días.

              http://www.youtube.com/watch?v=A5Iz-lWleIs

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                diario de la pérdida y el deseo: 17 de julio

                Es de noche y hay una ola de calor que procede de uno de los desiertos de África. Hace una de esas noches densas y despejadas, una de esas noches donde, cuando dejas abierta la ventana, oyes las conversaciones de desconocidos como si fuesen íntimos. B duerme en el lado de la ventana, Nemo sobre la manta y lo último que he leído en el face es un poema de desahucios, la última imagen que ha dejado el face en mi retina, es la de unas ovejas caminando por un desierto de carbón. Nos hemos tomado una caña en un bar de chinos y Nemo se ha convertido en un defensor a ultranza del espacio que le rodea. Fotos en el instagram y una rutina soportable y agradable que se rodea de escombros. La propuesta de convertirnos en amantes y quedar en un lugar donde nunca hayamos estado cerca del espacio, del tiempo, que ocupamos normalmente, cerca de un lugar que tenga mar y monte, con ríos y lluvia.

                                Doy una vuelta más en la cama y sé que ando con miedo, oigo más voces y Nemo ladra. B, que andaba en el duermevela, se levanta para explicarle que la puerta está cerrada, que no pueden entrar los extraños, que el espacio íntimo está delimitado y cerrado con llave, aunque la ventana esté abierta. Se echa enfrente, en el lado de la ventana, en el vacío que había dejado dos minutos antes, después de volver de mear. Nos entrelazamos, nos anudamos y ahora suenan grillos, suena un grillo que se ha debido de colar por el asfalto, que es territorio de cucarachas. Sopla un aire ligero que agita la albahaca y la tomatera. Beso a B en la mano, susurro un buenas noches y espero que el sueño sea más favorable que estás noches anteriores. Que no me asalten los monstruos, en forma de narración surrealista.

                                Hoy me he despertado al alba, escuchando a un íntimo pedir una goma y una tuerca; ya chillaban las golondrinas y B andaba en un sueño profundo al que no tenía acceso. Le acaricio el culo y, con una respiración profunda, espero dejar de oír a los intrusos de nuestra habitación, espero robarle al día algo más de sueño, antes de que suene el móvil de B.

                http://www.youtube.com/watch?v=4l2itZjBs5g

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                   Diario de la pérdida y el deseo: Agosto 3.

                              Ando con un libro de Jacabo Siruela sobre los sueños y las premoniciones desde un punto de vista cultural, antropológico y social, que abarca desde la antigüedad clásica -con la figura de Asclepio-, hasta Nietzsche o Schopenhauer. Y entre estas idas y venidas del libro, ha aparecido en mis auriculares la canción de Oniria e Insomnia, Una de esas canciones que hablan de ese amor, anunciado por la tradición clásica, por Platón, donde el individuo es un ser mitad al que le falta otra mitad y no se encuentra completo hasta que la otra mitad aparece. Es evidente que esto crea una extraña sensación de pérdida o de amorfismo que conlleva a que la gente ande buscando mitades que les completen, y que piense que las diferencias engrasan a la máquina de dos cabezas que se forma, que formamos, cuando el encoñamiento pasa a ser eso que llamamos amor.

                              Hasta aquí, más o menos bien. Tengo mis reparos sobre la media naranja -siempre los he tenido- pero bueno, mientras la mitad llegaba, una se entretenía con otras naranjas y otras mitades y tan a gusto.

                  Pero el problema de esta canción platónica, para mí ha sido que Oniria es femenino e Insomnia… también. Lo que me sorprende de un grupo que se pone el nombre de Love of Lesbian es que decida primero cambiar el género a femenino de una de las partes (insomnio/a) y luego poner “él” en vez de “ella”… Puede que sea un poco quisquillosa, y eso que soy de las que cree que el arte no tiene porque ser social, ni moral solamente. Estos son atributos que puede tener, pero no son los únicos. Pero claro, qué hacemos cuando el propio acontecer de lo narrado parece gritar, tener la necesidad de la continuidad de lo femenino y de que no se produzca la aparición del falo (“Oniria encuentra a Insomnia” y de repente “LOS dos”, no será mejor “LAS dos conectan bien”) o la continuidad de lo masculino sea y no se produzca la aparición del coño.

                  Lo intentare explicar de otra manera, la analogía que el grupo LOL, ha hecho les obliga a cambiar a insomnio de género, bueno, más bien le cambian la terminación, para marcar el hecho de que las dos partes pertenecieron alguna vez a una misma y para ello sustituyen la terminación -o (insomnio) por la terminación -a (insomnia) que es la misma que tiene oniria terminación en -a (marcan  con ello la procedencia de las dos partes a un pasado remoto, a un pasado que parece querer hundir sus raíces en lo clásico, en lo romano) y ¿qué pasa?, pues muy sencillo, que esta analogía crea una terminación que, en castellano, es una marca de género y es un género femenino, la -a suele ser una terminación gramatical de género. Y después de esto a mí, que no tenía tan mala imagen de la canción y de la torpeza del grupo, me sale humo por las orejas, porque me asaltan las siguientes preguntas: ¿las mitades deben ser siempre femenino-masculino?, ¿Para que se forme ese ser andrógino tan romántico y patriarcal, tan simbolista -como ese del cuadro de J.Delville, El amor de las almas de 1900- debe ser femenino y masculino? Entonces, ¿lxs que mantenemos relaciones con nuestros homónimos o con cuerpos en tránsito, no tenemos amor romántico, amor de ese que busca la mitad? Eso ¿nos convierte, según los bien pensantes, en degeneradxs, en hambrientxs de sexo?

                  Es verdad que soy de las que ven lesbianas y maricas por doquier, pero creo que lxs heteros, también ven heteros por doquier y se quedan tan anchxs, y todas las partes nos parecen más o menos bien mientras no intercedan en mis derechos. Quiero decir: pasamos de “soy visible” a “soy invisible” cuando nos conviene y con ello, por desgracia, ya tomamos una actitud social. Por lo tanto ¿la diversidad y multiplicidad no existen?, ¿nuestra visión nos condiciona y nos hace  tan esclavos de ella? Como siga así, empezaré a creer en el fatum.

                  Veo series, películas, donde si a unx de lxs dos protagonistas, que son muy amigxs aparentemente se les cambia de género, aparece una clara relación erótica y sexual. Y, de verdad, ando cansada del engaño y de la heterosexualidad de las emociones homo-eróticas que parecen aclarar las curiosidades y calmar las conciencias heterosexuales.

                  Igual que estoy cansada de que, para calmar también las “desviaciones” de género de algunos de los personajes que aparecen en las series, en lo mainstream, se les heterosexsualize para que no se tenga miedo, para que no tengamos miedo. Quiero decir, no encajamos ni en las casillas de género, ni en las casillas de tendencia, somos algo más poliédricxs y a pesar de ello nos sometemos y sometemos a la norma a todo aquello que nos rodea.

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