Reseña Inés es todas las ciudades de Helena Lago

Inés es todas las ciudades nos traslada al sur de España, a un pequeño pueblo en pleno verano. Inés y su marido Oscar están pasando allí las vacaciones. Inés se refugia en sus escritos, y Oscar en sus negocios. Es precisamente un negocio el que desencadena toda la trama. Oscar ha invitado al señor Marchant a cenar, está ansioso por impresionarle, y más ansioso aún por impresionar a Inés en su desesperación por mantenerla a su lado. Pero el señor Marchant aparece en su puerta con una gran preocupación, su hija ha desaparecido y no sabe nada de ella.

Ines, distante en su matrimonio, sin saber muy bien cómo o porqué, se siente atraída por la figura de la hija del señor Marchant, Adrianne, y se lanza con entusiasmo en la búsqueda de la hija desaparecida. Los tres recorren el pequeño pueblo siguiendo posibles pistas hasta que consiguen localizarla en un pueblo vecino. La desaparición resultar ser un padre superprotector, y una hija en busca de un respiro. La señorita Marchant, Adrianne, se ha ofrecido a hacer fotografías para un grupo que está aprovechando las fiestas del verano para tocar en los pueblos. En unos días se irán a Sevilla y Adrianne irá con ellos.

Pero el señor Marchant no puede permitir que su veinteañera hija se vaya por ahí con una banda, durmiendo sabe dios dónde, y haciendo sabe dios qué, así que tiene la brillante idea de que Inés vaya con ella, y ambas se queden en la casa de Sevilla que tiene el matrimonio allí, los días que la banda esté tocando en la ciudad. Inés, que al ver por primera vez a Adrianne se ha dado cuenta de que su fascinación va en aumento, acepta esta loca idea de viajar y pasar unos días con una desconocida, y Adrianne que, al cruzar su mirada con Inés por primera vez ha sentido que el tiempo se detenía, cede gustosa ante la propuesta de su padre.

 Inés es todas las ciudades

Los primeros capítulos de Inés es todas las ciudades son fascinantes, Helena Lago nos presenta a todos los personajes para ir desgranando poco a poco sus personalidades en esta persecución de una mujer que no está presente físicamente, pero que es el eje sobre el cual giran los tres. En su búsqueda, el señor Marchant va dando pistas sobre ella, pero es información sesgada por una padre sobreprotector y con una visión machista, anclada en el pasado. Es Inés, su forma de extraer la realidad de las palabras del señor Marchant, sus pensamientos y su fascinación creciente la que realmente nos dibuja la personalidad de Adrianne.

Es un gran acierto este comienzo con la figura ausente de Adrianne, ya que la fuerte e imponente presencia de la Inés hubiera podido ensombrecerla, sin embargo es precisamente esta ausencia la que despierta nuestro interés y consigue que desviemos la mirada de Inés

Quién no puede desviar la mirada es Oscar, su marido, que no comprende nada, no sabe en que se equivocó, y tampoco parece importarle mucho averiguarlo. Su obsesión con Inés parece incluso girar en torno a si mismo. Sus celos para con el señor Marchant no tienen como base la personalidad o belleza de su mujer, sino su propia debilidad e inseguridades.

Mis sentimiento hacia los dos hombres de la trama se invierten totalmente según avanza el libro. Marchant era un hombre que asfixia a su hija con su protección y machismo, pero terminas viendo el amor que realmente siente por su hija y que llegado el momento toma las decisiones correctas, dejando atrás sus prejuicios. Oscar en cambio desempeña un papel menos amable, pero no menos importante, si la idea loca de Marchant es lo que desencadena la trama, es Oscar y su delirante obsesión quien desencadena un final.

Inés es todas las ciudades

Los capítulos dedicados a Oscar, ponen el contrapunto a la historia de amor y es su trama subyacente la que afianza mi percepción de que Helena Lago ha realizado un excelente homenaje a Patricia Highsmith y más concretamente a Carol con esta aventura llena de amor y poesía que parte del mismo lugar: la fascinación de dos mujeres, que acaban de conocerse, más allá de toda explicación lógica.

Helena Lago destila lírica en su historia de Inés y Adrianne. Maneja con maestría las palabras, adjetivos, verbos y adverbios, se ponen a su servicio para ser moldeados y transformados en un sentimiento: sentimos verano, obsesión, pasión, sentimos Inés y Adrianne.


Las imágenes que ilustran esta reseña, exceptuando la portada del libro, vienen de la estupenda web UNSPLASH.

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