Tras el Katrina y la traición de Cordelia todo quedó en el aire. Muerte de un moribundo, nos deja con las amigas dispersas por la geografía estadounidense y con la incertidumbre del regreso, si es que tienen un lugar al que regresar.

Han pasado apenas dos meses desde el desastre, Micky está lidiando con una depresión ante la situación, no sólo Cordelia, su pareja desde hace años le ha traicionado, si no que el Nueva Orleans que conocía ya no existe. La ciudad sigue en ruinas, no tiene agua caliente ni calefacción en la oficina, apenas hay semáforos o incluso señales de tráfico, que por otro lado se compensa con los escasos coches, los móviles son más bien contestadores ya que prácticamente todas las llamadas van al buzón al no haber cobertura en muchos vecindarios y cortes de luz continuos. La destrucción de los barrios es abrumadora, casas derrumbadas, moho expandiéndose, las neveras se han convertido en armas de destrucción masiva cuando algún incauto abre la puerta, hay animales muertos en las calles y cadáveres en algunas casas.

Con un cadáver se encuentra Micky cuando es contratada por una anciana para que recupere una caja de recuerdos de su casa en ruinas. Y aquí la autora no tiene otra ocurrencia que lanzar a esta ciudad antiguamente conocida como Depravación y que ahora responde al nombre de Destrucción, a un incauto grupo de chicos de la América profunda, si, más profunda que la propia Luisiana, y por supuesto, un grupo de iglesia, cómo no. Si sois seguidoras de Micky Knight os podéis imaginar el encuentro. El contrapunto es genial, y podemos ver de regreso a esa Micky que no sabe si morderse la lengua o liarla directamente, así que a pesar del trasfondo de la historia, el comienzo, aderezado con un poco de flirteo con una doctora de CDC, no carece de humor.

El grupo de iglesia se encuentra con el cadáver y Micky que está en la casa de al lado entra a ayudar. El cadáver es de un mujer joven que viste con ropa de hombre, aparentemente una drag king, y Micky puede ver a simple vista que han sido manos humanas las que han causado su muerte y no las de madre naturaleza. El adulto del grupo se ha roto una pierna y otro chico está herido por la espantada al ver el cuerpo, así que le toca a nuestra detective ocuparse de la logística de avisar a la ambulancia y la policía en una ciudad que ha retrocedido al siglo pasado. Su buena obra termina con la recompensa de tener que hacerse cargo de una chica del grupo que se ha quedado sola.

El misterio comienza a desenvolverse por la curiosidad de Micky por la mujer muerta. Nadie la ha contratado para que resuelva el crimen, pero sabe que la policía está abrumada y que a saber cuando podrán ocuparse de otro cadáver más de los que todavía deben atender del huracán, y tampoco es que tenga mucho trabajo de detective en ese momento, así que comienza a trabajar en desvelar que hacía una joven vestida de hombre en una casa destruida por el huracán.

El misterio es interesante, y además se le une la chica del grupo de iglesia que viene con sus propios líos. Sin embargo muchas veces queda en segundo plano frente a la lucha de MIcky por superar a Cordelia y la devastación del Katrina. Ambas historias están muy bien, la parte de misterio detectivesco y el retorno de Micky a Nueva Orleans, pero el libro es demasiado corto para poder desarrollar ambas convenientemente. Al leer el siguiente libro, Ill Will, inmediatamente después, me dio la sensación de que podían haber sido un único libro, de hecho tanto Las huellas del agua cómo Ill Will son del mismo año (2012), pero alguien debió de pensar, con acierto, que era demasiado como para tomarlo de golpe, y mejor dividir la dosis.

El Katrina es el gran protagonista aquí, reflejado en la Nueva Orleans devastada en la que la propia autora reside y que ya forma parte de al menos tres libros de la saga (el último todavía no lo he leído). Micky está inmersa en su depresión, sus amigas están igual o peor que ella, Hutch en particular parece no levantar cabeza, ese Hucth que siempre estaba ahí, ese muro inamovible se rompe en pedazos. Cordelia, siempre firme, cabal, ya no es ella, aparece poco en el libro, y por desgracia en situaciones poco favorecedoras, creo que casi he llegado a odiarla un poquito. Pero recordando lo que han sufrido, su ciudad destruida, vidas perdidas (como me ha dolido recordar la muerte de Sarah Clavish en Muerte de un moribundo, esa ancianita que era la reina de Internet y empuñaba la escopeta como nadie), podemos perdonar todo tras el huracán. Pero, ¿podrá Micky perdonar lo que sucedió poco antes de que el huracán Katrina se convirtiera en uno de los cinco huracanes más mortíferos de la historia de Estados Unidos?

Las huellas del agua es un libro que merece su lectura no sólo si sigues la saga de Micky Knight o te gustan las historias de detectives. Es un libro que para mi tiene un valor especial por como transmite el desastre que fue Katrina. Aunque viera lo ocurrido en las noticias, leyera la historia de cómo los diques fallaron e inundaron el 80% de Nueva Orleans, no fue  hasta la lectura de Muerte de un moribundo, Las huellas del agua y Ill Will en que empiezo a percibir la magnitud del desastre que nunca debió ocurrir. Redmann nos sumerge y nos hace sentir una ciudad que era vibrante y estaba llena de vida, en su estado más desolador, una ciudad que apenas puede llamarse así y los corazones rotos de su habitantes se convierten en los nuestros.