VERDUGOS SOBERBIOS

 

Los tipos antisociales mantienen su capital de autoestima a costa de robársela a otros. Este es el caso de muchos maltratadores en la intimidad, de violadores, de acosadores escolares y de criminales sádicos. Los tipos antisociales que se autovaloran altamente se distinguen por su fuerte propensión y habilidad para el engaño, la manipulación psicológica de los demás, ignorando sus derechos sin escrúpulos, ni compasión, ni culpa, ni remordimiento. Su objetivo es el control sobre la vida de seres que consideran vulnerables. Para estos psicópatas narcisistas forzar a alguien a soportar dolor y humillación sin que pueda defenderse es una de las fuentes más gratificantes de poder, pues convierte a la víctima en una posesión, una propiedad.

Numerosos ejemplos se encuentran en el siniestro mundo de la violencia doméstica, porque la motivación fundamental del verdugo es satisfacer el ansia de dominio sobre la otra persona. Un ingrediente frecuente de los malos tratos en la intimidad son los celos, que combinan la sospecha de infidelidad con el derecho de poseer en exclusiva a la pareja. Estos individuos niegan la identidad y la autonomía de la otra persona.

A lo largo de la Historia muchas hazañas masculinas de valor a menudo han ido acompañadas de la violencia contra la mujer. Es bien sabido que en las guerras se ha considerado a la mujer como botín de guerra de los triunfadores. En estas circunstancias, la violación representa una acción emblemática del poderoso, del vencedor.

La invasión violenta del cuerpo de otra persona supone un ultraje deliberado contra la integridad física y emocional de un ser humano. Es un asalto aterrador y degradante que daña gravemente el equilibrio emocional de la víctima. Al mismo tiempo, el violador, más que buscar placer sexual, lo que busca es el sufrimiento, el terror y la vejación de su presa indefensa, para satisfacer su autoestima narcisista.