Mientras filmaba en Yemen, Sylvie Ballyot tenía sus cintas requisadas por autoridades y perdió casi todo para su documental feminista. A la deriva en un país desconocido, decide seguir con el proyecto, filmándose a si misma en sitios públicos, la única mujer en un mar de hombres. No acostumbrada a ocultar su identidad sexual, sus respuestas a una cultura desconocida son esparcidas con entrevistas a estudiantes, que dan sus opiniones sobre el amor, la familia y la sexualidad. Lo que da un documental experimental de gran belleza y, sin esperarlo, una película sobre el amor.