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Triviales tribulaciones de una tribada atribulada y otras

chinaski
    chinaski

    Ante la duda, un sí...

    cascarita
      cascarita

      Lunes 31 de agosto

      Por Caridad Producciones me trae de regreso con Mil Dolores Pequeños. Matrix se ha ido a buscar a Curro y yo me enfrento al vacio que reina tras la puerta de la nevera

      fanfarlo
        fanfarlo

        Finales de Agosto, principios de Septiembre. Diario del deseo y la perdida:

        Resumen de unas vacaciones de mar.

         

        Hemos llegado a la costa. Se ve el mar desde la terraza. Hago la misma fotografía que todos los años, supongo que siempre espero que cambie algo. Siempre cambia algo; pequeños matices, la luz, las olas, siempre se ven cambios insustanciales. Pienso que es como la vida: los cambios importantes suelen parecer insustanciales.

        Me gusta la luz de finales de agosto, le da un aspecto polaroid a todo lo que toca, crea una atmósfera especial, diferente a la del interior. Las siete de la tarde es una buena hora para percibir esa luz, estamos tirados en la playa, desnudos, pasan barcos que entran por la desembocadura, la brisa ondula las duna y crispa el mar. Destellos de mar se filtran por mi retina. Todo es naranja, el sol está tan bajo que casi puedo tocarlo con los dedos. Nemo no para de mirar las dunas, desconfía de los maricas buscones. Se pone alerta cuando les ve otear, hay uno que le cae especialmente mal. Tu cámara de fotos está en las manos de G. G hace fotos, nos hace fotos. Salen los barcos y el faro rojo, salen más nudistas, sale Nemo. Cuando tu coges la cámara, G dice que posa como Ana Obregón. Nos sentamos en la orilla, disfrutamos de no hacer nada.

         En la silla, colocada donde mueren las olas, choca el agua, hago chocolate con la arena, hago que la arena se convierta en chocolate, pienso que es un milagro, miro a  ver si tengo llagas en las manos, no. Mis manos son manos de agua; soy una medusa que flota por la orilla, me siento más varada que medusa. Disfruto de estar varada. El sol se mete entre las montañas de semidesierto. Echo la arena-chocolate por la pierna y observo como se la lleva el agua. Trasparencias saladas se filtran por mi visión, busco peces, no hay peces, excepto los dos de mi nuca. Rueda la pelota rosa por la arena y Nemo quiere bañarse. Pienso en canciones que me recuerden al verano, hago una banda sonora para este momento, para este diminuto momento que alargo como si saborease un buen vino. Sal en los labios.

        Se van cambiando los bañistas nudistas por los pescadores vestidos, recogemos las cosas y andamos despacio por la arena donde rompe el agua. La marea parece estar subiendo, pies de resaca caminan entre las aguas, aparecen y desaparecen como los inventos visuales del diecinueve. Respiro el salitre y dejo que la brisa entre por cada hueco que queda libre después de vestirme.

        La desembocadura está ocupada por cañas, gaviotas y demás aves marinas. La mirilla de la caja negra las enfoca. Capturo una que está pescando. Acaricio su lomo con mi caja oscura.

        Más naranja sobre las dunas móviles, palmeras, lenguas de gato sobre el suelo, caminos serpenteantes, sigue naranja. Son mejores las puestas de sol en el interior, los colores se expanden. Me acuerdo del sfumatto y de Leonardo, esto no se parece a Florencia. Cierro los ojos y el ruido del motor acurruca mis oídos y los de Nemo. Hoy para él, ha sido un día duro. Pubs y arquitectura efímera que recuerda a Las Vegas. Nunca he estado en Las Vegas. Quiero ir a Las Vegas y besar a Elvis.

         Me haces una foto desde el retrovisor. Me pillas haciendo una pompa con el chicle. Surcas lo que ves con la cámara, te has convertido en la caja y todo lo que está pasando en estos diez kilómetros de viaje lo filtras por esa cámara. Luego observaré tus ojos a través de los míos.

         

        Ya tarde, de noche -puede que antes de lo que pienso-,caminamos entre puestos con olores de lugares exóticos. Se venden artesanías tailandesas, cajas de Toledo, figuras de iconografía budista, collares que traen la buena suerte. Me compro dos negros y entre todo lo que queda, elijo un tarro que hace pompas. El resto del camino, estoy tan feliz que oigo los violines que la Rosenvinge no oye. Me echo un nuevo amigo de Kenia que intenta coger mis pompas con sus manos de ébano. Hacemos fotos de jabón.

        Los pies caminan hacia Septiembre, Septiembre es un buen mes y, quizás, una buena película.

         

         PD: Un gran libro mil dolores pequeños  de  Coloma Fernadez Armero

         

        chinaski
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          Domingo 7 de septiembre

          cascarita
            cascarita

            Viernes 4 de septiembre

            Van a mejor.

            chinaski
              chinaski

              Miércoles 9 de septiembre 2009

              Ella se ha ido a trabajar pero todas las cosas están en su sitio. Ella se ha ido a trabajar y un perro que no es el mío ladra en la calle. Algo se distorsiona casi siempre. Casi siempre hay algo que, después de todo, nos devuelve una imagen que no termina de contenerse del todo en la imagen que queremos, que creemos proyectar. Enciendo la luz a una hora en la que hace unos días no tendría que encenderla y eso me recuerda que tengo archivadores llenos de cosas que dicen otros, esperándome. Tengo que aprenderme las cosas de los otros. Lo que dijeron. Tengo que estudiarlo, tengo que saberlo.

              Me pregunto si, cuando sepa todo eso que otros dijeron, acabaré por convertirme, finalmente, en los otros. Me pregunto si me convertiré, yendo a mejor, en uno de esos tipos de la foto de Casca. Quizá, cuando eso pase, el perro que ladre entonces sea el mío y la mujer que ahora no está, se convertirá, finalmente, en la chica de otro, en la chica de, quien ahora, por el momento, con todos esos apuntes esperándome, no soy yo.

              fanfarlo
                fanfarlo

                Diario del deseo y la pérdida: 11 septiembre.

                 

                 

                No sé cómo empezar a escribir, qué contar. Hoy supongo que estoy torpe, cansada, lenta, sin ganas de nada; como las abuelas puestas de Orfidal. Hoy tengo miedo al folio en blanco; y eso que no tengo como oficio el de escribir. Un post de Chinaski sobre los derechos de autor  me lo han recordado y confirmado.

                Sigue haciendo calor, y las higos ya están maduros. Recibo buenas noticias un Lunes después del regreso, tomando un descafeinado en la mesa Fusion. Me gustan las buenas noticias, sobre todo después de un regreso forzado a una tierra en la que no tengo raíces. Pies de algas para una ciudad de mar de trigo. Decido retomar lo que dejé hace dos años. El tratado de Bolonia me dice que todo está un poco más desastroso que cuando lo dejé.

                 El único recuerdo del mar es el tacto del agua viva en mi tobillo y, como dice Astrud, no es una metáfora. Una C también de mar me da el remedio cuando ya tengo la enfermedad. Sigo deslizándome entre las palabras abruptas, precipicios de líneas en la pantalla del ordenador. Después de un punto un precipicio, pero insisto. Soy terca, ya lo decía mi abuelo. Y eso que soy pez, que dicen tener mala memoria.

                Escucho la música que me pasó una N antes de irse detrás de un sueño de vías y trenes. Hace mucho que no tengo noticias suyas; a lo mejor el invento del XIX me ayuda a ponerme en contacto con ella. También puedo utilizar señales de humo, el único problema es que ya no fumo; hago una OOOOOO con la boca, mantra inventado para las noches en las que ya empiezan a refrescar. Oigo el ruido de la DS en las manos de B, decido poner en la pizarra: comprar unos auriculares nuevos, con estos oigo la canción y la DS.

                Veo que el folio se ha ido llenando casi sin esfuerzo. Observo un catálogo de una revista de moda, pienso en qué personajes de qué libros llevarían esa ropa; después pienso en qué personajes de películas llevarían la misma ropa. Señalo con un circulo la ropa de los personajes que me gustan y, con la que sobra, me invento otras quinientas siete historias de personajes nuevos. Me acuerdo de la sirena de Magritte, la tengo que mandar un pseudo collage con esto que estoy pensando ahora mismo. Apunto en mi memoria de pez de centeno: mandar un collage a la sirena de Magritte.

                Nuevo precipicio después de un punto y aparte. Sigo obligando a mi cursor a que navegue por este mar de letras que, a veces, pienso, no tienen sentido alguno. Me encripto, me descifro y me vuelvo a encriptar. Al ritmo de mi pensamiento lo definen mis dos peces tatuados en la nuca. Se me ocurre un nuevo tatuaje para mis dos empeines. Recuerdo si el dolor de las agujas compensa pero todavía no lo tengo decidido. Esperaré a ir a la ginecóloga. Últimamente después de salir de su consulta acabo en la consulta del tatuador. Menos mal que sólo voy una vez al año.

                Se repiten las canciones, suena la alarma de mi reloj, que hace homenaje a las tecno- paquis, novias de las garrulas poligoneras. Me acuerdo de Marbellys; desestimo ese estilismo.

                Creo que en algún momento debería dejar descansar al cursor en el blanco infinito que proponen las hojas del portátil.

                brigitte
                  brigitte

                  Ella bebe café en una taza que reza I Love N.Y, no creo que se haya percatado que hoy es 11-S. Hoy está especialmente guapa. Ella se pasea en bragas y camiseta por la cocina sin sospechar que la miro o puede que si lo sepa. ¿He dicho que está especialmente guapa?. Debería estar de fiesta, entre casetas por las calles, lorenzitos, riberas y pinchos, amigos de la infancia, y conciertos de segunda división, pero no. He decidido que no. Prefiero las vistas del Central Perk mientras fumamos un cigarro o bañarnos por la noche en la piscina, improvisando un partido de volley con red y líneas imaginarias o pasear sin prisas por una ciudad nueva. Mientras suena esta canción ella se acerca.

                   

                   P.D Hay que ser VALIENTE para estar UN DíA EN EL MUNDO de Aranjuez y no en COPENHAGUE

                   

                   

                   

                  fanfarlo
                    fanfarlo

                    Diario del deseo y la perdida: 15  septiembre

                     

                    Oigo cantar al grillo

                    En la noche de escarcha;

                    Sobre la fría esterilla;

                    Arrebujado sobre mi propia ropa,

                    ¿tendré que dormir sola?

                    FUJIWARA NO YOSHITSUNE.

                     

                    Parece que otoño ha llegado de repente a la capital de interior. No ha habido unas grandes lluvias que marquen el final del verano, tampoco ha habido una despedida de confeti y serpentinas por parte del señor verano; se ha ido como casi todo lo que se va de un día para otro, en unas horas; se ha ido como el agua que se cuela entre los dedos. No ha dejado heridas, no ha dejado apenas marcas de su existencia para que otros después puedan vivir en ese espacio deshabitado. Buena memoria el carecer de ella, el verano ha hecho un ejercicio Zen, el verano ha hecho un mandala budista y luego ha abierto las ventanas.

                     El cielo hoy estaba con nubes sacadas de una novela de las Brönte, me he acordado de ti y de que te he dejado dormida, en la cama ya con edredón de plumas. Soplaba el viento y era frío. He pensado también en mandar un mensaje haiku pero me he acordado de que no tenia cargado el móvil. He desistido y, a ritmo de música suave francesa, he ido a trabajar. Pies caminando por asfalto de otoño, ruido de obras no acabadas. Los políticos no saben hacer ejercicios Zen, ni mandalas. Nuevos niños, nuevos nombres, nuevos ademanes.

                    El señor otoño se viste con las hojas del suelo y las botas katiuskas de todos los niños que empiezan el colegio por primera vez. El  señor otoño huele a los estuches llenos de plastidecor y el color dorado de la caja de veinticuatro es el color de su nueva camisa comprada, de nueva temporada, en cualquier gran almacén de cualquier ciudad. El señor otoño toma té en grandes tazas con leche y usa colonias de maderas y de musgo. Su casa huele a pan tostado con mantequilla y mermelada. El señor otoño lleva en el cabello loción antipiojos. Y sus manos están llenas de tiza. Su dormitorio tiene el olor de las cosas cerradas durante largas temporadas. Abrimos las cajas de la ropa: mi gabardina, la que me compré porque se me antojaba como las que llevaban las protagonistas de películas europeas, los jersey, las katiuskas del mercadillo de Londres, los pantalones de cuadros que me recuerdan a los Beatles, las rayas de diplomático, el paño del abrigo verde de Sibila, tus cazadoras brillantes y tus camisas de cuadros, tan de bollera, esas  que me gustan tanto; tus pantalones pitillo, tus botas de charol rojo de otro mercadillo, esta vez del de Fuencarral. Los calcetines altos, el pañuelo que nos regalaron unos monjes budistas que vinieron a mi centro, tus sombreros de Pete Doherty. Todo se presenta nuevo cuando el señor otoño hace su aparición. Otra vez, con cada prenda, viene el recuerdo de lo que era y la reinvención de lo que puede ser, nuevos planes idénticas estrategias, como diría aquel. Lleno la cama de ropa, a Nemo parece gustarle bastante la nueva cama, a ti, no tanto como a nosotros dos. Me emociono con lo que tenía y se me había olvidado, siempre me gustan los cambios de estaciones, más que las estaciones mismas, será que intuyo el ejercicio zen que hay en ellas.

                     

                    cascarita
                      cascarita

                      Miércoles 16 de septiembre

                      Día de relax, me ha ordenado mi amor, día de piscina y día de cine. Ese es el consuelo que me ha enviado por sms, después de una noche difícil, y en una mañana que ella trabaja y yo vagabundeo por casa. Wanda, que huele la intemperie en mi interior, me sigue como el perro que no es y, en cuanto me siento, como ahora mismo, trepa hasta mi regazo y me acuna. Curro, después de guiarme por el parque y tomar la decisión de regresar, de la que yo era incapaz, dormita tranquilo y bondadoso. LLueve. He hecho la cama, he sacado el lavavajillas, he puesto una lavadora de sábanas blancas y he recogido los estambres que los lilium están perdiendo sobre la mesa. Hay poco que hacer en casa después de un fin de semana largo que acabó el lunes y tras un martes de trabajo, como siempre, en otra ciudad.  Ahora me he sentado sobre esta pantalla que encendí al levantarme y a la que no he tenido el valor de asomarme hasta ahora. Una de las ventanas de mi explorardor tiene escrito en mayúsculas el acrónimo de la empresa para la que trabajo. El movimiento en ella es continuo. De un golpe de vista puedo detectar todo aquello que no va conmigo, y eliminarlo en la papelera. También detecto la importancia y la urgencia que se esconde tras otros correos y tras la llamada que hoy no voy a responder, porque he decidio que mi vida, hoy, transcurra sin mí. En otra pestaña, mi face, que da cuenta de la deuda de noches de verano perdidas en un hospital y que nos hemos cobrado junto al mar. Y ésta, en la que esribo, junto a otras que dormitan inactivas.

                      Vengo aquí. Aquí vengo a reconocerme. Vengo en los días que, como ayer, descubro que el mundo va ser peor de lo que era. Vengo y busco otro mundo posible. Vengo los días felices, como el sábado que recorrí acantilados rastreando un camino del que nos aconsejaron no salir y que nunca encontramos, siguiendo la senda que abrió mi chica entre prados vallados. Vengo esos días, con carcajadas enredadas en las pestañas a jugar y a tatarear músicas dedicadas. Vengo los lunes. Vengo aunque últimamente no consigo escribir nada. Vengo hoy, porque tengo que decir que aunque el otoño ha empezado a palpitar en el trastero y Fan se empeña en alentarlo, yo me he atrincherado con el verano en los armarios. Porque es en Nod donde yo vivo exilada, porque es lejos de todo lo mío donde más soy, porque soy bajo el agua. Vengo, tu lo sabes Bri, porque hay tanto idiota ahí fuera. Vengo hoy, China, porque mi chica me ha prometido desde la ventana de al lado recuperar la amnesia y el olvido.

                      chinaski
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                        Miércoles 16 de Septiembre

                        El día empieza sin acabar la noche. El día empieza sucio, tosco, bronco, y la noche amanece dentro de una oscuridad obscena en la que todo abrazo se convierte en el último, en la que todo poema se confunde borrosamente con las marcas de los culos de los vasos. Recuerdo "el mejor poema que puedo escribir por el momento" y juro que es ese  mismo. Hasta ahí. Hasta donde Henry, hasta donde ahora yo, y la noche crispada de las siete de la mañana y las moscas de Paul Bowles en las bocas de todos sus amantes. Mis amantes tienen también moscas en la boca. En la boca y en todos sus agujeros. Mis amantes son una sola y todas mis amantes son el paladar de Paul Bowles, defendiéndose con una destreza torpe, pero con empeño de cocodrilo, del aleteo desde dentro de sus bocas. Esas bocas que ahora muerdo y que ya no, y que ya sí y, sucesivamente alternas, sucesivamente bocas y no, sucesivamente moscas, se revuelven contra la certeza de saberme dentro de mí, de saberme ellas y de saberse yo, desde dentro de algo parecido a esto, parecido al contrabando de amor cáustico de las siete de la mañana de un miércoles en el que podría escribir el mejor poema que puedo escribir por el momento.

                        Más tarde, la noche ya no es de noche. Más tarde me duermo, después del desayuno que no es el desayuno, después de saltar el charco profetizado por FUJIWARA NO YOSHITSUNE en los versos de Fan, arrebujado sobre mi propia ropa. Me duermo con la certeza de tener absoluta incertidumbre sobre el paladar de mis amantes y sobre las moscas que los habitan. Me duermo y me despierto después, con versos de Paul Bowles en la cabeza y marcas de arpones en el libro que reposa sobre la mesilla de noche. Como es extraño, me visto y camino. Como es confuso, digo cosas, pero apenas hablo, y eso no parece gustar mucho a mis amantes, de las que me despido, al menos por unas horas, para disfrutar de la lejanía de nuestras torpezas, del rigor otoñal de nuestros instintos, de la muesca que deja la ausencia en las bocas cuando los paladares que no están son aquellos en los que queremos estar.

                        Subo escaleras y, en el último escalón, casi al borde, veo un poema ahí tirado, una metáfora díptera moribunda, casi condenada ya a una especie de suerte tauromáquica. Me pregunto si existe el adjetivo tauromáquico, más aún, me pregunto si, en caso de existir, será adecuado atribuírselo a una mosca, y resuelvo en pasarme a la RAE por el forro de los cojones y volver de nuevo a la mosca del peldaño para leerla, para paladear con la vista aquello negro y diminuto que señalan mis pies y, con cuidado y con ellos, doy la vuelta a la metáfora, la disuelvo, devuelvo el aire al aire, a las alas de la mosca que, sobre una gota de agua y boca abajo, estaba atrapada entre humedades -el trabajo siempre es húmedo, que decía Focault- como lo está un tropo en un poema o el amor en un agujero. Libero al animal y destruyo el poema. Es mejor así. La poesía está para eso, para ser empeñada, como los relojes bañados en las tienduchas de empeño de las juderías, a cambio de vidas, de prosas que valen más, aunque cuesten menos. Eso hace que piense en mi amor. En mi amor y en su paladar metafórico que no logro liberar de poesía. Mi amor no quiere poesía. Quiere amor y quiere pollas, como todas las demás. También un lavavajillas, pero eso no viene al caso. Todas las demás quieren ser todos los poemas posibles, pero ella no. Ahí está la diferencia. Ella, a diferencia de cualquiera, prefiere desposeerse, librarse del verso, como las alas de la mosca, librarse de ser "el mejor poema de amor que puedo escribir por el momento" y ser quien no se es e incluso ser, sobre todo, quien se quiere. Quiere que yo sea doscientos, quiere que sea cien mil. Un millón. Quiere todas las moscas posibles en mi yo. Que yo sea todas las alas, todos los dípteros de todos los paladares hambrientos de amor y de pollas técnicas y clitorianas. Mi amor no quiere un poema de Paul Bowles, mi amor quiere ser Paul Bowles, ya lo he dicho, y yo dejo a un lado el mejor poema de amor que puedo escribir por el momento y me concentro en hacer de mi boca, las bocas de todos sus amantes y en ser, como ese haiku de una escritora mexicana, "caligrafía camino de la mosca sobre la tinta" y dejarme escribir, yo, esta vez, dejarme atrapar en un poema escrito por mi amor, que sea, a cabo, todos los poemas posibles.

                        matrix
                          matrix

                          Bueno pues el día amenaza con mejorar la semana...muy bien. Ayer la cigalita me decía que eran días tristes y lluviosos que invitaban a la melancolía, pues no, eso lo arreglo yo ahora mismo, una dosis de piscina, un paseo por el centro, un durum  en el bar del búlgaro que nos sonríe y nos regala dos cervezas. Y eso que el día anterior no estabmos pra regalos, porque a veces los habitantes del cine parecen gnomos que se esconden y parapetan para que no disfrutemos de la magia. Hoy días de decisiones entre mi mejora profesional y personal. Yo tb veo apuntes que poco tienen que ver conmigo y que me insinúan en susurro que quizá me lleven a otra ciudad si consigo digerirlos, ay ay, que yo no quiero. En fin confiemos en la suerte y apostemos por la valentía de aranjuez y no la de copenhagen que aeguro que al menos nos da la opción de nuevas sorpresas y/o de arrepentirnos a tiempo. Respecto al fin de semana no sólo caminos que no lo eran, no sólo paisjes fantásticos, no sólo buena comida y gin tonics,también guerra de migas, baile en las cumbres, y mucho mx amor. Pienso en la cigalita, pero que guapa y que linda es. saludos 18 de septiembre

                          fanfarlo
                            fanfarlo

                            Diario del deseo y la perdida: 19 Septiembre

                            ...tampoco estaría mal poder alcanzar a la vez el sueño y el olvido.

                            Camus, Albert: El malentendido.

                             

                             

                            Dedico haikus de agua a playas negras. Haikus que se pierden entre la amalgama de algas. Camino por desiertos de asfalto. Se que es inevitable que las hojas c a i g a n. Me dices que amo como Schopenhauer, y no lo entiendo. Llueve, parece que siempre llueve cuando amo como Schopenhauer. Recuerdo que tú dices que la lluvia en los cristales parece esperma. Soy infértil, nada hay que ahora me pueda fecundar, nada hay ahora que me pueda penetrar. Mi madre y mi padre no quieren saber nada de su hija infértil; solo quieren nietos gordos que gateen por su pasillo de minas antipersonales. Odio lo retorcido que hay en el amor.

                            Te digo que quiero un amor al que no ame, y vuelves a Schopenhauer. Te digo que no sabes lo que es el amor porque solo has amado una vez y tú ya ves a Schopenhauer sobre mi hombro izquierdo.

                            Caminaré despacio debajo de la lluvia, intentaré que la lluvia me fecunde para traer al mundo a un niño de agua; suave y delgado, suave y oscuro como D. Odio a D también.

                            Refuerzo la impostura de no creer que nada de lo que tengo es mío, todo sería mas fácil si no se amase. Mi dyke, mi tom boy, me hundes con tu caminar sereno y tus ojos negros, creo que voy a perder lo poco que me queda de sentimiento observándote desde mi ángulo. Creo que mis caderas solo van a moverse al ritmo de tu pelvis y lo odio también.

                            Sueños muertos en el congelador. La bruja se equivocó cuando me dijo que los metiera dentro. La bruja es una puta que rompe el amor que la regalan. La puta es la bruja de Blancanieves y una de cada quince noches sale a buscarme con su cara blanca y su pelo negro.

                            Yo quería ser rubia y quería ser luna como la bruja de Blancanieves, quería ser agua y no tener forma. Mi dyke, mi tom boy, me estás hundiendo con tu caminar sereno y tus ojos negros. Solo veo trampas detrás de cada paso que tú das.  Me da miedo lo retorcido que hay en mi forma de amar. Te seguiré observando desde mi ángulo, te esperaré en la cama peinándome el pelo, sacaré las conchas y las perlas y te las ofreceré como se ofrecían las vírgenes al marido, hace años, cuando lo nuestro carecía de nombre propio.

                            La lluvia esperma cae sobre mi rostro moreno, el sol de finales de agosto dejó su huella. Maquillo la huella y la cubro de blanco. La geisha es la chula de la tom boy. Desestructuro los sistemas, retuerzo lo que queda de mis sueños muertos en el congelador y me quemo las manos de frío. Santa teresa sabía más del amor que yo, Santa Teresa había amado más que yo, eso seguro.

                            El amor con nombre propio desaparece con tu caminar sereno y tus ojos negros. Mi dyke, me destrozas cada vez que te veo porque Schopenhauer duerme en mi hombro izquierdo y conozco lo retorcido que hay en mi forma de amar.

                            Intentaré calentar tu corazón stone quemando todos mis zapatos de tacón, mi corazón es alemán, como esa canción, mi corazón duerme entre tus botas, mi corazón duerme en tu cartera, mi corazón duerme en el congelador con mis sueños muertos y mis ganas de ser rubia, y mis ganas de ser luna, de ser agua. Ahora mi corazón reza como ese poema de vals y de muerte, ahora mi corazón lleva el poema en el anular, buscaré un río de aguas claras y un gran cauce para lanzar lo retorcido del amor a ese fondo pétreo, y mi dykie, mi tom boy, vendrá conmigo para verlo hundir.

                             

                             

                             http://www.youtube.com/watch?v=u8nBsrpHdkY

                             

                             Pd: bienvenida Matrix.

                            cascarita
                              cascarita

                              Martes 22 de septiembre

                              Tengo un secreto :)

                              http://www.listengo.com/song/8458783

                              lorca
                                lorca
                                Algunas noches sueño con fantasmas, fantasmas de mujeres que amé, que pude haber amado y que no me amaron. Son sueños frustrantes y frustrados, por lo que no fueron, por lo que pudieron haber sido. No me gusta soñar con fantasmas, con caricias fantasmas, con besos fantasmas, con sexo fantasma, como a Ang Lee a mi los fantasmas me dan “yu yu”, prefiero la realidad a lo etéreo del sueño y lo soñado. Pero reconozco que puedo convertirme en fantasma, fantasma de las mujeres que me amaron y yo no ame. Paradoja del sueño. Pescadilla que se muerde la cola. lrc

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