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Triviales tribulaciones de una tribada atribulada y otras

cascarita
    cascarita

    Lunes 20 de julio

    Suena el despertador de M y yo me abrazo a ella más fuerte. "Quédate un poco más", digo. En mi cabeza, un zumbido de baja intensidad me recuerda que Lady Ginebra se sentó con nosotras anoche en la terraza del P. Trece minutos. Un pitido de alta intensidad suena fuera. Odio la segunda alarma. Susurro promesas.Se queda.

    Me despierta el olor de su ducha cuando posa mi infusión en la mesilla. Un beso rápido, "no te olvides", me dice y desaparece. Yo también desaparezco. Me re-incorporo.El zumbido interior ha subido de intensidad y la menta está helada. Salto de la cama y mi promesa mueve el rabo.

    Enciendo el ordenador. Wanda me mira desde la pantalla y añoro su panza. Muchos correos pendientes. Abro el facebook y recupero las charlas de anoche. A mis palabras les sobran letras. Entiendo ahora que me decía D sobre la fiesta en La Plata y el campeón de américa. Recupero a A. Recupero a B. La ventana del chat es un galimatías. Apago el ordenador que amenaza con transformar el zumbidito en dolor de cabeza 

    Acallo mi conciencia saldando viejas deudas: mover el coche de mi padre. No sé cómo termino en la puerta del trabajo de M. Me invita a un café sedante. Regreso a casa como nueva y, por fin, trabajo.

    Huele a tormenta, así que cambio los 50 largos por una siesta con M. Las nubes se esfuman sin dejar charcos pero sí un sol picajoso que se ceba en nuestras espaldas cuando salimos a buscar las bicis nuevas. 

    Dedicamos el resto del día a pagar algunos peajes sociales y,como niñas con bicis nuevas, a recorrer las calles de la ciudad que en julio son dulces y cálidas como la noche.

    cascarita
      cascarita

      Lunes 27 de julio

      fanfarlo
        fanfarlo

        Día 30 julio; diario de la pérdida y el deseo

        Resumen más o menos convencional de una semana.

         

        Un día caliente y nada relajado. D y L han venido con B y conmigo de compras. D y L son suaves y tranquilos y con ellos las conversaciones fluyen todo el rato.

         L siempre está integrando, aunque no sé si lo hace por estudiar exactas, o porque fue una adolescente porreta e integradora, como la llama D. L debe su nombre a un cómic manga. Y D es un niño con aparatos de nueva tecnología que habla del visual, de las niñas prodigio del Disney Channel y que recuerda a Víctor Van Dort .

        D y L deberían hacerse pareja de hecho, aunque a D le gusten los Bryan Kinney, y es evidente que L no se parece en nada. Aunque es posible también, que L acabe adoptando a D en su casa, pero esto aún está por ver.

        Comimos en la capital de la comunidad, en una calle peatonal con viento cálido soplando por nuestros pies y moviendo el mantel de cuadros verdes y blancos. Después buscamos playeras para B y yo entré en esa tienda pequeña que tiene ropa de siesta en hamaca y canciones en la playa con guitarra; B siempre se ríe porque dice que no me gusta esa ropa, que lo que me gusta es lo que me invento con ella, y yo creo que eso quiere decir que me gusta, aunque nunca vista así. Luego nos sentamos en una terraza y esperamos a que la tarde cayese lenta y caliente con cervezas y cocacolas. Tomamos helados de pistacho y de queso azul y luego planeamos recetas imposibles de sabores exóticos. Una tarde como otra cualquiera, una tarde fácil , suave y tranquila.

         

        La sirena de Chirico nos llamó, y nos dijo que ya no nadaba más; que se había cansado de repetir la misma historia con distinto perro. En el concierto del hombre orquesta nos lo confirmó: había cambiado de perro y, esperaba que, de historia. Buena suerte, sirena surrealista, aunque creo que le dejaré mis zapatos rojos para que la lleven a los cuadros ya terminados de  otros autores que no sean metafísicos.

         

         

        Un viernes torpe y tardío nos informa de que no llegaremos a la boda de tu prima la folclórica, me desanimo y, por supuesto, me enfado contigo porque te tengo delante. Llega M, me peina sin mucho acierto porque quiere que me convierta, de cuello para abajo, en una rock star furcia y, de cuello para arriba, en Alicia expulsada de un nuevo cuento gótico que Carroll no sabe que escribió. El vestido verde adquiere tintes de disfraz con todos los complementos de boda (bolso customizado – gracias Brie, tú lo hiciste posible-, collar de perlas grises, colgante de dragón en plata regalo de la bisabuela, medias caladas y negras y maquillaje dramático), sigo queriendo llevarle con las doctor Martins que me compré en Londres, pero M me convence de que es una boda y saco el taconazo del zapatero.

         Subimos al coche y sé que la novia llegará más tarde que nosotras. Empieza el desfile con Moon river, tu madre no me habla, le caigo mal desde que te viniste a vivir conmigo. Apunto en mi libreta anti-madres una muesca más, llevo cuatro, cinco si incluyo la mía, creo que batiré un récord, eso me lo callo. P y C y M llegan más tarde que nosotras y descubro que les molesta tanto esta obra teatral como a mí.

        Después de las frases hechas de hola qué tal o como va todo, empieza la ceremonia. El juez se marca un tanto con unos versos de un poeta libanés, leen dos amigas más, y te toca el turno: llora todo el público y la obra, dramática, toma tintes de lo más emotivos. Me siento Dexter, cero de empatía. Y eso que para reforzar el sentimiento, un trío de músicos, dos de cuerda y -creo recordar- uno de viento, hace que suene Candilejas. La piscina y el río están de fondo, podría ser un gran momento sino fuese porque me sobra el ornamento.

        La tarde pasa y descubro que el tema de P y C son los centímetros de mi tacón:  han decidido que son doce centímetros en tacón de aguja. Después intento intercambiarme con C la americana pero no le entra, desiste caballerosamente devolviéndomela.

        El canapé frío pasa por delante esquivando manos, lleva carne, así que le doy  la bienvenida a un cóctel a base de tequila, martini blanco y vodka -demasiado dulce, pero se bebe bien-. Tu hermano me busca con la mirada, le llamo y se queda con P, C, M y conmigo. Hablamos del ramo, del vestido y de las fotos. Siguen pasando las bandejas que esquivan manos y, esta vez, le ceden turno a los langostinos. Cambio el cóctel por coca-colas. Tú estás perdida entre familiares que no conozco y que no tienen ninguna intención de conocerme, te veo de lejos y te encuentro mirándome de lejos. Me sobra gente o me falta alcohol.

        La cena es en un salón que tu hermano y yo concluimos como demodé, nos va más la decoración Zen. Cuestión de gustos.

        Platos van y platos vienen, conversaciones anómalas para estar en una boda, todo se lo debo a P y a M.

                    Llega la tarta y les regalamos el video que les hemos hecho con fotos suyas. Esta noche es mas larga de lo que debería. Bajamos a las salas de fiesta, que siempre me han parecido tristes y, a las tres horas de estar de pie, el tacón hace su efecto en mi planta, así que me descalzo y vuelvo a mi estatura. Se ve que había cogido el lado de la seta que me hacia crecer; ahora cojo el lado que me hace menguar. Busco a la señora oruga entre los invitados etílicos y descubro que P es uno de ellos, me río y le abrazo para fortalecer la amistad de los borrachos. C esta bastante entero y B ya esta cerca de mí agarrándome de la cintura.

        Dos horas mas tarde cogemos el coche y llevamos a C y a M a su casa remodelada en IKEA y a C a su casa aún por remodelar. Acabamos en la cama, y creo que eres la única persona capaz de hacerme firmar unos papeles, aunque sean de hecho, por lo menos, por ahora.

         

        lorca
          lorca

          Viernes, 31 de julio.

          Conduzco el coche, son las 9,30 llego a Alicante en el aparcamiento de maisonave  podemos estar a 30º, en la calle la temperatura no baja de los 27º,  camino hasta la S.S. de la calle Churruca, sudo, entro en la delegación, 21º mas o menos, se enfría el sudor en mi frente, recojo el numero, tengo 30  delante de mi, tres cuartos de hora mínimo, me voy  al R. Mercantil pienso que me dará tiempo, camino las cuatro calles que lo separan, la temperatura ha subido el sol empieza a picar, sudo, llego a mi destino entro y  la temperatura esta a 21º como voy acelerada no me entero de la sensación de frió, recojo la escritura regreso a la S.S. voy deprisa cuando llego el choque térmico es brutal, se me vuelve a enfriar el sudor en la frente,  una vez hago todas las gestiones regreso a mi vehículo aparcado en un subterráneo que en estos momentos puede estar a unos 38º o 39º, sudo, el calor es agobiante, no pongo el aire porque la garganta me pica, pero son las doce del medio dia, en el coche y con las ventanas abiertas puedo soportar el calor , cuando llego a mi destino, el termómetro marca 37º entro en la oficina 19º, termino de joderme el cuerpo, empiezan los escalofríos y el moqueo tonto,¡¡¡¡ por fin lo pesque!!!!!. El primer resfriado del verano.

          lrc

          cascarita
            cascarita

            Miercoles 29 de julio

            Al caer la noche y cerca del río, con la condición de tribu que nos da este foro, Matrix, O’Connell y yo bebemos cerveza con limón y tapeamos sepia, oreja y papas. Lola aparece por sorpresa. Lleva un bonito collar, que hace juego con sus ojos verdes. Tan flaca, con ese pelo tan negro y brillante, parece nerviosa. Picotea en nuestra mesa algo de sepia y se come las gambas del canapé de Matrix, pero no termina de estarse quieta. Se levanta y saluda a otros clientes del bar. Yo la sigo con los ojos - las de su especie, me fascinan- y participo poco de la conversación. Regresa con nosotras y se encarama a mi regazo. También al de Matrix y O’Connell. Juraría que nos acaba de adoptar. Pregunto por ella al camarero y me dice que es la segunda noche seguida que aparece por allí a la hora de la cena. Estoy segura: Lola se ha perdido. O la han echado.

            Es imposible que venga a casa: demasiado estrés y Curro, aunque pacifista, al fin y al cabo es un perro. Además Pink nos espera en el centro. Un telefonazo a la persona indicada y Lola tiene alojamiento por esta noche, y sólo por  un par de días, me advierten. La siento en la cesta de mi bici y Matrix  hace con mi chaqueta una capota para que Lola no pueda saltar. La noche de Radio Futura deja paso a Spielberg. Montadas en nuestras bicis, evitando el tráfico y la gente, y con una cabecita que se empeña en asomar desde la cesta, casi tocamos la luna.

            Algunas horas más tarde, volvemos a ser cuatro en tres bicis… pero esa es otra historia.

             

            Jueves 30 de julio

            Miro en internet las clínicas veterinarias que hay cerca de la zona en que Lola nos encontró. No tengo esperanza de que lleve un microchip (tiene las orejitas con ácaros) pero tal vez hayan avisado de su pérdida. Nos recibe un hombre con bata verde y malhumorado. “No te puedo atender”, me dice. Le explico que sólo quiero saber si alguien preguntó por Lola. Su cara se suaviza, se excusa por el recibimiento y me invita a pasar. Examina a la minina. Dice que está bien, pero diagnostica abandono.  Llama por teléfono a un par de clínicas de la zona. Confirma que no hay avisos de pérdida ni gente que pida gatos. Me aconseja, me anima, me desanima. Lola y yo nos marchamos allí, ella con alivio,  yo acongojada y cargando una bolsa llena de muestras de comida de gama alta para gatitos regalo del veterinario. Mi chica, desde el hospital, cuida de F y de mí.

            Llamo a O’Connell, que lleva un día digno de este hilo y que está esperando a Pink a la salida de su trabajo. De repente, recupero una huella mnésica, étilica e insegura. Le hago una foto a Lola, se la envío a O’Connell y le pido que se la enseñe.

            Pink dice sí.

             

            Viernes 31 de julio.

            La noche ingresada me ha enfriado el corazón. Matrix ya se ha ido a trabajar y sé que si regreso a casa sólo encontraré su ausencia y la de Wanda. Decido usar las llaves de la casa de L y visitar a Lola.  Sabia, trepa hasta mi pecho, enciende su motorcito y apoya su patita en mi cara. Me regala dos horas de sueño y calor.

             

            Sábado 1 de agosto.

            Pink le da nombre a Lola.

            Acompaño a Matrix a jugar una partida de ajedrez en una habitación donde no se admiten visitas pero si el recuerdo de compay y la promesa de noches en las que charlar envalentonadas, como las olas sobre el malecón.

            O’Connell enciende el teléfono y nos habla de la siesta de Lola, la gata que me abandono. Hay esperanza.

             

            chinaski
              chinaski

              Jueves 6 de agosto 2009

              Me levanto tarde. No mucho, pero sí lo suficiente como para no poder llevar a Nemo a disfrutar del tibio frío mañanero de estos días angostos de agosto. Paseo con él, buscamos sombras, no tantas como ayer, pero buscamos sombras. Ayer hubiéramos matado por ellas y saltábamos de proyección en proyección de copas de árboles y edificios como si estuviéramos en una especie de videojuego macabro con el marcador de vida a la mitad, más o menos. Imposible pasar de pantalla. Pero hoy sí. Hoy la etapa es más sencilla y nos envalentonamos por el barrio pisando soles, como si nos sobraran las sombras pasajeras proyectadas por los árboles dehoy. Volvemos a casa. Lo que llamamos casa. Lo que ahora, desde hace mes y medio, llamo casa oficialmente. Pero nuestra casa cada vez se parece menos a nuestra casa y más a las casas de la tele. Antes de que yo llegara, vivían en ella él y mi chica pero, al llegar yo, ella pensó que donde caben dos caben tres y, a partir de ahí, se desencadenaron una serie de catastróficos desórdenes. Nemo reconoce u casa a duras penas. Sortea estanterías billy a medio montar y aún no tiene claro cuál irá a ser el sitio definitivo de su sillón favorito que, afortunadamente, pensará él, aún no ha desaparecido, como casi todo el resto de las cosas. Así que llegamos a casa, a pseudocasa, y después de desembalar otra billy y ponerla en posición vertical, decidimos fugarnos, por si a la vuelta están las cosas algo cambiadas y la llave allen hubiera hecho el resto ella solita, y nos vamos los tres a buscar sombras a lo largo del canal. En medio del paseo, una paloma sobrevuela el peligro. Mi chica anima a Nemo -a cazar!-. Mi chica sabe que Nemo tiene elestómago de un cazador hambriento y la estrategia de un vegetariano cabreado, así que Nemo corre un poco y la paloma escapa. Era lo esperable: Nemo no sabe cazar y esa paloma aprendió en una escuela de calor.

              Visito a la family y acerco a mi hermano a una de esas piscinas privadas en las que las chicas desnudan sus cuerpos al sol. De hecho, conseguí ver a una desde la entrada a la finca que me pareció interesante, así que le pregunté por ella. Evidentemente, la chica ya tenía dueño. Claro que, si no lo hubiese tenido, me la hubiese traido a casa, a mi chica no le hubiese importado comprartirme con otra y Nemo hubiese estado encantado de aumentar su gineceo. Además, donde caben tres, caben cuatro...

              Vuelvo a casa, mi chica me llama por teléfono: Sé lo que tengo que hacer para consegir que tú estés loca por mí.

              Nos dedico este vídeo a Nemo y a mí y me quedo entre muebles nuevos y muebles embalados, esperando a que caiga la noche, para vivir del aire...

              cascarita
                cascarita

                Jueves 6 de julio

                Mi padre y Wanda están atrincherados en la terraza a la caza de dragonas empadronadas en un municipio que sostiene que pagar por conectarse a internet es como pagar por oir la radio. Así que aquí estamos los tres: ellos tras las salamandras y yo tras una señal de calidad.

                P.D.Henry, hay días que escribes con una chulería indecente.

                fanfarlo
                  fanfarlo

                  Diario de la pérdida y el deseo; 8 de agosto

                   

                   

                  Como el sentimiento de impostura no enfrenta al individuo más que consigo mismo, no hiere a otros...como crea dudas, incita a la acción. Belinda Cannone.

                   

                  A veces  me siento en la cama y veo cómo la nariz derecha empieza a gotear sangre, sangre líquida y fluida.

                  A veces me siento en la cama y compruebo que el sueño que he tenido es mentira. Palpo a B, a la cama. Veo que el color de las sábanas es el de la otra noche; me levanto y compruebo que la casa es la misma casa en la que me acosté.

                  Hoy me  he sentado, he visto cómo gotea la nariz derecha, he comprobado que la casa es la misma en la que me acosté, y que tú estabas dormida. La culpa la tiene la parte real que acontece  en las  pesadillas, esas que te hablan de la de la impermanencia de las cosas en el presente y de la permanencia de las mismas en el futuro que condena a la no existencia, o a una existencia de tierra y hierba. Es un sentimiento que no desgarra, no duele, sólo asusta. Después de esto aparece esa sensación de que todo lo que tienes es robado, lo has usurpado a otros y, aunque sepas que no eres Sawyer ni la hermana gemela de Sawyer, la duda empieza a cabalgar y crees que va acabar convirtiéndose en un portishead con todos los efectos especiales que los portishead conllevan.

                  Respiras, vuelves a respirar, cuántas veces vas a tener que respirar. La única manera de que el sentimiento se aplaque es que lo exorcites de tu persona, lo saques, lo cambies por otro o lo vendas a precio de saldo en el e-bay.

                  Después de esto llega el momento de recuperar lo que crees que no es tuyo, de recuperar a tu perro agresivo, de recuperar tus sábanas, y tus baldas de diseño sueco, tu cocina enana y tus dos percheros negros sin montar, de recuperar a B. Te cargas de fuerzas que no tienes, te olvidas de las pesadillas que, a dentelladas, se apoderan de la realidad; sabes que la no acción deja paso a la ansiedad y eso, a veces, te asusta. Ver el precipicio de dos centímetros de altura en esos momentos da tanto miedo como esa montaña rusa a la que nos llevaron un fin de curso de hace algunos años. Yo te dije que no subía, que me daban miedo las alturas, y tú reíste sorprendida, porque me conociste subida en  los coches y en los andenes. Paradoja absurda que, para vencer los miedos, tengas que estar en ellos.

                  El perro agresivo es el primer hito conseguido; las sábanas las he cambiado; las baldas suecas las he anclado a la pared; el té lo he hecho en la cocina enana y los dos percheros ya están montados. La última batalla la libraré esta noche, en las sábanas recién limpias.

                   

                   

                  cierzo
                    cierzo

                    Madrid no está tan vacio en agosto como yo pensaba. Recorremos las calles sin prisa, de la mano, del brazo, cerca, un poco más lejos, según el momento, según el lugar. Te miro. Hace calor y hablamos de trivialidades, de prisiones y nocturnidades, de las calles de Madrid. En el fondo no quiero hablar de eso contigo. Se levanta una brisa, un viento que no soy yo, te pregunto por su nombre y no lo sabes, me sonries...

                    Caminamos por otras calles y me llevas a un bar, está vacio, pero te beso y me besas y me quedo mirando tu pelo, la decoración, las cajas apiladas...un camarero bastante desagradable nos ha hecho saber que se van de vacaciones, y no es capaz de darme ni una camiseta. Puede que no se lo haya pedido con demasiada convicción. Puede que lo haya susurrado, y no me oyera. Puede que nos vayamos, otro día me traes, cuando haya más gente.

                    cascarita
                      cascarita

                      Lunes de 10 de agosto

                      Dije que no, pero al final metí la cajita en la maleta y me la traje. En el fondo traerla era una forma cómoda de aplazar la decisión. Ahora se me está agotando el tiempo. La cuenta atrás comenzó esta mañana. Lo he sabido nada más despertarme. Casi puedo decir que me he despertado porque lo he sabido. Y así, como la conciencia de mi misma, ha permanecido todo el día en mi cabeza: presente pero muda. A medida que pasaban las horas, no obstante, ha ido haciendose cada vez más notoria. Al regresar por la tarde, ya no he aguantado más y he sacado la caja del frigorífico. La he dejado sobre la cama. Después de cenar me he tumbado y he leído el prospecto. Ese librito con una edición como de cosmético de lujo. A veces el pensamiento suena como la caída al vacío de una moneda. Cara o cruz. Me he levantado, he devuelto la caja al frigo y he sacado un helado de fresa del congelador. Odio a B.P.

                      lorca
                        lorca

                        Martes 11 de agosto

                        El tiempo y sus consecuencias, la mirada de los otros sobre nuestras acciones u omisiones, las palabras dichas y las que por pudor o prudencia no se dijeron, todo ello pasa factura, a la larga o a la corta pagamos lo que debemos.

                         

                        En esas estoy, pagando y la cuenta la tengo en saldo negativo, los números rojos nunca me agobiaron mucho, pero el déficit cada vez se hace mas ostensible y amenaza con la bancarrota, ahora se dice “Concurso de acreedores”, y de esos parece que últimamente me han salido muchos, tendré que buscar un administrador concursal que  administre el poco patrimonio de moral que me quede, hacer un  balance de los recursos con los que cuento para terminar de pagar mis deudas y definitivamente quedar en paz.

                         

                        Lrc.

                        fanfarlo
                          fanfarlo

                          12 agosto; Diario de la perdida y el deseo.

                           

                          De cómo llueve y de qué hacer cuando llueve.

                           

                          Fuera está lloviendo. Estamos las dos tiradas en la cama; te digo que oigo caer la lluvia, que la lluvia me pone. Me besas en la frente y hablamos de directores de fotografía. Me dices que esta escena de este momento parece de una película francesa, y que yo hablo como los guionistas de esa película, no recuerdas el nombre, yo ni siquiera intento recordarlo, lo dejo en el recuerdo del olvido. Abro la mano y la paso desde tu cuello hasta tu pelvis, te humedeces los labios y me das un beso más largo que el anterior pero seguramente más corto que el que viene. Te digo: si cuento todos tus lunares te tienes que casar conmigo. Te ríes aún mas fuerte que la primera vez y me dices que tus lunares son incontables, que cada día te salen cinco nuevos. Insisto en mi proposición y te propongo que, hasta que no te los termine de contar no me puedes dejar pero que no hace falta que te cases conmigo. Aceptas la apuesta y te crees felizmente ganadora, no sabes que yo soy tan perseverante como la niña china de esa película que vimos hace algunos años. Empiezo a contarte los lunares, sigue lloviendo fuera, no hay ni un alma, es tarde, los bares ya han hecho las cámaras.

                           Por cada lunar un beso. Me fijo en que tienes más de los que yo pensaba. Me agarras del cuello y me dices que a ti te gustan los míos, después me metes muy despacio la lengua en la boca. Te contesto admitiendo tu lengua y alargando el beso con una respiración mas ágil, te pregunto que cuáles son los lunares míos que más te gustan, me dices que el del cuello y el de la cadera, bajas hasta el de la cadera, meto el vientre y noto tu lengua, acercándose peligrosamente a mi pelvis. Me giras y, sonriendo, me dices que el que más te gusta es el del culo. Lo miro y te digo que ese lunar está hecho con siete agujas. Besas el tatuaje y me dices que es muy malo leer. El pasaporte follame ha hecho su efecto en tu coño.

                          Te subes por detrás y fuera sigue lloviendo. Te abro las piernas, me apartas el pelo y me dices al oído que me quieres follar, te digo que lo hagas. Me giras de nuevo e intento colocarme para que entres entre mis piernas. La saliva es cada vez más pastosa, tiene la densidad que a veces tiene cuando estás borracha, me gusta la densidad de tu saliva y me gusta tu saliva por todo mi cuerpo. Te bloqueo y acabo poniéndome encima. Te beso y bajo con los dedos hasta tu pelvis, intentas cazar mi boca, no lo consigues, te agarro de las muñecas y sonrío frívolamente, empezamos a movernos. No sé si haremos los ochos de los que le habla Pablo a Lulú. Crispo la columna, apoyo las dos manos en la pared. Me coges las tetas con la boca y me vences poniéndote tu encima, me dices que estás muy cerca y te digo que lo hagas, que te corras en mi. Nos corremos.

                          Fuera ha empezado a llover fuerte, estamos mojadas, huelo el olor que queda después del acto, me gusta ese olor. Abrimos la persiana y vemos caer la lluvia. Esto me parece un gran momento. He dejado de contar tus lunares y te oigo respirar, me apoyo en mi sitio, te agarró el pelo rizado, me besas y, seguramente, nos quedamos dormidas.

                           

                           

                           

                          cascarita
                            cascarita

                            Lunes 17 de agosto.

                            Llevaba días rondándome la cabeza y hoy, por fin, se ha decidido: el pez ballesta me ha mordido las coletas. A partir de hoy buceo con capucha.

                            Desconocida
                              Desconocida

                              CERRADA POR VACACIONES

                              Me encuentro flanqueada por todos los frentes, pero esto no es una guerra. Desearía mantener una equidistancia con el límite de la cama, pero no puedo. Por un lado: el límite de tu piel. Que romántica situación, verdad? (musica de violines). Bueno... tóoorrida, porqué vamos a engañarnos? con estas temperaturas dormir en un abrazo más que una prueba de amor es, sin duda, una prueba de supervivencia. Como que soy una calores y a tí te gusta dormir siempre tapada hasta las pestañas voy desplazándome poco a poco hasta que por el otro lado encuentro: el borde de la cama. Evito cualquier estiramiento descontrolado que me precipitara hacia el vacío, osease, 65 cm de caída libre con encontronazo encefalo-mesilla. A mí que me gusta trazar diagonales en la cama, por lo que representan en el espacio... movimiento, dinamismo, desequilibrios, pesos, tensiones y por como se libera el calor al cambiar de posición, ... tener que describir horizontales al más puro estilo Mondrian y moverme en rotación sobre mi propio eje... eso, eso me provoca contracturas.

                              Ahora, de vuelta a casa descuelgo el cartel que me ha permitido desconectar tanto de todo y desde la soledad en mi cama y trazando multiples diagonales... te recuerdo... y oigo música de violines.

                              fanfarlo
                                fanfarlo

                                23 AGOSTO; diario de la perdida y el deseo.

                                 

                                 

                                 

                                Supongo que lo intentaré por quinta vez, a ver si consigo dejarlo, pero la respuesta la sé por anticipado: NO. Es un NO, no muy grande quizás, pero es mi NO y tiene su propia personalidad: NO.

                                 NO a todo y a todos. NO porque me da la gana, NO porque no sé decir SÍ. Hiperventilación y frunzo el ceño: NO. Si lo quieres lo tomas y si no me dejas, ahí esta la puerta, no te lo tendré en cuenta. NO a todas y cada una de tus propuestas. NO. NO a mi cara amable, NO. NO  a tener miramientos, NO. NO a ti, me niego a dar cualquier explicación y lo digo con orgullo: NO. Soy altiva y orgullosa pero sigo diciendo NO. Puedes intentar razonar conmigo, veo que lo intentas pero es NO. NO a entrar en razón, tensión muscular incapaz de descargarla. NO. Dos años de terapia y sigo diciéndote, diciendo NO. No me vas a convencer para que diga SÍ, aunque no tenga razón, aunque la esté perdiendo, NO. NO siempre será NO y puede que este NO dure una noche entera pero NO.

                                NO, y me niego a salir de este callejón sin salida, cuanto antes lo veas antes me conocerás, así soy en mis peores momentos: soy NO. Soy mi NO. A que ya no te gusto tanto; a que ya no te parezco tan sexy ni tan follable. NO. NO. Y NO quiero seguir diciendo más NO porque estoy empezando a flaquear, amor NO, no puedo decírtelo más veces. NO, es fácil de entender. NO. No me preguntes si te quiero, porque ahora es NO.

                                Pienso estar hasta las cinco de la mañana diciéndote, diciendo que NO. No puedo hacer otra cosa, estoy en una autopista y no veo más que un carril. Esto es lo que hay, no puedo hacer otra cosa, soy jodidamente fascista en estos momentos, pero es así. Me duermo y sigo diciendo que NO, mañana ya veremos.

                                 

                                 

                                 

                                 

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