Una historia corta...
rogue | Publicado el 17-02-2004 07:02:43 |
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Mmm pues este lo escribí hace ya un buen pero tenía ganas de compartirlo :) ------------------ A CORAZÓN ABIERTO Te escribo y no por primera vez a corazón abierto, exponiendo mi intimidad a un nivel que va mas allá de mi misma. ¿Sabes? estoy deprimida, me siento sola a pesar de la gente alrededor. No sabes como desearía que me abrazaras, que me apretaras entre tus brazos y me llenaras los vacíos con el calor de tu pecho. Pero ambas sabemos que no eres de las que abrazan ¿verdad?. Te escribo esta carta que nunca vas a leer, yo no voy a permitirlo, aunque a veces en mis sueños tu la hayas y te muestras comprensiva, la encuentras y aceptas mi verdad, pero no quiero en realidad que la leas, porque tengo mucho miedo y es que, ¿como voy a pedirle a los demás que acepten una verdad que me niego a mi misma?, ¿como quiero que la gente me comprenda cuando yo misma no lo hago?, cuando me miento a mi misma diciéndome que tal vez mañana...en la próxima esquina encontrare al hombre correcto, cuando no me canso de convencerme de que lo que siento por ti es amistad. Hay días en que me levanto con espíritu rebelde y ánimos de gritarlo al mundo, días que como hoy terminan conmigo llorando y mi corazón con esta extraña opresión que comienza a serme familiar. Porque no soy lo suficientemente valiente para arriesgar lo que tengo. Porque a pesar de decir que no me importa lo que diga la gente me importa, porque me sentiría mas sola si mis padres a los que amo y por lo mismo conozco, se enteraran de que su hija ama a quien no debe. Porque me importa lo que piensas TU, lo que sientes tu que se yo es diferente de lo que yo siento. A veces pienso en el futuro y me aterra verme en una casa rodeada de pequeñines y un esposo que no amo. Sonriendo como ahora que escribo este pergamino mientras me observas de reojo. A veces cuando paro por un momento y observo mi reflejo en el espejo quisiera gritar al ver reflejada la sombra de mi misma que les muestro a los demás y miro mis ojos vacíos que nadie nota y me pregunto si no valdría la pena tomar el riesgo de ser feliz, pero no puedo... Te escribo de nuevo a corazón abierto para decirte que estoy llorando lagrimas internas mientras mi rostro muestra una sonrisa, ¿sabes? estas lagrimas duelen mas, todas mis otras penas las he compartido contigo y simplemente las he olvidado, mis lagrimas se han secado al igual que el dolor, pero las lagrimas que lloro por dentro me queman mientras resbalan a mi corazón y acrecientan el lago de mis sueños insatisfechos. Hay veces en medio de nuestras platicas que siento que me ahogan y que de manera gradual van acabando conmigo pero sigo mi camino y te cuento otra historia. Siempre había tenido la creencia de que al morir sería feliz, pero ahora tengo miedo de que al paso de los años cuando mis últimos momentos estén pasando y haga un recuento de mi vida me de cuenta de que no fui feliz, que viví como todos excepto yo querían que viviera, que morí como se debe, no como sentía, que los últimos ojos que vea no sean los tuyos. Te escribo y no por primera vez a corazón abierto para decirte que mientras mas días pasan mas días muero en lugar de vivir. Para contarte que me sentí fatal cuando me dijiste que te encantaba mi manera optimista de ser, mi manera amoral de mentir. Para compartir contigo que a medida que pasa el tiempo se me va apagando la esperanza. Para confesarte que te amo como a nadie en este mundo. Pero como las otras veces tanto mis palabras como mis sentimientos los consumirá el fuego...y yo seguiré muriendo con mis sueños escondidos y una sonrisa a flor de piel. FIN |
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vircoph | Publicado el 17-02-2004 13:02:19 |
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Sencillamente Genial, Rogue. Tierna, profunda, sincera y dolida. Toda una carta de amor escondido y rechazado por una misma, a la espera de un cambio que no ocurre y que se sabe no va a ocurrir. Me encanta como transmites los sentimientos. Y simplemente.... plas plas plas plas plas plas |
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amaul | Publicado el 17-02-2004 15:02:38 |
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Genial. Escalofriante. ERomántico. Felicidades. |
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sereg | Publicado el 22-03-2004 20:03:16 |
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Vircoph Wrote:Perdón por el retraso |
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memely | Publicado el 22-03-2004 21:03:18 |
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PLAS PLAS mola molaicon_razz.gif jojojo,a ver enga k keremos saber como continua la historia jijiji optamos por otro encontronazo¿?¿?jijjiji esa percebeiraaaaaaaa |
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sereg | Publicado el 22-03-2004 22:03:35 |
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gracias gracias.... asi dan ganas de seguir escribiendo | |
meike | Publicado el 22-03-2004 22:03:54 |
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Sereg...sencillamente geniales todas tus historias!!.. Enganchan al máximo...y además...son preciosas! Sigue asi..wapisima.. 1xito |
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vircoph | Publicado el 22-03-2004 23:03:26 |
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Plas Plas Plas Sereg!!! Que te has equivocado de post!!! Muy buena la continuación, si señora. Me ha gustado. Y gracias!!! Mañana voy yo, que hoy ya no tengo tiempo. Muchas gracias!! |
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vircoph | Publicado el 23-03-2004 23:03:26 |
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Tumbada sobre ella, sintiendo la respiración cada vez más regular y pausada de ambas, dejó de preocuparse por un solo instante de todo aquello, ahora que recuperaba por fin el control sobre sus pensamientos. Dejándose llevar por el dulce compás del corazón de Berta, Núria no podia evitar sentirse tremendamente bien, amada y comprendida de repente, en aquel... aquel... Se incorporó de repente, pero los fuertes brazos de Berta que la rodeaban no la dejaron, atrayendola con fuerza hacia si. Solo logró separarse, quedando cara a cara con su reciente amante, sudorosa, con el cabello cayendole sobre la cara de aquella muchacha que no reflejaba ningún tipo de preocupación ni angustia. -¿Qué ocurre?- Preguntó Berta, sin soltarla. -No deberiamos estar aqui. No deberiamos estar así, ni deberia haber pasado lo que ha pasado. - Escupió, rapidamente, presa de un incipiente nerviosismo incontrolado. -Tranquilizate, Noelia. - Musitó Berta. -¡No! ¿Es que no te das cuenta? Si nos pillan así no solo no vamos a zarpar con este barco a donde queira que vayamos, sino que todo se irá a la mierda, nos encerraran, nos las harán pasar muy muy jodidas, Berta. No somos "normales", y lo que acabamos de hacer, aunque nos pese, nos puede costar la vida. -¿Acaso no lo deseabas?- Preguntó, gelidamente fria, soltando los brazos de alrededor de su cintura y retirando delicadamente con las manos los cabellos de la mujer que tenia encima, para verle la cara. Era muy bonita. Pero demasiado poco decidida. -Si... no... yo... - Noelia se ruborizó toda, sintiendo como Berta le acariciaba tiernamente el rostro. - No, Berta, no. Esto no tendria que haber pasado. Solo nos causará problemas. Y decidida, pese al dolor que sentia haciendo lo que estaba haciendo, se levantó de la cama, se visitió rapidamente y sin mirarla, salió del camarote por el estrecho pasillo que separaba las dos columnas de camas hasta la puerta. Cerró suave pero decididamente, y se apoyó contra la puerta, cerrando los ojos. No podia acabar de creer todo aquello, pero no se resignaba a que hubiera ocurrido. Demasiado peligroso, demasiado tentador, demasiado bonito. Abrió los ojos. Tenia miedo de encontrarse a cualqueira de las otras esperando a lo lejos, conscientes de lo que ocurria en el interior del camarote. No queria saber nada. "Necesito una ducha" - Pensó. Volvió a entrar en el camarote y sin mirar a Berta abrió su macuto y cogió lo que le hacia falta. Berta la miraba, no tenia ninguna duda, pero ella tampoco dijo nada. Las palabra que habia querido gesticular le volvieron a la mente. "No quiero saber nada de ella". La miró un segundo, sus miradas se cruzaron, y supo que no era verdad. Queria saber de ella y queria saber mucho. Pero no podia permitirselo. Salió de la sala cerrando de nuevo la puerta, en busca las duchas. |
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memely | Publicado el 24-03-2004 00:03:22 |
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PLAS PLAS Vir, parece k la historia vuelve a coger camino hacia delante, enga Sereg cuando puedas...siguenos sorprendiendo I love this gameeeeee!!!!! Me gusta, me gusta besitos. |
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vircoph | Publicado el 25-05-2004 23:05:13 |
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Bueno, como Sereg está bastante liada y no va a poder de momento seguir la historia y por lo visto nadie más está interesada en aportar su granito de arena y su estilo a tan bella obra, voy a colgar una reciente creación que nació hace un par de findes. Hacía mucho que no escribía, pero me pesa en el alma ver este post tan abajo, asi que os cuelgo esta historia que es "diferente". Ya me direis que tal. Como de costumbre, por favor, ser sinceras!!!! Y destriparla al maximo. Un besazo. -Quiero quedarme... -No, no puedes. No es precisamente una de las clases más entretenidas la de física... -Pero es que ahora no me apetece irme... -Pues espérame en la cafetería... Las dos muchachas entraban en una de las aulas de la universidad antes de la hora. Era una aula grande, escalonada, pensada para albergar lo menos a un centenar de alumnos en diferentes líneas de pupitres, pegados unos a otros en largas filas de cabezas y de mentes pensantes y no tan pensantes. Ocho filas, la siguiente siempre más arriba que la anterior, como en el cine. Y por el momento vacía. Nadie entraba tan pronto en una aula aunque tuviera que quedarse, por fuerza, a escuchar la clase. -¿Y por que no puedo quedarme? Nadie lo notará, pensarán que soy una alumna de otro curso o bien un oyente... -Preciosa... esas cosas no cuelan en fin de curso. - Dijo, sonriendo. - Además, ¿cómo se supone que podré atender yo teniéndote cerca? Habían empezado a subir los escalones que permitían el acceso a las filas superiores y traseras. No era un sitio que a ella la agradara especialmente, pues el encerado, aunque grande, le quedaba extrañamente lejos. Pero llevaba una temporada que no le apetecía nada acercarse a su segunda fila para atender con devoción y participar de la clase. Llevaba una temporada realmente autista. Dejó su bandolera sobre el pupitre de la esquina de la última fila. -Y... ¿Aquí atrás piensas atender mucho?- Preguntó su acompañante, quisquillosa. Ella sabía que no había sido una buena idea dejar que la acompañara. La conocía bien y sabía cuan juguetona podía ponerse un día que no tuviera que ir a trabajar y se aburriera... Paciencia se dijo, Acabará yéndose, lo sabes. Ultimamente no estás mucho por ella con los dichosos exámenes y te hecha de menos. Paciencia. -Sí, aquí es donde atiendo. En otras clases la gente suele sentarse en las últimas líneas, pero en física suelen ocupar las cinco primeras filas y dejar las tres últimas vacías. Por eso me vengo hacía atrás. -Tienes curiosos hábitos de estudio, cariño. - Dijo, acercándose a ella y dándole un beso. - Cualquiera diría que eres la que eres si te sientas siempre aquí atrás. Todos deben pensar que eres tímida. -No, no. Saben que tímida no soy. Durante gran parte del curso me senté en segunda fila. Pero estas últimas semanas estoy muy quemada y en clase prefiero estar autista.- Explicó, sonriendo. Su acompañante se enserió un momento, consciente de que no parecía la misma chica que en casa. Sabía que este era otro mundo, un mundo que ella no conocía y que representaba la ocupación de su amante. Sabía, por que se lo preguntaba, que las cosas no le iban mal en la universidad, como también sabía que los exámenes estaban a la vuelta de la esquina y que la mala época estaba por empezar, de nuevo. Había insistido en acompañarla a clase precisamente por eso, por que necesitaba conocer, aunque fuera mínimamente, cómo era su vida fuera de casa. Quería saber que la preocupaba, como vivía las clases, que suponían para ella y que problemas tenía. Por que si algo había notado en las últimas semanas era que, día tras día, su amor llegaba más y más cansada a casa, pese a tener apenas cuatro horas diarias de clase al día de media. -Entonces me quedo. - Reafirmó, sonriendo de nuevo. -Pero... - Quiso protestar... Pero antes de poder quejarse unos labios sellaron los suyos y no la dejaron hablar. El beso se prolongó durante algunos segundos antes de que ella se decidiera a abrazarla y olvidar por unos instantes dónde se encontraba. Había tiempo de sobras. Mis compañeros nos pillaran, pensó. Pero sabía que aún era pronto. Su acompañante le dedicó un último beso antes de separarse, sonriente. Ella volvió a la carga. - ¿Seguro que quieres quedarte? Pero aquella traviesa muchacha se había metido ya en la última fila y estudiaba el funcionamiento de la bancada. Sonrió. Y recordó por que la quería tanto. Día tras día, al llegar a casa, ella procuraba tenerle la comida a punto y un buen abrazo nada más entrar. Muchos días aquello era lo único que la impulsaba a continuar con aquel ritmo frenético. Tenía miedo de agobiarla, de que su mal humor o su tremenda preocupación por los estudios acabaran por estropear su increíble ternura y su afán por arrancarle una sonrisa cada día. Aunque fuera solo una. - Esta bien... quédate si quieres, pero luego no te me quejes de que te aburres... Cogió su bandolera y entró en la fila. Ella seguía cotilleando en cada rincón, cada forma, cada silla. Descubrió para su sorpresa que las sillas estaban adosadas a la fila de pupitres superior, de forma que el respaldo era, en parte, la parte delantera del pupitre posterior. Así pues, los pupitres tapaban las piernas, dejando un curioso escondrijo bajo cada mesa que se prolongaba a lo largo de toda la fila. Mientras tanto, ella se había sentado en su sitio en el centro de la fila. Sacó la carpeta y el estuche y dejó la bandolera, ahora vacía, en el suelo, a su lado. Buscó entonces a la juguetona de su novia para pedirle que se sentara de una vez y cual sería su sorpresa cuando la vio agazapada bajo las mesas, comprobando que el escondrijo era habitable. -¿Qué haces?- Preguntó, levantando una ceja. Ella sonrió, pero no le dio tiempo a responder. -Buenos días. - Saludaron desde la puerta. Ella se giró. Uno de sus compañeros acababa de entrar, y no precisamente uno de los más puntuales. -Buenos días. -Contestó a su vez y miró su reloj. Era imposible que hubiera pasado tanto rato desde que llegó a clase. Tras aquel compañero entraron más y más, que fueron colocándose por orden y en silencio. Entre ellos, entró el profesor. - Siéntate de una vez. -susurró a la muchacha, que seguía bajo la mesa. -Me da vergüenza salir ahora... - Contestó, en el mismo tono, enrojeciendo toda ella. Estuvo por echarse a reír, pero el profesor saludó y desplegó sus apuntes para empezar la clase. Todo el mundo estaba ya colocado y en su sitio, como de costumbre tres filas más debajo de donde estaban ellas. Se sonrió, consciente de que si no hacía ruido, nadie se daría cuenta de que había una muchacha bajo la mesa. Silenciosamente ella se había acercado hasta donde se encontraba su novia, cómodamente sentada en su silla, risueña. -No te rías- susurró, pellizcándole la pierna. Nadie podía oírlas. La clase estaba resultado atípicamente animada, llena de preguntas y cuestiones por resolver. La proximidad de los exámenes se notaba en el aire. Acabó sentándose, sobre la bandolera de su novia, apoyándose en la silla plegada que tenía detrás. -Te está bien empleado por cabezota. - Añadió, sonriendo, tomando nota rápidamente de las soluciones que el profesor iba escribiendo en la pizarra. Empezó a prestar atención a la clase como hacía mucho que no lo hacía. Tener a la traviesa su novia al lado le daba una confianza y una seguridad que hacía que se sintiera muy a gusto. En especial por que seguía siendo solo para ella. Nadie más sabía que estaba allí y eso la hacía sentir tremendamente especial. Desde el suelo la observó. Tenía un aspecto serio y concienzudo, pero en contra de lo que esperaba no parecía ni agobiada ni tan siquiera tensa. Era como si realmente se lo estuviera pasando muy bien en aquella clase que había presupuesto tan y tan aburrida. Lo cierto era que no se estaba enterando de nada. El profesor hablaba de electrones y de campos eléctricos, de celdas eléctricas y de corrientes inducidas. Y ella apenas alcanzaba a recordar que era un electrón de aquellos tiempos en los que ella también había sido estudiante. -Profesor. - Dijo de repente. La clase enmudeció y en pleno se giraron hacía donde estaban las dos muchachas. En todas las caras se reflejaba la incredulidad. Hacía mucho que la chica de la última fila (ex-empollona de la segunda) no intervenía en clase. -¿Si?- Dijo el profesor, dejando de escribir en el encerado y girándose. - ¿Qué ocurre? -Ese circuito eléctrico esta mal diseñado. - Dijo ella. Por un momento se sintió rara. Tantas caras mirándola, tanta gente pendiente de sus palabras... hacía mucho que no intervenía y ahora todo aquello se le hacía raro. Se había acostumbrado a ser una persona semi-anónima en clase. -¿De verás?- Dijo el profesor, girándose de nuevo para mirar dónde estaba el fallo. - ¿Qué le ocurre? -De la forma que está diseñado la tercera celda provocará un cortocircuito, de forma que los elementos b, c y g sufrirán una descarga y fundirán sus plomos, cortando el circuito. -¡Es cierto! - Murmuraron algunos, al darse cuenta del error. Sin embargo nadie sugería una solución. -¿Qué cambiarías?- Preguntó el profesor, viendo la oportunidad, como otras ocasiones, de sacar a alguien a la pizarra. Ella no lo dudó. Hacía mucho que no salía al encerado. Sin vacilar se levantó, dejando anonadada a la muchacha que seguía en el suelo, escuchando atentamente el técnico discurso de su amante, sin enterarse de absolutamente nada. No era eso lo que le importaba. Que más le daba a ella que se fundieran unos pocos plomos. Lo que ella quería y había conseguido era estar atenta a sus reacciones. Quería verla en clase. Y la estaba sorprendiendo. Esa seguridad, esa decisión que mostraba cuando hablaba y sobretodo la confianza para salir al encerado sin más, sin que siquiera el profesor se lo pidiera. Ahora estaba bajando los escalones rápidamente. Podía verla a través de una rendija que la parte superior del pupitre y la parte delantera que la estaba cubriendo en su vergonzoso comportamiento. Llegó hasta el encerado y tomó la tiza que el profesor le tendía. Sonreía. Su querida amante sonreía con una seguridad que hacía meses que no le veía. Y en ese momento no era capaz de comprender porqué volvía tan sumamente abatida de clase cada mediodía. Ella por su parte, tras tomar la tiza, cogió en la otra mano el borrador y miró con atención el esquema del encerado. No estaba muy segura de si lo que creía seria correcto, pero sabía que al menos no cortocircuitaría. Así pues borró parte del diagrama y lo reconstruyó, cambiando de posición algunos elementos. El murmullo en la clase se hizo más pronunciado a medida que lo completaba. Sabía que iba por buen camino. -¿Eso es todo? -Preguntó el profesor. Ella frunció el ceño. Sabía que algo se dejaba. Entonces lo vio. Al cambiar los elementos de lugar y crear otro tipo de estructura, todos los valores calculados eran erróneos. En especial, cambiaban radicalmente los datos del mismo circuito. Sin pensárselo corrigió todos aquellos datos y borró las cuentas que había escritas, sustituyéndolas por las que creía correctas. Dejó la tiza en la bandeja y se giró. -¡Magnífico! - Exclamó el profesor. - Acabas de asegurarte cuatro puntos del examen. Bravo. Ella recorrió las miradas de sus compañeros. Muchos de ellos estaban boquiabiertos. Otros asentían sorprendidos y admirados. Alguno que otro la miraba con el desdén propio de aquel que siente envidia. Y algunos con el miedo de no ser capaces de estar en el lugar que ahora ocupaba ella. Pero ella se sentía orgullosa de sí misma. -Puedes sentarte. Muchas gracias. Volvió tranquilamente a la última fila, disfrutando de aquel momento de dulce placer. Siempre le había gustado salir a la pizarra. Consideraba que era el lugar donde más se aprendía y desde luego donde más disfrutaba de las clases. Al entrar en su fila vio a su novia aún en el suelo, mirándola. Sonreía ampliamente, como si ella también se sintiera orgullosa de que hubiera solucionado aquel problema. Lentamente se sentó y sin pensárselo le tendió la mano a la esa muchacha cabezota y testaruda que estaba logrando lo que ya creía imposible: disfrutar de una clase de física. La joven, aún impresionada con la dedicación de su novia, tomó aquella mano que le tendían y la besó con dulzura. Tenía muchísimas ganas de abrazarla, pues nunca había sentido tantísimo orgullo. No era el problema en sí, sino la energía que ella desprendía. Sabía, pese a no entender nada, que había disfrutado de aquel problema, borrando y corrigiendo los números y los símbolos extraños. Y era consciente de que siempre había sido así. Tenía, además, la certeza de que ese mediodía seria muy diferente a cualquier otro en la última temporada. Sabía que llegaría a casa contenta, entusiasmada y feliz. Como antaño, cuando sabía que disfrutaba de cada una de las clases, de cada uno de los problemas. Y seguía sin comprender cual era el motivo de su abatimiento. La clase continuó en el mismo tono que hasta el momento. La corrección de aquellos problemas estaban subiendo el ánimo a la clase y después de su intervención, alguno que otro alumno se atrevió a salir al encerado y intentar subir el listón. La muchacha del suelo empezó a sentirse inquieta. Ella lo notó. -¿Que pasa?- Preguntó, mirándola de soslayo. -Me aburro... - Confesó la muchacha, ruborizada. Ella sonrió. -Ya te avisé que no era precisamente la clase más entrenida. -Pero quería saber... - calló un momento, como calibrando las palabras que iba a decir- quería saber que suponía todo esto para tí. Aquello la sorprendió. No esperaba que tanta tozudería en su querida amiga fuera para saber que le ocurría. No esperaba que fuera capaz de tragarse toda una clase de física que no iba a entender tan solo para saber por que las clases la quemaban tanto. Y además era consciente de que aquella había sido una clase de lo más normal, una de las mejores. -Anda ven... - murmuró. La muchacha del suelo se apoyó en su pierna. - Ya queda poco de clase, cabezota. Eres más tozuda que una mula. -Y tu una empollona- Se vengó, pellizcándola de nuevo. -¡Eh! A ver esas confianzas que van a ser... -Cállate, que te van a oír... La discusión cesó y ella rescató rápidamente los resultados de la pizarra que habían nacido durante su discusión. Su novia se quedó apoyada y terminó por cerrar lo ojos y dejarse llevar por el murmullo de la clase. No entendía nada, pero aquel murmullo le traía recuerdos lejanos, de cuando ella también había sido estudiante. Recordó como algunas tardes, al terminar las clases, estaba tan sumamente cansada que no le apetecía nada. Llegaba a casa agotada y de mal humor, y su madre se esforzaba cada noche por animarla. A ella nunca le había gustado estudiar. Pasar las horas en clase escuchando a un profesor se le hacia una tortura y no comprendía del todo el sentido de ir a clase y "aprender". Siempre había preferido experimentar, descubrir las cosas por si misma, hacer la prueba y sufrir las consecuencias. Por lo tanto las clases se le hacían eternas y aburridas, pues por mucho que hicieran ejercicios o experimentaran, todo venia programado y cuantificado. Y eso la asqueaba. Por hacer siempre la prueba había descubierto, quizá demasiado temprano, que le gustaban más las mujeres que los hombres. Aquel descubrimiento, lejos de transtornarla, despertó una tremenda curiosidad en ella, que se sentía incapaz de comprender el porqué sentía distinto. Y esa curiosidad amargó sus últimos años de instituto, pero no a ella. Aborreció los estudios, hacía años que no pisaba un aula. Pero se sentía orgullosa de haber luchado siempre por lo que había creído. Abrió los ojos de nuevo. Su novia seguía concentrada la clase, con un gesto grave y ceñudo. Pero sin embargo no parecía cansada, sino todo lo contrario. Tenía el aspecto de alguien a quien le apasionaba lo que estaba haciendo. Además sabía que era cierto. Desde que la conocía que sabía de su afición por aprender, por acudir a clase. Sabía que lo pasaba bien. Pero en aquel momento seguía sin comprender por que últimamente llegaba agotada, día tras día, más allá de lo que creía normal. La miró de nuevo, contemplando el brillo perdido en sus ojos. Esa ansia por comprender y por aprender. El brillo se le hacía extraño, pues hacía mucho que no lo veía. Y entonces lo comprendió: su querida amante había dejado de disfrutar con sus estudios. -Eso todo por hoy. Nos vemos mañana. - Concluyó el profesor. Recogió sus apuntes y se marchó. Los compañeros de clase empezaron a recoger y ella también. Se sentía satisfecha y orgullosa. Hacía mucho que no se sentía tan bien después de una clase. Se preguntó el porqué, pero no lo halló. No tenía una razón. Normalmente deseaba con todas sus fuerzas terminar y marcharse en busca de ese abrazo que le daría la fuerza para no hundirse aquel día. Hoy, sin embargo, quería más. Mucho más. Lentamente la clase se quedó vacía. Ella, lejos de levantarse, cerró los ojos y apoyó su cabeza en el respaldo de la silla, suficientemente alto para que la postura le resultara cómoda. Sintió unos labios sobre los suyos, tiernamente. Y recordó que su novia había pasado toda la clase a su lado, sentada en el suelo. Abrió los ojos cuando los labios se separaron y la observó. Sonreía complacida, y parecía muy feliz. -Y bien, señora oyente, ¿Qué te ha parecido la clase? -Muy instructiva.- Respondió.- Estás realmente preciosa cuando atiendes. Ella se ruborizó. Durante gran parte de la clase había prácticamente olvidado la presencia de su novia. La sentía allí, a su lado, apoyándose. Pero no había pensado que ella la hubiera estado mirándola y observándola. Recordó lo que le había dicho un rato antes, en un susurro, durante la clase. -¿Ya sabes lo que esto supone para mí? - Preguntó. Su novia se sonrió. -Sí, ya se lo que esto significa para ti. No me habré enterado de nada durante la clase, pero ha sido muy instructiva. Ella la abrazó, sonriendo. Se moría de ganas de pasar la tarde con ella y olvidar por un buen rato que en nada estaría de exámenes. -Vámonos a comer. Hoy hago huelga. Recogieron la bandolera, las cosas y se marcharon, abrazadas. Ella era consciente de que en aquel momento mucha gente las vio salir y seguramente todo el mundo se preguntó de donde había salido la chica que abrazaba a la empollona. No le importó. Se despidió vagamente de las personas con las que más trataba y se marcharon, dirección a algún lugar donde comer tranquilas. |
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mad | Publicado el 26-05-2004 17:05:15 |
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Guau, Vircoph ha sido impresionante. Yo no soy la más indicada para "destripar" relatos, basicamente porque no tengo ni idea . Sólo quería decirte que me ha gustado mucho, me ha parecido muy enternecedor y también divertido, lo he tenido que leer todo de un tirón porque me ha enganchado enseguida. Además me ha transmitido una nostalgia que me ha hecho recordar por qué me gusta lo que hago. Muchísimas gracias guapa |
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vircoph | Publicado el 27-05-2004 16:05:36 |
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Me alegro que te haya gustado, Mad! A mi tambien me recuerda el por que me gusta estudiar. Y de hecho nació en una clase de fisica que no estaba disfrutando nada y me puse a pensar ... Y en cuanto a lo de destripar un relato, consiste simplemente en intentar reflejar todo lo que se cree de él, lo bueno y lo malo, sensaciones, impresiones, cosas que gustan, cosas que no... etc. Es que me encanta que me critiquen mis relatos |
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pipa | Publicado el 31-05-2004 20:05:03 |
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Bueno, viendo el nivel que hay, me da bastante vergüenza poner algo de mi cosecha. Este ya tiene un tiempo, pero dejo la introducción tal y como la escribí el primer día, espero que os guste, a veces me tachan de surrealista y fantasiosa, pero cada uno con su estilo ¿no? Hace unos meses, iba por la calle con dos amigos y vimos a un señor muy mayor vestido con un camisón blanco de puntilla y calzando unas botas de esquiar grises, hablaba sólo y parecía muy feliz allá donde estuviera su mente, seguramente lejos del mundo que conocemos. El pobre debía estar loco. Al principio alucinamos y nos entró la risa, pero supongo que es normal, imaginaos la estampa. Luego me dio mucha pena. Hoy me acordé de el, no se por qué, y se me pasó por la cabeza una idea absurda, pero que voy a llevar a cabo. Empecé a pensar razones por las que saldría así vestido a la calle y qué habría sido de él, así que me dije que escribiría la historia del señor X, que en la historia se llamará Manuel. Manuel era un hombre muy mayor, cuando le preguntaban por su edad siempre respondía "taitantos", pero calculo que andaría por los ochenta. Desde que su mujer murió, había perdido ese brillo en los ojos, que tan vigoroso le hacía, vivía solo en una piso demasiado grande y vacío. Un día se despertó en mitad de la noche, por culpa de un ruido muy fuerte, encendió la luz y vio al lado de su cama a un enano con una bola azul en la mano derecha. Manuel no se lo podía creer, se frotó los ojos para asegurarse de que lo que estaba viendo era real. El enano se acercó a el y le dijo -Me llamo Al Zeimer, puedes llamarme Al. La pelota que ves en mi mano es tu conciencia, tus recuerdos, tu cordura. Si quieres recuperarlos tendrás que luchar por ellos y sin ellos.- Acto seguido, un rayo de luz muy potente iluminó la habitación y cuando abrió los ojos, ya era de día. Era muy tarde, casi las doce del medio día. Creyendo que el encuentro con el enano había sido un sueño, no le dio más importancia y no volvió a pensar en ello. Pasaron los meses y Manuel iba notando que a su alrededor ocurrían cosas extrañas, un perro azul se había instalado en su cocina y cada vez que iba a por un vaso de leche se ponía a hablar con el, un día llegó un joven vestido de blanco, no recordaba su nombre ni por qué venia a ayudarle, pero venía todos los días. Cuando salía a la calle, todo se transformaba, creía ir por el camino correcto pero se daba la vuelta y lo que había dejado atrás había cambiado por completo. Una tarde, paseando por el parque con el jovencito sin nombre, el enano volvió a aparecer, tenía la bola azul en su mano, pero ya no brillaba tanto. Manuel quiso seguirle pero el jovencito se lo impidió, desde lejos se oía gritar al enano -¡No lo conseguirás! Ya no sabes ni atarte los zapatos, viejo decrépito, morirás sin pasado y solo cuando mueras recordarás, pero ¿de qué te habrá servido?- Manuel se puso muy nervioso, no entendía nada, la ira le cegaba y se soltó violentamente del joven, haciendo que éste cayera al suelo. Intentó seguir al enano, que se había escondido en una fuente. Se metió dentro pero no lo encontró y de repente perdió el conocimiento. Al despertar ya en su casa, vio al perro azul que había salido de la cocina por primera vez desde que se había instalado, estaba sentado al lado de la cama leyendo el periódico. Cuando vio que Manuel se despertaba, le dijo -Levántate, tengo una sorpresa para ti- le siguió hasta el salón y allí estaba su mujer, esperándole con los brazos abiertos. Manuel, emocionado, no pudo contener las lágrimas y la abrazó. Ella le dijo que se pusiera elegante, que tenían que ir a una cena de viejos compañeros de la escuela, Manuel cogió su mejor traje, sus mejores zapatos y se fueron. Al salir a la calle se cruzaron con tres jóvenes, dos chicos y una chica, que les miraron extrañados, Manuel indiferente ante sus miradas siguió su camino del brazo de su esposa, pero de repente dos policías le separaron de ella. El, furioso, intento escapar, pero no lo consiguió. Ahora Manuel está atado a una cama, en una residencia, esperando que el enano le devuelva su pelota azul, esperando el día de su muerte llegue para poder descansar. |
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vircoph | Publicado el 31-05-2004 22:05:09 |
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Sencillamente magnifico, Pipa. He quedado impresionada. Para nivel el tuyo, muchacha. Fantastico. Una historia muy triste, de verdad que si. Y el tono con que la tratas la hace maravillosa hasta el final, como aquellas veces en que te cuentan un cuento tan bonito y tan triste a la vez que no sabes que sentir. Genial, de verdad que si. |
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