Relato: HIJO DE LA LUNA
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lorca | Publicado el 15-10-2007 02:10:00 |
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HIJO DE LA LUNA Recogió uno a uno los lápices, los fue colocando en la cajas, ordeno los cuadernos por materias, las libretas de los niños por orden alfabético, limpio la pizarra, puso las tizas en la caja y el borrador encima de las tizas, miro las mesas que hacia unos minutos estaban ocupadas por veintidós niños inquietos deseando que sonara el timbre para salir corriendo del aula. Ella siempre se quedaba unos minutos arreglando su pequeño universo, le gustaba el orden, no era una maniática pero esos momentos de tranquilidad colocando cada cosa en su lugar le proporcionaba el placer del trabajo bien hecho. Dos de sus compañeras se asomaron al aula para preguntarle si le apetecía salir por la tarde a tomar una cervecita, ella sabia que eso significaba confidencias por cosas de trabajo o por asuntos personales, asintió y quedo al salir del colegio para bajar al Púb mas cercano. Las cervecitas con los compañeros se solían alargar hasta la cena si como hoy el dia era viernes. Les comento que antes de bajar pasaría por su casa dejar el maletín de trabajo y coger algo de dinero. La reunión o cervecita versaba sobre el hecho de que Mari Carmen pedía la excedencia por que se había enamorado de un tio por Internet. Unos la tacharon de loca, otros de ida, que venia a ser lo mismo pero con un toque romántico, otros de solterona a la que le hace falta un buen mango y esta tan desesperada que ha recurrido a las nuevas tecnologías Despues de varias horas discutiendo sobre el tema y bastantes cervecitas en el cuerpo el grupo de maestras acordaron tomar algo sólido, se sugirieron sitios donde tomar unas tapas para cenar, eran casi las diez de un Viernes de Noviembre en un pueblo ni grande ni pequeño, no habia mucha gente por la calle, mientras sus compañeras caminaban hacia el bar elegido ella se retraso para hacer una llamada, llamaba a su madre todas las tardes, le daba el parte y Dña Amalia se sentía reconfortada y tranquila, guardando el móvil en la mochila tropezó con una persona que la arrollo, se volvió para recriminar su actitud mal educada y la vio caer al suelo desplomada, sorprendida corrió hacia a la mujer que la había atropellado y al acercarse para intentar levantarla reconoció su rostro, era un rostro familiar, llamo a sus compañeros y mientras estos acudían intento reanimar a la muchacha, olía a alcohol y tenia un morado en la barbilla, llamo al centro de salud pero la ambulancia tardo unos minutos en llegar, durante ese tiempo intento recordar de que conocía a la mujer, cuando esta abrió los ojos los recuerdos aparecieron claros. Hacia diez años que no la veía, aquella niña de nueve años se había convertido en una mujer, había sido su alumna y otra vez volvía a recogerla del suelo herida y asustada. La ambulancia la cargo, pregunto a los presentes si sabían de quien se trataba, que había sucedido, ella contó el tropiezo con la joven pero ignoraba la razón de su desmayo, una de sus compañeras expreso su convicción de que estaba borracha y a causa del alcohol había perdido el conocimiento, los enfermeros hicieron el parte y emprendieron su viaje hasta el hospital con las sirenas encendidas a toda velocidad. Después del incidente a ella no le quedaron ganas de continuar la velada con sus compañeras, se despidió y marcho a su casa, pensativa y cabizbaja, aquel encuentro le había traído recuerdos amargos y tristes. Años atrás a la salida del colegio observo como un grupo de niños chillaban y golpeaban a alguien que se acurrucaba en posición fetal en el suelo intentando protegerse de los golpes, acudio presta a parar la riña y los crios huyeron al verla llegar dejando a su victima tirada en el suelo, recogió a la niña que asustada cubria su cara con el brazo izquierdo, se habia orinado del susto y llevaba varios golpes en el brazo y en las piernas, la ayudo a levantarse una vez comprobó que los golpes no eran mas que magulladuras se la llevo para limpiar sus heridas. Una vez en su casa desnudo a la niña la baño y seco, la niña cansada por los golpes y por el llanto se durmió en el sofá del comedor cubierta por el albornoz, cuando despertó le preparo la merienda que la niña comió con avaricia, un bocadillo de chorizo con mantequilla, un baso de leche caliente con mucha azúcar y cacao y de postre una magdalena de chocolate. Una vez rota la desconfianza pregunto a la niña el por que de la pelea con sus compañeros, la niña le contó que se había peleado con Reme por que la habia llamado bomba fétida y los demás niños le pegaron por eso. Lo de bomba fétida era una realidad, la niña acudia a clase con la misma ropa durante un mes, apenas se lavaba y su higiene corporal dejaba mucho que desear, ella habia intervenido en varios claustros exigiendo que se tomaran medidas al ver el aspecto desaliñado con que la niña solia ir al colegio. La asociación de padres alertada se intereso por el caso y visitaron la casa de la niña, lo que encontraron fue desalentador, la casa donde vivía junto su padre y a su abuela paterna era un bajo infecto casi sin luz, el padre se pasaba el dia fuera de casa trabajando o en el bar, de la madre nadie sabia nada, y la abuela era una anciana con demencia senil que apenas podia valerse por si misma, la niña comía de lo que le acercaban algunas vecinas. Durante el periodo en que se delibero en el colegio si se daba parte a Asuntos Sociales sucedió lo de la riña. Vistió a la niña y le dio varias bolsas de comida, pero al mismo tiempo le hizo una advertencia muy seria. -Jenifer esto que ha pasado esta tarde no se lo cuentes a nadie, no digas que has estado en mi casa, ni que te duchado y vestido ¿me lo prometes?. La niña asintió con la cabeza hizo un gesto cruzando los dedos índices y los beso. -Se lo juro. Un mes después la niña era llevada a un centro de Asistencia Social ante la imposibilidad de hallar familiares que pudieran hacerse cargo de ella. A la mañana siguiente fue al centro de salud a preguntar por Jennifer Rodes, después de un gran esfuerzo de memoria recordó su nombre y apellido, en información le dieron la noticia, estaba ingresada en el hospital comarcal con síntomas de intoxicación etílica, presentaba varios hematomas producidos por golpes en el cuerpo y su estado era delicado ya que se hallaba embarazada de varios meses. No lo pensó cogio su coche y se persono en el hospital, quería volver a verla. Cuando entro en la habitación 301 del hospital se pregunto si aquella decisión espontánea le acarrearía consecuencias pero desecho todo atisbo de prudencia y se dirigió a la muchacha. -Hola Jenni ¿te acuerdas de mi? -¿usted?, ¿usted? -Si te recogí ayer, tropezaste conmigo antes de caer desmayada. -Pero usted es D. Ernesto el maestro Hablaron durante toda la mañana y Jennifer le contó como fue su vida durante los años de arrecogia, que ahora vivía con alguien llamado Antón el tuerto y que por lo visto cuando se entero del preñe de la Jenni la habia tirado de la casa y que por eso había vuelto al pueblo a vivir con el padre que una noche si y otra también se emborrachaba y a veces creyendo que ella era la madre pues que le arreaba de hostias. Al salir del hospital rompió a llorar, su vida era algo inútil, jamás hizo nada por nadie ni siquiera por si misma, vivía la vida que le marcaron desde su infancia, eres niño, un niño precioso y la vistieron de azul, serás maestro como tu padre, como tu hermano mayor. Su vida siguió el camino trazado por sus mayores, nunca hubo posibilidad de disenso, las cosas son como tienen que ser y todo lo que se salga de la norma es anormal y lo anormal es malo, intrínsecamente malo y ella que siempre fue ella se llamaba Ernesto, en su carné ponía varón y fue maestro, profesión que acabo amando. Lo medito todo el fin de semana y con mas emoción que miedo regreso el martes siguiente al hospital a la habitación 301, con mucho cuidado le propuso a Jennifer sus intenciones. Ella vivía en una casa lo suficientemente grande para dos, quería ayudarla, por eso le proponía vivir juntas, ella la cuidaría todo el tiempo que necesitara, la alimentaría y cubriría sus necesidades, además estaba sola y necesitaba compañía. La muchacha lo observaba con cara de sorpresa sin creer que aquella proposición no tuviese un coste. Solo puso una condición, Jennifer tenía que dejar el alcohol durante el tiempo que vivieran juntas. La muchacha asintió mansamente como un animal herido que sabe de su imposibilidad de valerse por si misma. Ella hablo con el medico de guardia le pregunto por su estado, sobre que era lo que podía hacer, el facultativo sonrió. -Cuídela, que coma, que descanse y la naturaleza hará el resto. Dos días después Jennifer abandonaba el hospital para instalarse en casa de D. Ernesto. Al principio de la convivencia la muchacha sentía vergüenza y temor ante su presencia, poco a poco ella fue venciendo los temores que a veces y de forma inconsciente surgían, cuando ella entraba en la casa o en la habitación Jennifer automáticamente se ponía en pie, a ella esa reacción mecánica le hacia cierta gracia y le decía,-sientate no estamos en la escuela-. Por las tardes cuando regresaba del trabajo encontraba a la muchacha viendo la televisión enganchada a uno de esos programas del corazón o en los que los padres y los hijos se tiran los trastos a la cabeza, ella se preparaba la merienda y preguntaba a su compañera si también le preparaba algo, la muchacha asentía tímidamente al principio, después de unas semanas abandonaba el receptor y se metía con ella en la cocina. Con paciencia ella fue creando las condiciones para que la muchacha se sintiera cómoda, Jenni la ayudaba con las tareas de la casa y aunque no se le daba bien cocinar si le gustaba ir de compras, al cabo de un mes ambas se habían acoplado a la convivencia pero Jenni seguía teniendo ciertos recelos. Una noche después de que hubiera terminado la película que ambas veían Jenni se encaro y le dijo. -¿Usted lo que quiere es follar conmigo, verdad? Ella sintiendo el temor de la muchacha respondió sonriendo. -No, solo quiero ayudarte, yo jamás follaría contigo. -¿Por qué?, ¿no le gusto? -No, no me gustas. -¿Le gusta otra? -No -¿Es usted maricon, verdad? Le gustan los hombres. Ella se la quedo mirando fijamente y sus ojos se humedecieron, le explico que en su vida había amado mucho y que ese amor no pudo ser precisamente por eso, por que ella no era un maricon que ella era una mujer, que se sentía mujer y que no toleraba que no la quisieran así, ni siquiera se lo había tolerado al amor de su vida. La muchacha no entendía nada, pero ante la congoja de ella la abrazo y en silencio lloraron. Después de esa noche Jenni empezó a tratarla de otra manera, se sentía más cómoda y confiada, reía con cualquier ocurrencia de ella como si la hubieran liberado de un peso. Los fines de semana aprovechaban para ir de compras a la ciudad mas cercana, había que preparar las cosas para cuando naciera el o ella. Cuna, ropita, biberones, cochecito, ella anotaba todo lo necesario y comparaban precios. Comían en un restaurante de la capital y aprovechaban para comprar revistas especializadas, librosJenni le comentaba que leyendo se perdía el tiempo y que no servia para nada, que no entendía el placer de estar horas y horas leyendo, ella sonreía y encogiéndose de hombros le decía. -Ya ves, es mi vicio, soy una viciosa de la lectura y si me das una oportunidad intentare que tú también lo seas. Fueron meses placidos, felices, acomodaron ambas sus vidas y se olvidaron del resto de la sociedad. Al acercarse la fecha del parto ella empezó a ponerse nerviosa, cada malestar, contracción o movimiento extraño de Jenni la alertaba, llevaba semanas con todo preparado, le había hecho la revisión al coche que dejaba aparcado todas las noches cerca de casa y lleno de gasolina, tenia siempre cerca el móvil y aviso a sus compañeros de claustro que si algún día tenia que salir a toda prisa que le sustituyeran en clase, el acontecimiento estaba cercano y no era cuestión de dejar nada al azar. Llego el día, Jennifer la llamo al trabajo, eran las once de la mañana. -Estoy manchando y no se que hacer Ernesto. -Voy para allá, no te muevas. Aviso a sus compañeros y salio a toda prisa del colegio, cuando entro a casa se encontró a Jennifer en el cuarto de baño llorando, con las bragas manchadas de sangre y un charco de agua en el suelo. -No he hecho nada ¡te lo juro! Nada, de repente me he sentido mal y me he meao encima sin querer. La consoló, la ayudo a cambiarse de ropa, cogio todo lo necesario y la llevo al hospital. -El numero de la Seguridad Social de la Sra. -No lo llevo, llevo mi cartilla. -No es su esposa? -No es mi.compañera. -Pero el hijo es suyo? Dudo, pero se sobrepuso a la duda. -Si es mío. -Pues necesito su cartilla y la de su compañera o al menos que la incluya en la suya. La burocracia es un elemento imprescindible de toda actividad humana, hasta para parir tienes que tener los papeles en regla. Prometió a la administrativo del hospital que le facilitaría la documentación, pero que en esos momentos necesitaban un medico. Salieron de recepción y una enfermera condujo a Jenni hasta el paritorio, ella se quedo en la sala de espera con la bolsa llena de ropa de bebe, unas zapatillas y el camisón para Jenni. Paso cinco horas en la sala de espera del hospital comarcal, no se atrevió a moverse de allí, recorrió los diez metros de largo del salón, contó las baldosas del suelo, intento relajarse haciendo ejercicios de respiración y en vez de eso se ponía mas nerviosa. No tenia noticias de Jenni y cuando salia alguien era para dar noticias de otra mujer que habia dado a luz. A las seis de la tarde y sin haber comido mas que una bolsa de patatas de la maquina se acerco a información para preguntar por la muchacha, la administrativo casi sin mirarla le dijo. -Ahora saldrán a hablar con usted. Un medico de unos cuarenta años con bata verde manchada de sangre se dirigió a ella. -Es usted familiar de la Srta. Rodes? -Si, bueno soy su compañero. -Mire, lo siento, no hemos podido hacer nada, ha tenido una hemorragia después de dar a luz, el niño esta bien, pero ella se nos ha ido, después de expulsar la placenta ha empezado a sangrar, hemos intentado todo para atajarla pero ha sido imposible ha fallecido, ¿si quiere verla? Le indico el camino con la mano, ella ando los metros que le separaban de la camilla de Jenni como una autómata, no sentía nada, su mente se quedo en blanco, tenia expresión de ausencia, no, no estaba alli, eso no estaba sucediendo, se iba a despertar, era una pesadilla una mas como las que había tenido últimamente, ahora sonaría el reloj despertador y serian las siete y se levantaría y se asearía, y se marcharía a la escuela y dejaría a Jenni durmiendo en su cama como todos los dias. El medico levanto la sabana, la vio pero no la reconoció, su tez blanca, de un blanco verdoso los ojos hundidos y los labios morados, no esa no era ella, se habían confundido, y quiso gritar y no pudo por que el grito se le quedo ahogado en la garganta, perdió el equilibrio se agarro a la camilla y tropezó con su mano. El medico la dejo a solas con el cuerpo de aquella extraña y ella no supo que hacer, se sintió perdida en la frialdad de aquella sala. Sola, nada que decir, ni que hacer, salvo mirar a la muchacha y llorar. Salio de la sala con la expresión ausente y el medico acompañándola en el sentimiento le recordó algo que ella habia olvidado. -Ahora tiene que pensar más que nunca en su hijo. ¿su hijo? Eso era lo que veníamos a hacer al hospital, a parir, a dar vida, pero a ella le habían arrancado un trozo de la suya, ¿Quién era ese hijo que con su llegada se llevo a su niña? Una enfermera la acompaño a la zona nido, allí en una cajita de metacrilato, su carita inflamada por el esfuerzo de nacer, con una camiseta blanca y unos pañales que le enmarcaban dos piernecitas minúsculas estaba él. -El niño esta perfectamente le hemos hecho todas las pruebas, peso al nacer tres kilos con cinco gramos, mide cuarenta y nueve centímetros, su sangre es 0 positivo y tenemos que tenerlo en observación varias horas por si desarrolla ictericia, durante las primeras horas lo alimentaremos aquí una vez que le demos el alta le haremos unas recomendaciones sobre el tipo de leche que debe darle al niño. Miro a la enfermera y rompió a llorar, las lagrimas le inundaron los ojos y un peso en el pecho le impedía gritar, corrió hasta la puerta del hospital busco la llave del coche en su bolsillo, entro en el coche y grito tanto y tan fuerte que creyó romperse las cuerdas vocales, rabia, impotencia, inseguridad, ¿Qué había pasado? ¿Por qué había pasado? Nada tenia sentido. Cuando entro en casa no recordaba como había llegado, condujo el coche sin tener conciencia de ello, se tiro en la cama y siguió llorando, la rabia había dado paso al desconsuelo. No podía mover un músculo, le pesaba todo el cuerpo como si la gravedad de la tierra se hubiera multiplicado por mil, sentía su cuerpo aplastado contra el colchón, paso la noche en la misma posición, con los ojos abiertos, sobre las seis de la mañana le rindió el sueño. Al despertar no recordaba cuanto tiempo había pasado, con la cabeza abotargada por las horas de sueño intento incorporarse, le dolía todo el cuerpo, ese cuerpo que no consideraba suyo, pensó todo ha sido una pesadilla, una pesadilla, una pesadilla con esa cantinela salio de la habitación arrastrado los pies por el pasillo, miro la habitación de Jenni y vio su ropa en el sillón, sintió como si le golpeasen la cabeza. No sabia cuanto tiempo llevaba allí inconsciente, miro el reloj de la cocina, eran las siete estaba amaneciendo, miro el contestador del teléfono y lo enchufo sonó el pitido de la relación de mensajes. -Tiene diez mensajes nuevos- Dña Amalia la llamaba preocupada, llevaba tres días sin saber nada de su hijo. Los mensajes de sus compañeros eran mas preocupantes, la habían llamado para saber de ella al móvil y al fijo, una de las llamadas le advertía que de no contestar en unas horas avisaría a la policía. Volvió a mirar el reloj, se vistió a toda prisa y cogio el coche, se dirigió al hospital. Se identifico como el compañero de Jennifer Rodes y padre del niño, lo llevaron a dirección, allí un asistente social le dijo que habían estado apunto de avisar a Asuntos Sociales para que se hicieran cargo del niño, que habían intentado localizarle pero había sido imposible. Oyó todo intentando prestar atención, se disculpo, había tenido una crisis nerviosa después de la muerte de su compañera, y por eso no pudo recoger al niño, ahora se encontraba bien y venia a llevárselo El asistente social con cara de desconfianza al ver su aspecto le comunico los trámites para el entierro y le pidió un número de cuenta corriente para cargar los gastos del sepelio e incineración, le hizo firmar varios formularios y le indico que esperara en la sala que en unos minutos le entregarían al niño. Cuando apareció la enfermera con el pequeño cubierto con un embozo sonrió, cogio al niño en sus brazos y se sorprendió a si misma mirándolo con ternura, en voz baja casi para si misma le dijo. -Hijo mío tu madre se ha marchado y me ha dejado su último regalo vivir mi mayor sueño, ser madre, hijo quien no tiene la valentía de vivir sus sueños, se condena a vivir sus pesadillas. FIN P.d. hasta pronto. |
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wee_ko | Publicado el 15-10-2007 17:10:57 |
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Diox lorca, ¡qué triste! Y_Y Pero muy bueno, como de costumbre. |
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lorca | Publicado el 16-10-2007 00:10:15 |
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wee_ko Wrote:Diox lorca, ¡qué triste! Y_Y |
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mad | Publicado el 16-10-2007 00:10:16 |
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jo, lorca, desconcertante, original,muy triste, muy crudo, muy realista pero excelente frase final. Muchas gracias por compartirlo. | |
jessiii | Publicado el 25-10-2007 23:10:59 |
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Llevo dias buscando el momento para leer este post, me alegro de haber encontrado el momento, muy bueno lorca, gracias . bss |
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lorca | Publicado el 28-10-2007 16:10:31 |
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Gracias a vosotras, a todas las que que habeis tenido la amabilidad de buscar un hueco para leer el relato, Gracias a las que ademas habeis expresado vuestra opinion Besos p.d. Os debo un "birrita" o lo que se tercie |
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luxi_vir | Publicado el 13-07-2008 15:54:15 |
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Dios se me ha puesto la carne de gallina, es precioso! de veras que si... Es cierto que quizas es un poco triste, pero yo tambien soy de las que escribe cosas tristes. Enhorabuena!! |
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