y es así, como se pierde la vana

esperanza de ser alguien sin hilos

que te desgarren las muñecas.

acurrucando a tus miedos, alimentándolos

con la soberbia mansedumbre de un

manjar invisible.

agonizando en la cuneta, despojada de todo

orden cósmico, cual erizo sin ojos.

así, fustigándote diariamente, para no

perder la costumbre de sentirte un espantapájaros

en medio de un trozo de predio inerte, como tú.

Zure

16/02/2010